La cursi perversidad de Sailor Moon

La cursi perversidad de Sailor Moon

Si bien no tuvo el éxito de otras caricaturas como Dragon Ball, con su nadadito de perro logró hacerse un espacio hasta convertirse en uno de los iconos de la animación nipona

Por: Julián Andrés Pastrana Cuéllar
marzo 29, 2019
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La cursi perversidad de Sailor Moon

Aunque su primera emisión en el país del sol naciente fue en 1992 a las pantallas colombianas solo llegó cuatro años después. En este país, dicho sea de paso, solamente se transmitieron sus tres primeras temporadas hasta que al final el programa salió del aire, pero por fortuna la entonces tan en boga perubólica nos permitió a los fans disfrutar de las tres temporadas restantes.

Y es que en efecto Sailor Moon fue un anime bastante largo —200 episodios—, repetitivo y con mucho relleno, aderezado con una buena dosis de edulcorada cursilería que seguramente le granjeó muchos detractores. Pero en medio de tanto romanticismo empalagoso, este anime introdujo muchos elementos que analizados en el contexto actual sin duda fueron transgresores y adelantados a su tiempo en algunos casos, mientras que otros podrían considerarse "truculentos", por decir lo menos.

Entre estos últimos podríamos mencionar el romance entre la protagonista de la historia, Serena Tsukino, una niña de catorce años, y Darien Chiba, un universitario que ya andaba por encima de los veinte años. En estos tiempos de lo políticamente correcto semejante historia de amor constituye una oda a la pederastia, aunque quizás en su época el asunto no resultaba tan perturbador. También se puede mencionar el beso incestuoso entre Darien y Black Lady quien es ni más ni menos que el alter ego de Rini, la hija fruto de la unión del príncipe de la tierra y Serena. En el manga Black Lady, poseída por su complejo de Electra, no tiene empacho en besar apasionadamente en los labios a su progenitor, mientras que en el anime trataron de morigerar lo escandaloso del ósculo presentándolo como una alucinación con la cual el Gran Sabio, uno de los tantos villanos que aparecen a lo largo de la serie, intenta hacerle creer a Serena que los seres que más ama la han traicionado. La impetuosa rini protagonizaría después una historia de amor zoofílico con un caballo alado, figura que adoptó Helios, el guardián del cristal dorado, para escapar de la malvada reina Neherenia. Y como no mencionar aquel capítulo en que Mina, Sailor Venus, enamora a dos muchachos al mismo tiempo, los cuales resultan ser los enemigos que han escogido a la guerrera del amor como víctima para chequear si el pegaso mencionado anteriormente habita dentro de su espejo de los sueños. La escena de los dos villanos viendo dentro del espejo de Mina es toda una metáfora a una doble penetración con orgasmos incluido por parte de la víctima.

Esos elementos tan escabrosos, muy bien maquillados con buenas dosis de romanticismo y ternura, le dieron algo de sazón a una historia que para muchos pudo ser anodina. Pero al margen de esos pequeños guiños argumentales que rayaban en lo inmoral, Sailor Moon también fue un anime pionero en tratar temas muy actuales, más en momentos en que muchos enarbolan las banderas de "la ideología de género" para irse en contra de los derechos de las minorías sexuales. Empecemos con la relación homosexual entre Malachite y Ziocyte, dos villanos de la primera temporada. En la versión latina el personaje de Ziocyte fue doblado por una actriz en procura de camuflar su verdadera orientación sexual. También está el villano ojo de pez a quien le gusta disfrazarse de mujer y asumir una identidad de género femenina, seduce por igual a hombres adultos como a un adolescente futbolista, e incluso tiene la osadía de robarle un beso a Darien. Asimismo están las Sailor Star Lights, tres sailor scouts de otro planeta que para encontrar a su princesa asumen la falsa identidad de tres hombres integrantes de un famoso grupo pop. Y, por supuesto, no se puede dejar de nombrar la icónica relación lésbica entre Sailor Uranus y Sailor Neptune.

Otro elemento de Sailor Moon que vale la pena destacar es su mensaje pacifista. Mientras que en el archipopular anime Dragon Ball Z la consigna de Gokú y compañía era la de medir fuerzas con sus oponentes, sentir verdadero placer por el hecho de enfrentar enemigos poderosos e incluso buscar su exterminio físico si era el caso —no hay que olvidar la clásica escena del androide 16 diciéndole a Gohan que en este mundo hay rivales que no entienden con palabras y por eso no queda más remedio que derrotarlos por la vía de la violencia—, la heroína Sailor Moon varias veces apeló a la generosidad, la compasión y el perdón para purificar y librar del mal que había poseído a varios de sus adversarios. Gokú también fue retratado como un personaje bueno, inocente y generoso que llegó incluso a perdonarle la vida a Freezer —aunque este desaprovechó ese acto de bondad y por eso al supersayayin no le quedó más alternativa que matarlo—, sin embargo en Serena Tsukino esos atributos, la bondad, la inocencia y la generosidad, se mostraban exacerbados y ese, por más ingenuo e infantil que sea, es un mensaje que en un país como Colombia, donde los problemas se dirimen a punta de violencia y balas, vale la pena tener en cuenta.

Y por último hay que decir que más allá de considerar a Sailor Moon un anime feminista se le debe abonar que mostró las diversas dimensiones de lo que significa ser mujer: la sacerdotisa aguerrida y con carácter que así como sueña con conocer a la persona amada se visualiza en un futuro como una persona exitosa (Sailor Mars); la chica introvertida de alto coeficiente intelectual que aspira a ser una gran doctora (Sailor Mercury); la niña que sueña con convertirse en estrella del pop (Sailor Venus); la estudiante con una fuerza sobrehumana gracias a la cual puede derrotar sin problemas a un hombre, pero que a la vez desea corresponder al estereotipo de mujer femenina que impone la sociedad; la mujer que no tiene problemas en desempeñarse en actividades de hombres como el automovilismo y que no considera que su orientación sexual la haga una persona anormal (Sailor Uranus), etc.

En conclusión, la para muchos aburrida, sensiblera y cursi historia de la princesa de la luna que reencarnó en una común estudiante de secundaria en Japón guarda de su trama mucho más de lo que se podría esperar de una infantil caricatura de los noventas.

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