Conociendo el modus operandi de los medios de comunicación en Colombia, no se necesita ser brujo para entender que de una u otra forma le endilgarán consecuencias, en medio de la pandemia, a la realización o no del paro de los trabajadores del 28 de abril.
Parar es detener la producción, en todos los ámbitos. Si existiera esa conciencia colectiva, un acuerdo general, detendría el aparato productivo, sin poner en riesgo a la base.
A un día de la hora cero es necesario unificar criterios para evitar dar pie a los contradictores, que tendrán justificación perfecta para encontrar chivo expiatorio.
Con un gobierno inepto y descarado, capaz de mentir sin inmutarse, desvergonzado y cruel, todo se puede esperar. Imagino a los noticieros en 15 días, inflando datos y cifras de contagiados y muertos por cuenta de las aglomeraciones y las marchas.
¿Por qué dar razones tan obvias que se pueden evitar?
Debería darse una orden de paro, en el sentido estricto de la palabra. Detenernos indefinidamente, hasta que cesen las pretensiones vulgares de los que avasallan, con todos en casa.
No esperemos a que se nos pase esa cuenta de cobro.