En algunos momentos difíciles de mi vida, he recibido llamadas de amigos que me han preguntado, ¿cómo estas, Sergio? Hace 10 años, recibí una de estas llamadas, y mi amiga quien había amanecido pensándome, me dijo textualmente: “hoy, te tenía entre pecho y espalda”. Me llamó por que sí. Ella no sabía que yo estaba en el hospital. Me acababan de decir que tenía cáncer y esa amiga sintió algo tan profundo en su corazón que por eso me llamó. Estábamos conectados por un hilo invisible en el que, si a ella le pasa algo, yo lo sé y si a mí me pasa algo, ella lo sabe. Ese día, por esa conexión inexplicable, entendí la dimensión y conexión de la amistad.
Hablamos, lloramos, nos escuchamos y reímos, esta llamada me reconfortó, me dio esperanzas y sentí al amor profundo del amigo. Entendí la cita “Un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo será siempre un hermano” (Demetrio de Falero, griego - 350 al 280 A.C)
Con los verdaderos amigos compartimos nuestros pensamientos, sentimientos y emociones más profundas sin cuestionarnos. Un amigo nos acepta con nuestros errores y debilidades y nos quiere sin juzgarnos. Un amigo nos escucha… con empatía.
Con esta cuarentena y cambio de modo de vida, la amistad se ha puesto a prueba, la amistad verdadera se ha fortalecido y la que no, se ha desvanecido. El amigo se ha preocupado y escudriña el cómo te sientes, si perdiste el trabajo se ha ofrecido para ser solidario en la medida de las posibilidades, llora contigo y te escucha. Las risas espontáneas de los amigos te hacen olvidar los problemas, los amigos te sostienen, te impulsan con coraje y valentía cuando te sientes derrotado o cansado y te dan la mano cuando hay obstáculos.
El valor de la amistad verdadera se nos ha olvidado. La mirada cómplice y la sonrisa de un amigo son fuerzas que nos reaniman y debemos en este mundo convulsionado, de hipocresía, intereses y superficialidades, cultivar y cosechar la amistad como un bien supremo.
Popularmente se dice que los amigos son la familia que se escoge, no hay nada mejor que tener a un amigo con quien se pueda reír, llorar, recordar, hablar, celebrar, compartir, y es reconfortante saber que hay alguien que te entiende, se preocupa por ti sin juzgarte.
La amistad es uno de los tesoros más valiosos en la vida, en el libro Proverbios 17 y 27 de la Biblia dice: “el amigo ama en todo momento…” y “Los consejos del amigo alegran el alma”. (escrito de hace alrededor de 3.000 años).
Recuperemos este valor básico e inherente al SER que no tiene precio, no se puede comprar ni vender, es una de las expresiones del amor más bellas y exquisitas para la vida, es un bálsamo en tiempos de cambio que debe sembrarse, cosecharse y dar frutos.
Los quiero amigos.
Sergio Restrepo
