Espero que varios taxistas lean esta nota. Mi intención no es atacar ni generalizar al gremio, pero sí invitar a la reflexión. Al señor Hugo Ospina, a los demás líderes o voceros del gremio les digo: "NO, la culpa no es de Uber, la culpa es de ustedes".
Aunque sé que no soy el único que piensa esto, es importante insistir que el debate sobre la legalización de Uber --como sistema alternativo al tradicional taxi-- no debe centrarse, en si es legal o ilegal, inseguro o seguro. Y más aún se debe desentrañar y sacar a luz en la opinión pública las motivaciones de quienes dicen "No más Taxi", dejando en claro que esto no es igual a legalizar Uber, aunque este se presente como alternativa viable. Basta con hacer referencia a situaciones cotidianas que sirven de ejemplo, para argumentar que la responsabilidad en esta elaborada problemática social recae en quienes dicen "para allá no voy" o "esto es lo que cobro a esta hora y desde acá".
Las polémicas que envuelven al gremio de taxistas no son cosa de hoy. Coger un taxi ha sido desde siempre una hazaña, la diferencia es que de un tiempo para acá --sumado a la fuerza con que Uber ha captado la atención de la ciudadanía bogotana-- se ha agudizado el descontento de los usuarios del transporte público, que exigen una mejora en el servicio de taxis o un sistema de trasporte diferente que responda a sus necesidades. Entre las principales demandas para la mejora del servicio están la de poder utilizar este transporte cada vez que se le haga el pare, sin que la respuesta tenga impedimentos, ya sea por la ruta, la distancia o el lugar de destino.
Por otro lado, está que los conductores dejen de cobrar lo que les entra en gana, excediéndose en el costo del viaje y refugiándose ya sea en el taxímetro - como si de estos no se supiera que fallan o son alterados - o en el horario, razones que pocas veces son cuestionadas por los usuarios, pues algunos temen que el reclamo pase a mayores.
Sin embargo, estas no son las únicas faltas de algunas personas que trabajan manejando taxi. La lista de quejas se engrosa curiosamente por el reclamo de quienes ni siquiera usan el servicio ni han estado directamente implicados en un acto de abuso u omisión. Esto es reafirmado cuando escuchamos a la gente decir "es que los taxistas se creen los dueños de la vía", generalmente sucedido por altercados con otros conductores de transporte público o particulares - que tampoco son un buen ejemplo de rectitud - ciclistas o peatones. No es para menos si se tiene en cuenta factores como, por ejemplo, aquello que parece ley natural de los amarillos. Cuando es de noche, podría decirse a partir de las 10pm, pareciese que los semáforos dejaran de existir. O algo tan simple como que los peatones tengan que cruzar rápidamente una avenida porque los taxistas andan de afán y con la mano en el pito.
En mi experiencia personal, hace al menos tres semanas me sucedió esto ultimo dirigiéndome hacia mi casa. Cuando me faltaban muy pocos pasos para poner el pie en la acera, después de cruzar una calle, un conductor de taxi que venía lejos, en menos de nada, ya estaba encima mío pitando y alegándome, porque, según él, yo no crucé rápido. Esa fue su respuesta después de que le reclamé diciéndole que el peatón tiene prioridad en la vía y que con esa actitud podría haber causado hasta un accidente. Acto seguido, el taxista respondió: "pues antes le hago un favor a la comunidad acabando con una rata como usted".
No hay que generalizar, insisto, pues no todos los taxistas son "malos" ni bárbaros o deshonestos. Pero si persiste el pésimo accionar de parte de un grueso número de ellos, sumándole las medidas para combatir a Uber --bloques de búsqueda, redadas, presión para que los usuarios de Uber se bajen de los automóviles junto con los chóferes y la desmedida violencia, todo ello en algunos casos registrado en vídeo-- solo terminarán causando que sea demasiado tarde para que su buen nombre quede limpio y, peor aún, se termine generalizando el estigma contra taxistas que hacen plausible su trabajo.
No sobra recaer en esto, pero a todos los taxistas se les hace la invitación para que reflexionen sobre su quehacer, mejoren con honestidad y transparencia el préstamo del servicio. Háblenle a sus compañeros que se equivocan para que no vuelvan a cometer errores, porque a los usuarios hay que "consentirlos" todos los días.