Era un simple domingo en la noche. Prendo la televisión para ver con mi familia Master Chef Celebrity. Lo hago porque los retos son interesantes y aprendo tips de cocina con tres grandes chefs que tienen como jurado. Muchas veces también es interesante porque refleja la diversidad gastronómica de Colombia. Su temática parece, y en esencia es, sana. Sin embargo, ocurrió algo verdaderamente preocupante y es que una de las participantes, Catalina Maya, decidió recurrir a la deshonestidad en uno de los retos; reflejando esa cultura de trampa que tanto nos hace daño en este país.
El reto era en equipos, el equipo perdedor pasaba a reto de eliminación. Catalina era capitana de uno y tenía inmunidad; si su equipo perdía, ella se salvaba de todas formas. Su método fue dejar que sus amigas fueran seleccionadas en el otro equipo, junto con los que podían tener ventajas, y escoger a quienes ella consideraba “enemigos”. Una vez cocinando, Catalina intencionalmente dejaba de hacer cosas y las hacía más lento. Incluso alcanzó a sabotear varias labores de sus mismos compañeros de equipo; apagando la estufa, intentando quemar ingredientes, claro, sin que nadie se diera cuenta.
Todo esto puede parecer inofensivo, pero no lo es. Actuar por debajo de la mesa y mentir para favorecer a otros no es simple estrategia, como ella misma lo llamó. Es abiertamente fraude, y eso es uno de los síntomas de la corrupción que nos aqueja como país. Ella tenía poder de capitanía y de inmunidad. Abusó de ese poder con el fin de lograr satisfacer sus propios intereses y los de sus amistades. ¿Abusar del poder para favorecerse mutuamente no es lo mismo que hacen muchos de los gobernantes? Al final, como muchos políticos, Catalina logró salirse con la suya; ella se salvó, hundió a su propio equipo y uno de sus integrantes fue eliminado como consecuencia.
No, no es un simple reality, tampoco un simple reto de cocina. Tenemos que dejar de normalizar los síntomas de corrupción en nuestras acciones cotidianas. La corrupción no es exclusiva de políticos, más bien puede ser una consecuencia de la cultura deshonesta que muchas veces está presente en nuestras vidas y que creemos que es normal. No pagar el pasaje de TransMilenio, hacer trampa en un examen, mentir en la hoja de vida, falsificar pruebas de covid. En este caso, muchos colombianos ven Master Chef; de hecho, es líder en rating los fines de semana. Muchos oyen a Catalina Maya, que es periodista en una de las grandes emisoras del país. ¿Ese es el ejemplo que queremos transmitir? ¿Se vale ser deshonesto y pasar por encima de las personas por intereses personales sin tener consecuencias? Puede que el programa no la sancione (aunque debería), pero nosotros como audiencia, como colombianos, debemos dejar de normalizar este tipo de actos, hay que condenarlos y llamarlos por su nombre. Y tener ojo crítico en todo nuestro alrededor, aunque la situación parezca banal.