Durante los últimos días, los medios colombianos han realizado una gran cobertura sobre el resultado analítico adverso de Robert Farah por boldenona en la prueba le realizaron el 17 de octubre del 2019, momento en el que se encontraba en Cali para preparar el Masters 1000 de París.
Todo indica que estamos a las puertas de llegar al caso Contador colombiano, una mezcla de show mediático y complicidad por parte de la prensa y las autoridades deportivas nacionales que intentarán, a costa de lo que sea, lavar la imagen de Farah —y de paso la de Cabal— por este inoportuno (¿e inesperado?) incidente producto de un delicioso plato libanés preparado por la madre de Robert.
¿Por qué puede tratarse de nuestro caso Contador? Las estrategias discursivas esgrimidas por la defensa del español, perfecto ejemplo de la doble moral que se maneja en estas situaciones, parece replicarse para salvar al ahora mártir colombiano. Así, los periodistas de micrófono fácil —sí, los que defienden sin parar el engendro de canal supuestamente premium— y los dirigentes deportivos se atreven, incluso, a ir de frente contra el monopolio industrial de la ganadería colombiana —sí, los involucrados en cientos de casos de despojo de tierras y daños ambientales— (un saludo a los inmundos de José Félix y Mafe) aunque, en este caso, no es responsable de que los deportistas den positivos en controles antidoping. Veamos algunos ejemplos de la similitud con el caso del excislista.
Contador dio positivo por clembuterol durante el Tour de Francia del 2010. Esta sustancia, como la boldenona, se intenta asociar irreductiblemente al consumo de carne de res cuando se trata de casos de dopaje. El ciclista basó su defensa en que había consumido un solomillo contaminado. ¡Cuánta mala suerte la del español! Justamente comió la única porción con restos de clembuterol, aún cuando el corte de carne provenía de España y llegó a Francia para ser preparado por el cocinero del equipo para todos los miembros del Astana Team Pro (equipo con casos de doping positivo de Vinokourov y Kashechkin durante el Tour de Francia del 2007 y que recuperó del retiro al siempre limpio Lance Armstrong).
Como el positivo era claro, la defensa de Contador intentó dilatar el proceso por todos los medios para buscar una rendija que permitiera evitar una sanción que parecía ineludible. Por fortuna, en esta ocasión la justicia sí actuó de manera eficiente y terminó por desposeer de los títulos y victorias que el español obtuvo durante el tiempo en que debió ser vetado de toda competencia. Por fortuna para Farah, en comparación con Contador, las victorias en Wimbledon y en el US Open se obtuvieron antes del analítico adverso. En las fechas posteriores, sus resultados fueron más bien negativos.
Por ahora, lo que llama mi atención no es lo que pueda ocurrir en cuanto a sanciones, sino todo el show mediático que ha intentado (con un relativo éxito) reducir el caso a una simple desavenencia de la que se vio afectado el tenista. Es evidente que en el caso Farah se busca lo mismo: evitar que sea señalado como dopado para que pueda seguir siendo un ícono del deporte, tal como ocurre con Contador, al que incluso recibimos como invitado de honor en algunas carreras amateur.
En esta ocasión, la prensa colombiana busca cualquier posibilidad para afirmar la “no culpabilidad” de Farah (hablar de inocencia requeriría un cinismo exagerado, exclusivo de la política nacional). ¡Pero es lógico! ¡Es un héroe nacional! Es un colombiano echado para delante que saca la cara por el país y es perseguido por las instancias internacionales. ¿Cómo tratar de tramposo a uno de los nuevos héroes deportivos de Colombia? Para la dirigencia del tenis colombiano, como para cualquier federación deportiva, este caso de doping implica posibles pérdidas de patrocinios y gastos en asuntos legales. Por obvias razones, no quieren que les toquen lo que más les importa: la plata. En especial en estos momentos, ya que luego de la victoria de la pareja colombiana en los dos Grand Slams en el año pasado, se esperaba que llegaran nuevos triunfos —tal vez una medalla en Tokio 2020— que llamara la atención de más recursos privados, el lubricante del deporte de alto rendimiento.
Tal vez por esto se entienda por qué hoy se lancen titulares y pseudonoticias de todo tipo desde los medios de comunicación. El único objetivo es encubrir la culpabilidad de Farah, o por lo menos ampliar el margen de duda respecto a su responsabilidad. La presencia de boldenona no es gratuita, y no se trata de un caso único en Colombia. Por este motivo, desde el Comité Olímpico Colombiano (COI) se ha señalado a la carne de res como el enemigo malevolo que perjudica a los honestos y trabajadores atletas nacionales. Tras el caso de Fabián Puerta, campeón mundial de pista (keirin) del 2018, el COI emitió un comunicado que alertaba sobre el riesgo que existía al consumir carne de res colombiana.
¡A qué se debe este peligro? La boldenona es una hormona derivada de la testosterona que se utiliza, sobre todo, en contextos veterinarios. Con esta se busca aumentar rápidamente la masa muscular en el ganado vacuno y porcino o, en casos de enfermedad, lograr que los animales se puedan curar. Ahora bien, vale la pena mencionar que, según Invima e ICA, los suplementos que incluyen boldenona se aplican hasta 30 días antes del sacrificio del animal. En el caso de los controles antidoping, esta sustancia se encuentra catalogada por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) en la categoría S1, agentes anabólicos que se encuentran prohibidos en toda circunstancia y todo momento para cualquier atleta. Según médicos especialistas, el uso de la boldenona produce un mejor desarrollo muscular (más potencia) y un proceso de recuperación más veloz de los esfuerzos realizados. Esto, evidentemente, repercute en importantes mejoras del rendimiento deportivo. Entonces, quedan muchas preguntas en relación con lo dicho por la defensa de Farah, tal como ocurrió en el caso Contador. ¿Por qué los deportistas de alto rendimiento, en este caso el mejor deportista del mundo en el dobles masculino, no toman las precauciones necesarias sobre su alimentación? ¿Por qué seguidores del tenista y colombianos en general defienden a una persona que no conocen y aseguran que debe tratarse de un error? ¿Cómo se puede tener tanta mala suerte?
Cuesta creer que Farah haya consumido carne proveniente de una vaca que recibió boldenona en todo su proceso de engorde, incluso en su paso por la planta de sacrificio. No creo que nadie decida aplicar hormonas de crecimiento a un animal que está a minutos de ser sacrificado. Para que la versión de Farah fuera real, la boldenona tuvo que sobrevivir al proceso de maduración que atraviesan los productos cárnicos (porque un atleta de alto rendimiento ni por chiste se come la misma carne que cualquier paisano) y al proceso de cocción necesario para convertirse en un delicioso y boldenonoso plato de shawarma libanés. ¡Señor! ¡Qué mala fortuna la de nuestro héroe! ¿Por qué no le dieron otro pedazo de carne? Aunque bueno, ¡menos mal que no invitó a comer a Juan Sebastián Cabal!
Tras este caso de mala suerte, típica del colombiano perseguido, Patrick Farah (padre de Robert) se encargó de que el caso de su hijo se pareciera aún más al de Contador. En una entrevista para Noticias Caracol afirmó que la cantidad de boldenona que había arrojado la prueba era mínima. Con esto dio a entender que era una situación llevada a extremos innecesarios, se estaba juzgando con demasiada severidad un detallito sin importancia. Tal cual sucedió en el caso del exciclista español, quien decía que su positivo solo se decretaba por solo 0.00000000005 gramos de clembuterol por mililitro. Lo grave, en ambos casos, es que se trata de resultados de doping positivos. Aquí no importa si es mucho o poco, la sola presencia de la sustancia en el cuerpo del deportista significa una infracción que debe ser castigada. Seamos perspicaces, los discursos de las “ganancias marginales” y estos casos de positivos solo revelan que los atletas vuelan bajo para intentar no ser detectados, aunque en estos casos no se logró.
Finalmente, la Federación Colombiana de Tenis se encargó de aportar el tercer motivo para la relación con el caso Contador. En un comunicado, en lugar de asumir una posición neutral que dé cuenta de su compromiso con la lucha contra el dopaje, salen a respaldar desde todos los lugares comunes a Farah: “es que lo conocemos hace años”, “es que nunca ha hecho nada así” y el más ridículo, “es que le habían hecho otros controles antes”. Bueno, Lance Armstrong pasó miles de antidoping durante su carrera, pero en todos iba igual de dopado, a otros con ese cuento. Este comunicado recuerda la actitud timorata de la Real Federación Española de Ciclismo (RFEC), que durante meses aguardó en silencio cómplice esperando que se calmaran las aguas. A pesar de que en toda instancia internacional la guerra ya estaba perdida, nunca sancionaron a Contador. Pero bueno, sigamos pensando que la culpa es de la vaca, o de cualquiera, después de todo, ni el presidente se hace cargo de algo en este país.
Para completar el panorama, un detalle más para analizar, la defensa de Farah será asumida por Andrés Charria, conocido abogado especialista en temas deportivos, y quien en el pasado hizo de apoderado de Maria Luisa Calle, una de las grandes dopadas de nuestra historia, cuya imagen goza aún de relativa reputación. Más allá de las suspicacias que pueda despertar lo anterior, lo más curioso, son las frases que dejó enuna entrevista para La FM: “la boldenona no va a mejorar el rendimiento en este caso, pues no es el dopaje clásico para un tenista”. O qué tal esta: “En el dopaje hay una presunción de culpabilidad que es muy difícil de contradecir”. Pues claro, porque hay una prueba que dio positivo por una sustancia que está prohibida en toda circunstancia, entonces eres culpable, tampoco es tan difícil de entender.