Y esa mañana me levanté leyendo aquella fatal noticia, otra mujer muerta en la jurisdicción del municipio de Puerto Colombia, en el Atlántico, en medio de unos hechos confusos, donde se ve involucrado quien al parecer era su pareja sentimental. La historia relatada por el medio local daba cuenta de unos hechos que uno pensaría solo se dan en la ficción.
Pasaron las horas y lo que leí me daba vueltas en la cabeza. Mientras trataba de encontrar un razonamiento lógico a lo acontecido, advertí a través de una publicación de una amiga en una red social que la mujer de la noticia era una conocida.
Ella se llamaba Bibiana, abogada, a quien muchas veces tropecé en los pasillos de la universidad siendo los dos alumnos del alma mater. Ella, en semestres más avanzados. Yo, entrando en el mundo universitario.
Los recuerdos no se hicieron esperar, llegaron como aves en bandada de una época donde en mis ratos libres como universitario. Junto con mis compañeros, nos sentábamos a quemar el tiempo esperando alguna clase, mientras reíamos o veíamos una danza de bellas mujeres que transitaban de un lado a otro por los pasillos.
Su belleza era diferente, rompía todos esos patrones de beldad femenina que a mí me llamaban la atención, pero que muchas veces me doblegó e hizo que mis ojos se perdieran en ella, intentando encontrar respuesta de no sé qué.
Lastimosamente, hoy me encuentro con una espeluznante realidad, su partida violenta de este mundo, en el que la mujer por su simple condición pareciera tuviese el letrero de culpable, donde ellas experimentan con su integridad física el embate desmedido de una violencia cobarde ejercida por los "dueños de su existencia".
La partida de Bibiana destruyó la existencia de una profesional, de una madre y de una hija, mientras el listado de mujeres expuestas a algún tipo de violencia en Colombia aumenta en desmedida, en muchos casos silenciados por el miedo, por la indiferencia, por la negligencia y por la ineficiencia de un sistema judicial al que le ha quedado grande proteger a la mujer, independientemente de su condición social.
La forma como se violenta a la mujer en Colombia es una realidad que, además de alarmante, requiere de una intervención inmediata, sostenida en el tiempo, con amplias campañas de sensibilización y de trabajo con el género masculino que propicie un cambio de mentalidad en cuanto a creencias, actitudes y comportamientos que en nada contribuyen al respeto de la dignidad humana.
La imagen de Bibiana perdurará en mis recuerdos hasta terminar mis días. En mis remembranzas quedará la risa de una mujer que aprecié en silencio y que me recuerda que casos como el de ella deben ser erradicados de una sociedad donde se enquistó la indiferencia ante la muerte y el dolor.
*Dedicado a todas esas almas de mujeres que han sido arrancadas de este mundo
