Las redes sociales siguen agitadas por el caso del carro que atropella a un motociclista en Medellín, y al retomar el control de su carro, huye inmediatamente del lugar.
Apenas se registró el hecho, salieron dos bandos a debatir al respecto. Pensará el lector que las discusiones se han centrado sobre lo evidente: ¿cómo generar un gran acuerdo nacional para respetar la vida de todos los seres humanos en la vía? ¿Cómo prevenir que tantas vidas humanas estén en constante peligro en nuestras calles? ¿Qué tipo de estrategias podemos perseguir para que todo ciudadano al volante haya sido plenamente entrenado para proteger las vidas que lo acompañan en la vía?
No, todo lo contrario, la discusión se ha centrado en algo totalmente distinto: “¿quién tuvo la culpa?”. Por un lado, muchos ácidos críticos virtuales indican que el conductor del carro es enteramente culpable. Por el otro, comentaristas tóxicos que sugieren ser especialistas en transporte explican que la culpa es del motociclista, por no seguir al pie de la letra las maniobras sugeridas por la norma.
Siento tener que decirlo, pero ninguno de los bandos tiene la razón. Ni el carro tiene la culpa, ni la moto tiene la culpa. Realmente todo se debe a la inmovilidad de esta ciudad. Me explico:
- Como no tenemos por donde andar, porque todo se mantiene atascado de carros, urge construir nuevas autopistas que atraviesen el corazón de las ciudades. Esto permitirá que haya menos congestión vial, y así haya menos posibilidad de que dos motorizados se encuentren.
- Los carriles deben ser más anchos en todas nuestras vías. No importa si tenemos que cortar algunos árboles o tumbar casas patrimoniales. Al fin de cuentas, estos elementos siempre terminan atravesándosele a nuestro “real desarrollo”. Si los carriles son más anchos, entonces minimizamos la posibilidad de que un carro toque a una moto, a una bicicleta, o a un peatón (así vaya a velocidades que solo se ven en las pistas de Fórmula 1).
- En estas nuevas vías que minimizarán los accidentes, deben prohibirse peatones y ciclistas. De esa manera, se cancela por completo la posibilidad de que haya incidentes con esos dos modos de transporte lento y humano.
- Debe cancelarse el pico y placa; así ningún conductor tratará de acelerar al máximo, para llegar a casa antes de la entrada en vigor de la norma. Como al gremio de la venta de carro le molestará mucho perder esta herramienta, que tantos nuevos clientes les ha generado, se sugiere un pequeño subsidio gubernamental a la compra de carros y motos (de dos tiempos).
- Deben cancelarse las fotomultas en las ciudades donde ya existen; así ningún conductor se sentirá observado, y por lo tanto, no tendrá tentación de escaparse a toda velocidad, cada vez que sucede algún pequeño percance.
Ñapa: nadie ha tenido la valentía de decirlo, pero el que más mal estaba ubicado era el bus. Es bueno que haya buses, para que la gente que todavía no ha comprado su moto los use; pero en vez de darles tanto espacio a ellos (hay ciudades en este país, donde ya se les ha entregado carriles preferenciales para que solo los buses pueden transitar), necesitamos usar todo nuestro espacio para los carros. ¿Qué tal entonces pensar en pedirle a los buses que se retiren de nuestras vías principales? Así podremos entrenar más responsables conductores motorizados; en este país urgen nuevos practicantes de la tradicional movilidad tropical, que tanto beneficio le trae a esta sociedad.
