Varios jóvenes han hecho uso de las prácticas culturales en los ríos del Pacífico --juegos, canto, baile y poesía-- como formas de conservar un legado histórico que se fue heredando por generaciones. Reunirse en la orilla del río a las cuatro de la tarde, llevar banano, papachina (fruta típica del pacifico) pescado, hacer una fogata y montar la olla a cocinar --mientras se canta o se echa un verso-- es una práctica común entre los jóvenes del río Yurumangui. Era tan importante para ellos realizar este ritual que los padres de estos les prohibían ir allá cuando se portaban mal. Por ende los jóvenes trataban de cumplir con sus responsabilidades para poder participar del espacio.
Para nosotros los jóvenes, ir al río era el plan perfecto ya que era la oportunidad para interactuar con los demás, saber cosas que no sabíamos, nos enamorábamos, aclarar comentarios y planear cosas que podíamos hacer entre la semana.
Por las limitaciones que tiene el contexto para los jóvenes del río Yurumangui, la gran mayoría tuvieron que desplazarse a la cuidad en busca de mejores condiciones económicas y de formación integral, pues en nuestro río no hay bachillerato. Tampoco hay otras fuentes de trabajo diferentes al uso de la fuerza física, lo cual obliga a que los jóvenes se desplacen si consideran que no hay garantías suficientes para una estabilidad económica. Este fenómeno del desplazamiento ha hecho que se vayan perdiendo muchas prácticas esenciales de la formación integral de varias personas en Buenaventura. El riesgo para que desaparezcan las prácticas culturales de los jóvenes del río Yurumangui es que la cuidad no les ofrece las condiciones físicas, económicas y de seguridad para que practiquen sus actividades.