La cruz con la que los colombianos estamos aplastando a Egan Bernal

La cruz con la que los colombianos estamos aplastando a Egan Bernal

Se nota el afán de los grandes medios y de Twitter porque el de Zipaquirá acelere su recuperación
y vuelva a ganarlo todo. Lo único que importa es que está vivo

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febrero 20, 2022
La cruz con la que los colombianos estamos aplastando a Egan Bernal
Foto: Instagram/@eganbernal

Ser colombiano es un acto de fe. Aunque somos un pueblo alegre –dizque el más feliz del mundo, háganme el favor- no tenemos muchas cosas que celebrar. La corrupción nos carcome, el cinismo de nuestros políticos y del propio presidente cada vez aterra más. Las pocas razones de unirnos como país están asociadas al deporte. Por eso es que nos levantamos bien si Luis Díaz la rompe con el Liverpool o si algún ciclista le gana en una competencia a los gigantes europeos. El ciclismo sobre todo es lo que nos ha hecho feliz.

Colombia es el único país del tercer mundo que ha podido ganar las tres grandes vueltas del ciclismo mundial. El ciclismo es un deporte netamente europeo, tuvo visos de volverse una fiebre mundial en la época de Armstrong, por lo del milagro de su recuperación y todo eso que resultó siendo una mentira, pero el fraude del norteamericano realmente acabó con cualquier ambición de que el Tour de Francia tuviera un rating de mundial.

Sin embargo para nosotros es importante, es tal vez lo más importante. Tenemos un monstruo, la bestia, le dicen desde los 18 años por los indicadores que marca cada vez que va a probar su fuerza, que a sus 24 años ya había ganado un Tour y un Giro, y podría ser uno de los diez hombres en la historia en ganar las tres grandes vueltas. Hazaña descomunal. Pero un descuido de un conductor de bus que paró en donde no debía echó a tierra sus ambiciones que en este 2022 estaban acorde a su poder.

Se rompió 20 huesos y tuvo un 95 % de probabilidades de quedar parapléjico. Se salvó de milagro, así no más, de milagro. A un mes de su accidente Egan Bernal ya salió de la clínica. Los médicos están asombrados con su poder de recuperación. No es la primera vez que sus huesos se soldan, como si fuera un X Men.

Una caída en Francia mientras preparaba el Giro del 2019 le partió la clavícula. Decían que su temporada estaba arruinada. El Joven Maravilla se fue a una clínica en Andorra y cambió su preparación para buscar ser el primer Latinoamericano en ganarse un Tour de Francia. Ya todos sabemos la historia. Pero lo que le pasó es mucho más grave que lo que le pudo pasar a cualquier ciclista que esté en el pelotón internacional y esto es decir mucho teniendo en cuenta de que todos se han aporreado duro. Por nuestra propia miseria, por nuestra ausencia de triunfos, no nos quedamos con la victoria suprema de Egan: sobrevivió a un terrible accidente.

No, queremos saber es si el muchacho va a ser el mismo. Egan nos sirve en tanto que nos tenga algo que dar. En el 2011, cuando esta generación de ciclistas se levantaba en Europa, Mauricio Soler, a sus 26 años, lideraba el Movistar en la Vuelta a Suiza. Era un escalador descomunal. Pintaba esa temporada para ganarse la Vuelta a España. Pero un accidente contra una inoportuna señal de tránsito lo dejó en coma un mes. Nunca volvió a subirse en una bicicleta. El país, que vibró con la etapa que ganó en el Tour de Francia del 2007 simplemente lo echó al olvido. Era mercancía dañada.

Hoy pocos lo recordamos. Por eso le estamos poniendo una cruz a Egan que lo puede aplastar. Ojo, estamos hablando de un extraterrestre, de un ser de otra dimensión, con una mentalidad superior a la de cualquier atleta que haya dado este país. Pero no sabemos cómo reaccione su cabeza después del shock. A cualquier ser humano le daría terror subirse a una bicicleta y alcanzar en un descenso 120 kilómetros sin saber qué le podría pasar.

Por eso me parece una ofensa grandísima ponerle la presión de que se recupere en tiempo record, que en un año ya vuelva a estar encima de su bici y nos dé alegrías. Ya la alegría máxima nos la dio, no sólo con su Tour y su Giro, sino verlo de pie, luchando, intentándolo. Es una proeza tan grande como ganar las tres grandes vueltas que pueda salir caminado de su casa. Si vuelve a ser el mismo pues fantástico, pero si algún día Egan vuelve a competir así sea en un Clásico RCN y queda último igual hay que derribar a Bolívar y poner su efigie frente al Congreso.

Dejen la bulla en Twitter, dejen de preguntar si tiene piernas para correr un Tour. Celebren que está vivo y que si ya, a sus 25 años, decide retirarse, será igual el deportista más grande que ha dado este país. Y dejen de trinar tanto, desocupados, que afuera hay una vida. Vivan.

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