A paso silencioso pero seguro avanza en la Cámara de Representantes el proyecto de reforma a la salud. Los mismos congresistas que en público se dan golpes de pecho, y hablan pestes de la iniciativa, son los que la están sacando adelante.
Entre los artículos aprobados hay muchos nefastos. Pero el peor es aquel que convierte la Adres, ente estatal que reemplazó al Fosyga, en el pagador único de las obligaciones con los hospitales y clínicas. Mejor dicho, el gobierno está reviviendo por la puerta de atrás al Instituto del Seguro Social, ISS.
Como este es un país de población joven, la mayoría de los colombianos ignora lo que fue el manejo de la salud en tiempos del ISS, una entidad ineficiente, clientelizada, infestada de corrupción y politiquería. Lo que tenía como consecuencia que la prestación del servicio de salud era pésima.
Para comenzar, ese monstruo de mil cabezas que era el ISS, apenas atendía al 30 % de la población, es decir los empleados y sus familias. El que no tenía trabajo debía ir a mendigar la atención en los hospitales públicos. Muchos se morían esperando la atención. Y si el hospital estaba muy lleno, que era su estado normal, lo enviaban a otro y así comenzaba lo que se bautizó como el paseo de la muerte.
Mientras la gente se moría por una mala atención, o por la falta de la misma, el gerente del ISS se ganaba una millonada, manejaba una frondosa burocracia y dilapidaba los recursos de la salud en excentricidades como aviones privados. Hubo gerentes que tuvieron hasta 3 aeronaves a su disposición.
Gracias a la Ley 100 de 1993, ese monumento a la ineficiencia se acabó y asumieron el manejo de la medicina instituciones privadas. Unas malas y otras buenas. Las primeras desaparecieron por la implacable ley del mercado, pero subsisten magníficas empresas como Sura.
Es cierto que nuestro sistema de salud tiene defectos y es susceptible de mejorar. Pero también es una realidad que el actual modelo funciona mucho mejor que el anterior. Y no se necesita ser vidente para vislumbrar que opera mejor que el que quiere imponer este gobierno. (¿Se imaginan una Adres macrocefálica y politizada manejando los millonarios recursos de la salud? Ya vislumbro a los mandos medios cobrando tajada para agilizar el pago de las facturas a las hospitales y clínicas. Para no hablar del botín burocrático en el que lo convertirán los insaciables políticos)
Hoy, el 96 % de la población colombiana tiene cobertura en salud, uno de los porcentajes más altos del mundo. Y en el ranking que elabora la Organización de la Salud, OMS, nuestro sistema está entre los 30 mejores del planeta. Por encima del de todos los países de Latinoamérica e, incluso del estadounidense. En este hemisferio solo lo supera el canadiense. El que no me crea, que busque el ranking de la OMS en Google.
En mi sentir, el gran avance que aportó la ley 100 fue que le dio la posibilidad al ciudadano de escoger la empresa que quiere que lo atienda en salud. La diferencia entre el actual y el anterior modelo es que antes la gente tenía que soportar todos los abusos y la ineficiencia del Seguro Social. Ahora si una persona no está conforme con la atención que le presta su EPS, simplemente se cambia para otra. Ese es un privilegio que los colombianos no nos podemos dejar quitar.
Lo que le talla al presidente Petro es que el dinero de la salud sea manejado por los particulares y que estos hagan de la salud un ‘negocio’. Lo que olvida el Mandatario es que los mejores hospitales y las mejores universidades del mundo son un ‘negocio’, en el sentido de que cobran por sus servicios y buscan obtener utilidades. Lo que pasa es que ese ‘negocio’ que manejan los buenos hospitales y las buenas universidades tiene un sentido social. Lo que significa que usan los recursos que obtienen para tener buenos médicos y buenos maestros, buenos equipos, buenas instalaciones y para prestar un buen servicio. Y entre más rico sea una universidad o un hospital, mejor servicio puede prestar.
Pero al presidente obtuso que tenemos todo lo que huela a empresa privada le choca profundamente, así se reúna y les haga ojitos a los grandes empresarios del país.
A él lo que le gusta es que el Estado lo maneje todo. Y por eso busca acabar con las EPS, con los Fondos privados de pensiones, con las clínicas y los colegios y universidades particulares
A él lo que le gusta es que el Estado lo maneje todo. Y por eso busca acabar con las EPS, con los Fondos privados de pensiones, con las clínicas y los colegios y universidades particulares. Y va a empezar con el sistema de salud.
El gobierno tiene un plan B en caso de que la reforma a la salud se hunda. La estrategia es clara: asfixiar económicamente las EPS, como lo está haciendo con Sanitas, para que esta tenga que liquidarse. De esa forma, los afiliados a Sanitas los asume la Nueva EPS, que es estatal. Luego de acabar con Sanitas, irán por Sura y por todas las EPS que subsistan para que al final quede solo la EPS oficial. Que en la práctica será un Seguro Social con otro nombre.
Petro abomina al sector privado y su obsesión es acabar con todo lo que sea de iniciativa particular. Lo que pasa es que no puede destruir todo de un totazo, pero denle tiempo y verán.
