Hace siglos, Arquímedes filósofo griego: “Dame una palanca y moveré al mundo”. Hace unos meses algún filósofo moderno dijo: “Dame un virus y destruiré al mundo”.
Ya está claro, la culpa no es del virus, es de la incapacidad de los gobiernos que no pueden autogestionarse, que no toman sus propias decisiones, sino que ejecutan acciones dictadas por los verdaderos gobernantes, los dueños del mundo. Qué curioso resulta que los noticieros empiecen sus emisiones dando cifras en las que informan estadísticas del COVID-19. Además, resulta extraño que cuánto más tiempo nos tienen encerrados creándonos pánico, más aumentan las cifras de contagios y muertes. Es una relación matemática sencilla, el aumento de contagios y muertes es directamente proporcional al tiempo que permanezcamos en cuarentena.
En ese orden de ideas, nos quieren vender la idea que lo mejor para erradicar el tal virus es el encierro, cuando lo que está destruyendo al mundo es la pandemia del hambre, pobreza, recesión económica y desempleo causado por las directrices dadas por los dueños del poder. Tenemos un ministro de salud tan eficiente y tan bueno con los números que a diario los multiplica y que casualmente crecen los datos exponencialmente justo en la víspera en que esperamos llegué el fin de la cuarentena No lo culpo, es solo otra marioneta manejada por los hilos del poder.
Nos ilusionan con la falsa esperanza de fabricar una vacuna, pero no se está preparando en un laboratorio cualquiera, sino en los del Banco Mundial y del FMI, solo a ellos les conviene pescar en este río revuelto. Quizás la vacuna ya esté lista pero es mejor arruinar toda la economía mundial regando un virus que venderle la vacuna a los gobiernos, es más rentable para las instituciones de Bretton Woods arruinar la economía del mundo para luego “salvarla” otorgando billonarios créditos, con altas tasas de interés y largos años de plazo para así de esta manera reponer los costos en los que incurrieron para producir y propagar un virus.
Es macroeconomía sencilla, el precio del dinero se llama tasa de interés y es de la cual viven las instituciones financieras, por supuesto a las dueñas del poder financiero mundial les aplica este mismo principio. Ese es el negocio vender dinero que siempre será más rentable que vender una vacuna.
Abramos los ojos ya que los chinos siempre los mantienen cerrados y por tenerlos así no se hacen los de la vista gorda ante la crisis mundial que provocaron.
Queda claro que nos enfrentamos a una nueva guerra fría, pero está vez es una guerra biológica en la cual ya no se invaden países, se implantan ideologías, se derrocan dictaduras o se roban recursos naturales. En esta guerra se crean virus, se propagan, se destruyen economías y se aterroriza a la gente. Por supuesto, es mucho más barata y rentable.