Es el intérprete de éxitos como Un amor en cada esquina, Busco un corazón, Piénsame, Mi despedida y Como un picaflor, letra y música que marcaron la época dorada de la balada en Colombia. Su nombre es Guillén Raúl Sánchez Prada, pero en Colombia se le conocen como Raúl Santi, cantautor y promotor musical nacido en Villarrica, Tolima.
Es defensor de las composiciones románticas, sin agresión, ni violencia, que ha recorrido Centroamérica, Estados Unidos y todo el país que defiende una carrera musical hecha, según él, “con dignidad dejando en Colombia una historia musical importante y con respeto y con canciones nuevas como No sé cómo ni cuándo, tema que se está abriendo muy buen camino”.
Es un cantante sin escándalos y con una carrera artística limpia, respetuoso con su público, que busca que sus letras dignifiquen la pareja y el amor e intenta que su música de vida y esperanza para seguir siendo en el país uno de sus intérpretes más respetados y queridos.
“A pesar de que ahora hay música de todos los estilos, la balada existe y se niega a morir”, afirma, “y, tal vez por eso, sigo siendo un cantante con muchos conciertos en Colombia; en un plano personal, no tengo hijos biológicos, aunque me casé en el 2007, tengo una familia pequeña, pero definitivamente creo que llena de muchísima comprensión y mucho amor”.
Consecuente con ese pensamiento rechaza las letras agresivas en la música de moda y considera que ser original y auténtico es el principal consejo que se le puede ofrecer a los jóvenes que sueñan con iniciar una carrera musical. Critica fuertemente programas como Yo me llamo porque son espacios en los cuales se pretende únicamente imitar a los cantantes originales.
“Esa cultura de Yo me llamo tiene que terminar en Colombia —dice—, somos el único país donde la gente sueña con imitar a otro, sin pensar en el propio estilo, que la carrera artística no tiene sentido imitando a los demás, un artista tiene que tener originalidad y su propio sello”, agrega.
Autenticidad que, en su caso, le representó un prestigio bien ganada en el mercado discográfico del país y que se conserva con conciertos permanentes. “No necesito grabar cada año para mantenerme vigente”, dice con su voz pausada y un matiz de nostalgia que quizá, a pesar de que no lo reconozca, nace de saber que en la música actual triunfa, en muchos casos, la ordinariez y la negación de la poesía.
Raúl Santi es hijo de un padre que se dedicó a la construcción y una señora que fue ama de casa, proviene de una familia pobre, sus padres se divorciaron y su madre lo sacó adelante “con su máquina de coser”, la música fue su gran pasión y lo salvó.
Es una figura de la música de los años 80 que salió de las montañas del Tolima para cantarle a los corazones enamorados de Colombia y América y que logró convertirse en el ídolo de varias generaciones de colombianos que les gustó y les sigue gustando la balada romántica. “Quiero encontrar un buen amor que esté dispuesto a compartir un viaje bello y fascinante por la vida. Tengo que encontrar un sentimiento de verdad, un corazón que sepa amar, que se merezca mi cariño y mi alegría”, nos dice en sus temas que hablan de otros tiempos y otras maneras de concebir el amor, las relaciones de pareja, la vida y la poesía.