En reiteradas oportunidades he manifestado que los colombianos de hoy crecimos en medio de una "cultura traqueta". He ahí la razón de muchos de nuestros males. Ya nada nos asombra, perdimos la capacidad de cuestionar lo que está mal. Cosas como el dinero fácil hacen que a diario veamos a 'prestantes políticos' o 'grandes empresarios' envueltos en los peores escándalos, pero según nosotros "todo está bien".
Lo que vimos esta semana en Sahagún (Córdoba), donde la gente defiende a capa y espada a su mentor el 'Ñoño Elías', a quien ven como a un Robin Hood, demuestra que seguimos siendo un país mentecato y pusilánime, que siempre está a la espera de la migaja que cae de la mesa del rico, y todo porque para muchos es más fácil recibir que producir.
En muchas poblaciones del país —por no decir que en la mayoría— uno se da cuenta que hay pueblos donde la gente de las clases menos favorecidas por ejemplo es feliz teniendo un pik up que suene bastante, para hacer en mitad de la calle una fiesta semanal, aunque en la alacena no haya si quiera una libra de arroz para comer.
Allí muchos jóvenes —algunos por falta de oportunidades—, tal como en los tiempos de Escobar, aún sueñan solo con tener una motocicleta y un arma con qué "ganarse la vida". El microtráfico, el fleteo, y hasta el homicidio, son los 'empleos' más comunes entre los jóvenes, y lo que más me aterra: estos jóvenes se enorgullecen de sus actos.
¿Y los viejos? Ah, esos ya no se afanan. Perdieron su capacidad de emprender, tal vez hasta de soñar con un futuro mejor. Condenan lo que sus hijos hacen pero son felices cuando este muchacho, fruto de su actividad compra una nevera para la casa (otro motivo para festejar con el pik up)
¿Del mejoramiento de su vivienda? Eso poco les preocupa; basta esperar que lleguen los tiempos de elecciones para que los políticos les den el tamal, los bloques, el cemento y la teja, y por qué no, una buena lechona (con traguito incluido)
Pues bien, esos precisamente son los pueblos donde no hay agua potable, ni calles pavimentadas, ni mucho menos un digno servicio de salud. Pero eso sí, son pueblos donde el mismo grupo político lleva lustros, y hasta decenios gobernando. Uno se pregunta; ¿en qué momento caímos en ese hedonismo barato donde hay que hacer fiesta cada 8 días así no haya ni arroz en la alacena?, ¿cuándo carajos vamos a despertar?, ¿qué hace que los grandes caciques políticos, llámese Morenos, Nules, Ñoños, etc, sigan descaradamente desangrando a este país del Sagrado Corazón?
La cultura traqueta está viva, en medio de un país que se dice en desarrollo, pero que está asfixiado de conformismo, de ladrones miserables que desde los más altos cargos se han cagado por años en un pueblo que duerme entre el infortunio y la cultura traqueta. He dicho.