La agenda del gobierno para el último año quedó en manos de Cambio Radical y sus aliados (politiqueros corruptos y el Centro Democrático).
Tienen al presidente de la Cámara de Representantes y –de ladito– el de Senado (un conservador que se arrima siempre a la mermelada), que sabotean de hecho los tibios y vacilantes proyectos del gobierno (reforma política, JEP, tierras, etc.).
Su principal ficha es el fiscal general, que intenta imponer su propia dinámica. El destape manipulado y a cuenta gotas de la corrupción político-administrativa-judicial, le sirve para posicionarse mediáticamente para debilitar y sabotear la implementación de los acuerdos con las FARC (cuestionó la JEP, la entrega de armas y, ahora, el reporte de bienes que entregan las FARC).
Pero en las cortes también tienen sus agentes, y tratan de quitarle la base jurídica a esos acuerdos de fin del conflicto.
Quieren llevar a las FARC y a los demócratas comprometidos con el proceso de paz a una sin salida y, entonces, inducir desde diferentes ámbitos, la propuesta de una Asamblea Constituyente. Es una trampa.
Todas las encuestas indican que la UNIÓN de los demócratas alrededor de la lucha contra la corrupción y el cumplimiento de los acuerdos de fin de conflicto, garantizan el triunfo electoral en 2018.
Y si se hace bien esa unidad, alrededor de un programa realista y viable, y una perspectiva de varios períodos presidenciales, el triunfo puede lograrse en la primera vuelta. Hay que ir a la fija.
Por ello, no hay que dejarse distraer. Las fuerzas de la “alianza anticorrupción” son las que pueden dinamizar esa UNIDAD, hacer un “pacto político” frente a la estrategia de los corruptos y de los guerreristas, y no desgastarse ni perder el rumbo.
Santos debe reconocer sus errores y su debilidad. Debe jugársela proponiendo una ley habilitante que sirva de cobertura para blindar provisionalmente los acuerdos y presionar en el Congreso la definición de posiciones.
De esa manera, se aclara el camino político y la Nación se puede concentrar en los problemas de fondo que tenemos al frente: modelo y aparato productivo, defensa del medio ambiente, reformas estructurales en educación y salud, rediseño del Estado y otras.
Lo que se ha demostrado es que es imposible reformar el Estado y derrotar a los corruptos y guerreristas, mientras ellos tengan el poder. Para poder hacerlo, hay que sacarlos primero del gobierno y del Estado.
Y eso se puede empezar a hacer en marzo y mayo de 2018. La tarea central es, entonces, construir esa unión de los demócratas. No hay otra tarea más importante, y es urgente.