La crucifixión de Maduro: Revolución bolivariana, entre la espada y la pared

La crucifixión de Maduro: Revolución bolivariana, entre la espada y la pared

Hugo Chávez es irremplazable, por eso la apuesta por el actual líder ha sido un rotundo fiasco pues no ha sabido administrar su herencia. Una mirada

Por: Carlos de Urabá
febrero 13, 2019
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
La crucifixión de Maduro: Revolución bolivariana, entre la espada y la pared
Foto: Instagram @nicolasmaduro

Debemos tener la cabeza fría y adelantarnos a los acontecimientos. En Venezuela se viven instantes de gran tensión sociopolítica que nos hace temer un dramático desenlace. Tal y como ha sucedido en otros casos a través de la historia se espera que aparezca un redentor venido del cielo que restablezca la armonía y la prosperidad. Poniendo los pies en tierra la facción más revolucionaria de las Fuerzas Armadas es la única capaz de encabezar un gobierno de salvación nacional —quizás apoyado por un sector progresista de la sociedad civil o el PSUV—.

En un ambiente tan polarizado es difícil un acercamiento entre el oficialismo y la oposición. Lo más seguro es que en las próximas semanas se recrudezcan las protestas, los choques entre las “guarimbas” y la policía bolivariana porque los manifestantes se lanzan a la calle decididos a desahogar su rabia en un claro intento por desestabilizar aún más al gobierno. Entramos en una fase de guerra fratricida que deja un número indeterminado de muertos, heridos y arrestados.

La oposición a Maduro representada por la Mesa de Unidad Democrática —que domina la Asamblea Nacional (considerada el enemigo interno)— exige su renuncia y elecciones anticipadas. “Que la voluntad popular decida el futuro del país”. Sin embargo, estamos ante un callejón sin salida y por eso el presidente Maduro —cuya popularidad está por los suelos— necesitaba legitimarse en el poder convocando una Asamblea Constituyente y así alejar el fantasma del referéndum revocatorio (la oposición se negó a participar en esta “mascarada”). Derogar la constitución vigente es algo que muchos veteranos chavistas reprueban, pues lo ven como una afrenta a la memoria del extinto comandante Hugo Chávez.

Si se diera un golpe cívico-militar chavista contra Maduro sin duda alguna el autor o los autores serían aclamados y bendecidos por la mayor parte de la población. Pasarían a ser considerados como los salvadores de la patria. ¿Quizás en estos momentos se esté fraguando un golpe en los cuarteles o en el mismísimo palacio de Miraflores? ¿Quién sabe? Tal vez se le obligue al presidente a que firme una renuncia voluntaria para evitar su derrocamiento y por ende su humillación. El hecho es encontrarle una salida digna y honrosa al “hijo de Hugo Chávez”. Si Cristo fue vendido por Judas (su apóstol predilecto) a los romanos por 30 piezas de plata, ¿por qué no puede suceder algo parecido con Maduro? No sería un golpe de tipo reaccionario o fascistoide sino más bien un “relevo por imperativo legal” propiciado por el ala más izquierdista del chavismo en confabulación con distinguidos personajes de la sociedad civil o del partido PSUV.

Lo que demuestra esta profunda crisis es que la figura del comandante y jefe Hugo Chávez es irremplazable. La apuesta por Maduro ha sido un rotundo fiasco pues no ha sabido administrar su herencia. Y ese Judas que venda a Maduro —como sucedió con Jesucristo— es alguien muy próximo a su círculo íntimo. Quizás un alto mando de reconocido prestigio que indignado se rebele al contemplar impotente cómo se derrumba la gloriosa Revolución bolivariana. Está en juego la supervivencia del socialismo del siglo XXI que ha llegado a extenderse por distintos países de Latinoamérica (Argentina, Brasil Ecuador, extinto ya; Bolivia, Nicaragua y Cuba aún pervive), sin olvidar organismos tan importantes como el Alba y la Unasur o la Celac.

Maduro empieza a ser visto por el chavismo más radical como una figura incómoda y problemática. Se ha convertido en un lastre que hay que sacarse de encima antes de que todo se vaya al garete. Es un personaje ya sin jale electoral obligado a atrincherarse en el Palacio de Miraflores a la espera de que cese la “aciaga tormenta”, porque presumiblemente lo que se viene encima es una intervención militar dizque “humanitaria” por parte de los EE. UU. y sus aliados regionales. Algunos analistas piensan que puede ser algo muy parecido a lo ocurrido en playa Girón en Cuba 1961, es decir, una invasión contrarrevolucionaria integrada por soldados y oficiales desertores o traidores.

Tras el hipotético golpe (“amigo”) lo más seguro es que la primera medida que se adopte sea la convocatoria de elecciones libres en un tiempo prudencial (tal y como lo exige igualmente la Mesa de Unidad Democrática). Desmontar la Asamblea Nacional Constituyente, dirigida por Daisy Rodríguez y el Consejo Nacional Electoral, es otra de las cuestiones a resolver. En las elecciones del 2018 Maduro se enfrentó al exchavista Henri Falcón de la Avanzada Progresista y al pastor evangélico y empresario Javier Bertucci por Esperanza de Cambio sin que participara la oposición representada por la Mesa de Unidad Democrática —según estos para no legitimar un fraude que perpetúe a Maduro—. Tampoco hay que descartar una amnistía de los presos políticos como un gesto de buena voluntad hacia la oposición. Es prioritario restablecer la paz social y calmar la presión de los países occidentales (bloque EE. UU.- UE). A ciencia cierta estas elecciones derivarán en el triunfo de la derecha más retrógrada y reaccionaria pro yanqui. Lo que significará con certeza un largo periodo— tal vez de lustros, décadas ¿siglos?— bajo su dominio.

¿Quién sostiene a Venezuela? Por paradójico que parezca hasta hace bien poco EE. UU. le seguía comprando petróleo al gobierno e, incluso, vendiéndole ante la escasez de crudo. Goldman Sachs también compraba bonos a la petrolera estatal PDVSA que le permitía un respiro ante la grave crisis de liquidez. Una valiosa contribución del “imperio” que ayudaba a mantener a flote la maltrecha economía. El que paga la factura de petróleo a Venezuela es EE. UU. No obstante, las sanciones impuestas por Donald Trump, congelando las cuentas de la filial Citgo y el dinero de sus exportaciones que será depositado en fideicomiso (para transferirlo al gobierno paralelo de Guaidó), hacen aún más sangrante el bloqueo. Los fondos confiscados en el exterior se cifran en millones y millones de dólares.

Si el barril de petróleo cae por debajo de los 50 dólares la situación se pondrá bastante peliaguda. Sus únicos valedores con peso específico son Rusia y China a los que debe pagarle su apoyo incondicional a base de petróleo, oro, diamantes, coltán y otros minerales estratégicos (hierro, carbón, bauxita, cobre) Lo difícil es que estas potencias se comprometan en la defensa de la soberanía de Venezuela teniendo en cuenta que sus bases militares más cercanas se hallan a miles y miles de kilómetros de distancia. La doctrina Monroe de América para los americanos —que se hizo patente en la crisis de los misiles nucleares en Cuba 1962— precisamente se instauró para impedir que potencias foráneas puedan intervenir en la zona de influencia norteamericana. Aquí lo que manda es el Destino Manifiesto que es una de las características fundamentales del expansionismo imperial yanqui otorgado por la voluntad divina. Cuba, Bolivia o Nicaragua, como aliados más cercanos, poco pueden hacer en estos momentos en que el cerco político y económico es masacrante.

El trágico caso de Venezuela nos es un hecho aislado sino que se circunscribe a la nefasta situación socio—económica que golpea muchos países de América Latina.

Parte del desfalco de PDVSA —cifrado en más de 2.000 millones de euros en comisiones ilegales— se pagaron a funcionarios y empresarios próximos al chavismo en bancos en Andorra. Un caso que está siendo investigado por la Audiencia Nacional de España que acusa a 35 funcionarios chavistas de blanqueo de capitales. De ahí que estemos tan solo ante un pequeño ejemplo de los múltiples casos de corrupción que empiezan a ser investigados por los tribunales de justicia. ¿Dónde están los testaferros?, ¿cuáles son los paraísos fiscales en los que depositaron su botín? Que se revelen las cuentas bancarias secretas de la nomenclatura traidora. La corrupción ha permeado todas las instituciones del estado: el Banco del Pueblo, corrupción; el Banco de las FF. AA., más corrupción; el Banco de los Obreros, corrupción; el Banco del Alba, más corrupción ¿Este es el socialismo del siglo XXI? Se dedican a robar a manos llenas y engañar de la manera más descarada a sus bases, a sus militantes para hacerles creer que defienden la “democracia y la libertad”. Es muy tarde ya para regenerar el sistema y limpiarlo y tan solo les queda utilizar la táctica de las fake news para negar todas las acusaciones. El latrocinio supera incluso a Odebrecht que es el escándalo más grande de corrupción y de sobornos de América Latina. Todo es una mentira absurda, no hay producción, ni productividad, solo desnutrición y hambre.

El bloqueo impuesto por los gobiernos hostiles, los empresarios, inversionistas, multinacionales no persigue otro propósito que derrumbar el régimen de Maduro ¿quién puede competir contra el monstruo capitalista neoliberal y privatizador que domina la economía mundial? Gobierno que ose contradecir el rumbo que marcan las directrices del FMI o el Banco Mundial o el BID corre el riesgo de caer en la ruina más espantosa. Los impagos de la deuda externa venezolana que se estiman en 150.000.000 de dólares hacen que las perspectivas de futuro sean aún más pesimistas. Hace unos meses las agencias calificadoras de riesgo le bajaron la nota a Venezuela a C negativo. Con la caída en estos últimos 4 años del PIB al 34% han perdido toda la confianza del sistema financiero internacional. Paradójicamente Goldman Sachs y China están comprando bonos de deuda venezolana —mejor conocidos como “bonos de hambre”— por 800 millones de dólares que cuando caduquen dentro de 5 años se convertirán por arte de magia en 2.800 millones de dólares. Maduro espera ilusionado que para entonces el barril de petróleo sobrepase nuevamente los 100 dólares.

¿Economía colectivista bolivariana (propiedad del pueblo) o el libre mercado capitalista (propiedad individual privada)? El hecho irrefutable es que la industria venezolana tiene un tremendo déficit de producción que le impide abastecer la demanda interna por falta de insumos y materias primas. Es por ello que en los últimos quince años han tenido que cerrar más de 500.000 empresas. La falta de competitividad es el sello de perdedor neto en el contexto de la economía globalizada. Además teniendo en cuenta la política de expropiaciones, nacionalizaciones, y ocupación de tierras (más de cinco millones de hectáreas productivas han sido expropiadas) llevadas a cabo por el chavismo confirma que el principio de legalidad no se respeta. Un inversionista no va a arriesgar su capital si no se le ofrecen las más mínimas garantías de estabilidad económica y financiera. La responsabilidad jurídica ante los inversores extranjeros —que principalmente son de EE. UU. y La UE— es imprescindible para mantener en alza los índices de crecimiento. Si no se ciñe a los principios básicos de la sociedad de consumo capitalista se tendrán que atener a las más dolorosas consecuencias. Producir para consumir es la máxima.

Los Clap (Comité Local de Abastecimiento y Producción) se encargan de distribuir (semanalmente) las raciones de comida de la cesta básica a 6 millones de hogares venezolanos. Maduro afirmó que “es una revolución del sistema distributivo, que es donde tenemos penetrado el capitalismo parasitario, bachaquero, especulador y criminal” Esto no es más que un mecanismo de dependencia directa o de beneficencia que permite al estado crear una red clientelar dócil y sumisa que luego deposite en las urnas un voto favorable al oficialismo. Para reactivar la economía no existe ningún plan concreto o factible a corto plazo así que tendremos que asistir a una lenta agonía que hará aún más crítica la insatisfacción de las clases populares y por consiguiente la represión policial.

El mercado internacional de alimentos está dominado por empresas multinacionales que se niegan a venderle productos a Venezuela pues sus impagos se cifran en millones y millones de dólares. Estas empresas capitalistas que se rigen por la ley de la oferta y la demanda no otorgan créditos a morosos y menos a un régimen “comunista” al que no le guardan ninguna simpatía. Contra el bloqueo no queda más remedio que resistir y tratar de implementar otras opciones como las cadenas agro productivas para enfrentar la emergencia social. La dependencia de las importaciones limitó la oferta de alimentos por la restricción de divisas para adquirirlos. Es fundamental la creación de empresas estatales de abastecimiento para garantizar la seguridad alimentaria. Aunque la mayoría de las industrias públicas cuentan con equipos obsoletos, averiados y sin repuestos. En los últimos años se han perdido por el bloqueo y la persecución financiera de los EE. UU. más de 35.000 millones de dólares.—según el Ministro de Relaciones Exteriores el señor Arreaza. “No es bloqueo, es corrupción”—replica Guaidó. Las expectativas no pueden ser más alarmistas; el déficit público se dispara, la recesión es imparable, la hiperinflación infinita y para rematar PDVSA agoniza desahuciada. La corrupción golpea todos los estamentos del gobierno y de las FF. AA. y el sistema corre el riesgo de implosión.

La revolución bolivariana es mucho más urbana que rural. Incomprensiblemente se ha desentendido de los campesinos que están condenados a emigrar a los tugurios de las grandes ciudades (Donde hoy se concentra más del 70% de la población) En Venezuela solo el 5% de la población trabaja y produce alimentos para que sean consumidos por el 90% restantes, demostrando así el fracaso de la Gran Misión Agro Venezuela. La ecuación es muy simple: campesinos transformados en mendigos, sus hijas en prostitutas y sus hijos en hampones.

Ante el creciente desempleo y los bajos sueldos la única alternativa es dedicarse a los negocios ilícitos. El contrabando es una salida exitosa y muy rentable. Se calcula que a Colombia entran clandestinamente 100.000 barriles de petróleo diarios a través de los 2.200 kilómetros de frontera muy difíciles de controlar. Todos los guardias, policías fiscales y aduaneros son propensos a ser sobornados porque si los altos mandos de la noche a la mañana se enriquecen ellos no van a ser menos. Los grupos delincuenciales de las Bacrim (de Antioquia y Santander) o “Megateo” ex-Farc se encargan de administrar este tráfico ilegal con un margen de beneficio del 2000%. El contrabando es la principal herramienta del lavado de dinero negro. Al “pitufeo” hay que sumarle los alimentos subsidiados, especialmente la carne, arroz, aceite o harina. Cúcuta se ha ganado el título de capital del contrabando, de la prostitución, el tráfico de droga en Colombia y es la directa culpable de la escasez de productos en Venezuela. Muy al contrario de lo que se cree la frontera no está cerrada pues por allí ingresan a partir de altas horas de la noche cientos de camiones que abastecen con productos básicos las bodegas del gobierno venezolano. Mientras que la ayuda humanitaria sigue bloqueada y sin ninguna posibilidad de que pueda sino es mediante el uso de la fuerza. Con esto se demuestra que existe una complicidad entre empresas colombianas y el chavismo a pesar de que los dos países supuestamente son acérrimos enemigos.

El aparato productivo local es nulo y el desabastecimiento tan severo que obliga a la mayor parte de la población a hacer largas colas en los almacenes de abarrotes o supermercados donde tienen que identificarse mediante su huella digital (biométrico) para adquirir los productos de primera necesidad (solo se entregan semanalmente) Se han tenido que tomar estas medidas para intentar detener el contrabando que propician las mafias de “bachaqueros” y especuladores que prefieren vender los productos en Colombia donde pueden sacar un 100% de beneficio de su valor original. Estamos asistiendo a un inclemente y despiadado negocio de las mafias que son las que se llenan los bolsillos a costa del sufrimiento del pueblo. El mercado negro igualmente contribuye al alza de los precios y a aumentar la inflación. La rutina diaria no puede ser más deprimente y de nada vale el idealismo revolucionario o las consignas de ¡patria o muerte! ¡Hasta la victoria, siempre! ¡Venceremos! cuando no se satisfacen los instintos básicos. “No necesitamos ayuda humanitaria porque somos autosuficientes. No se aceptan limosnas” –aduce Maduro. Pero los planes de Washington son bien distintos pues están decididos a intervenir desde Colombia ante la emergencia social.

Y así van pasando los años y el panorama no cambia y la miseria aumenta sin que haya visos de que se resuelva esta humillante vía crucis. A la escasez hay que sumar los cortes de luz, la falta de agua y en las próximas semanas el desabastecimiento de gasolina. Muchos venezolanos ante tan masacrante crisis económica, la inseguridad (Caracas es una de las ciudades más peligrosas del mundo) el desabasto y la falta de perspectivas de futuro los obliga a emigrar hacia los países vecinos en busca de una salida digna a tantos quebrantos. Y es que no se puede ocultar una realidad tan desgarradora: la clase obrera depauperada, los funcionarios públicos sin cobrar los sueldos, los trabajadores, los estudiantes, los profesionales desesperados, una población activa que representa un capital humano de incalculable valor desperdiciado por completo.

Venezuela ni siquiera se ha planteado la transición de los recursos naturales no renovables a los renovables (tan en boga en los países más industrializados del planeta) El gobierno chavista continua con una mentalidad del siglo XX despreciando por completo las energías alternativas más limpias y armoniosas con el medio ambiente. Venezuela cuenta con las emisiones de CO2 de las más altas del mundo y una contaminación ambiental de carácter crónico. Quizás el ejemplo más desgarrador sea el caso del golfo de Maracaibo que a raíz de las plataformas petrolíferas, los complejos petroquímicos y los derrames de crudo ha provocado uno los ecocidios más brutales en todo el continente americano.

Venezuela cayó en la trampa del fenómeno denominado por los economistas como “enfermedad holandesa” que define la maldición de la bonanza petrolera cuya consecuencia es el aumento pronunciado de las importaciones a raíz de la revaluación de la moneda nacional por la abundancia de divisas. Si el dólar es barato, las importaciones aumentan y tiende a destruir la capacidad de producción agropecuaria e industrial. Este monocultivo que se mide por los millones de barriles de petróleo extraídos diariamente ha condenado al desastre más ruin de la economía nacional sin que se hayan tomado medidas de choque para prevenirlo. Hoy la producción diaria de petróleo en Venezuela es de 1.127.000 barriles (que representa el 96% del PIB y el 98 % de sus divisas) mientras en 1998 se producían 3.120.000 de barriles. Venezuela confió su futuro al desarrollo de la industria petroquímica sin prestarle atención a otros renglones como el industrial, agrícola, ganadero, pesquero, etc. El campo venezolano, de tierras fértiles pero abandonadas, debería ser el motor económico del país.

El boom petrolero de 1973 trajo consigo la contracción en la producción agrícola. No se hicieron los máximos esfuerzos por salvaguardar la soberanía alimentaria y este lamentable error los conduce a la autodestrucción. En los años setentas —gracias a la renta petrolera— Venezuela importaba —especialmente desde EE. UU.— los productos más variados en el rubro de la alimentación, ropa, electrodomésticos, automóviles o artículos de lujo. El nuevo dorado del oro negro atrajo a millones de inmigrantes venidos desde distintos países de Suramérica deseosos de participará en la orgía de los petrodólares.

El estamento militar es el principal pilar del régimen de Maduro y por lo tanto se reserva el derecho de administrar las empresas estatales expropiadas: PDVSA, las minas diamantes, de oro, el coltán, cobre, etc. Los jefes y oficiales de las FF. AA. hacen parte de la nueva élite oligárquica revolucionaria acostumbrada a moverse en helicópteros, camionetas blindadas o en jets ejecutivos, mientras los soldados—parias ganan unos 4 dólares mensuales. Se intenta presentar a Venezuela como una potencia armamentística preparada para enfrentar cualquier amenaza exterior (imperialista), los cuarteles se mantienen desde hace meses en estado de alerta, las tropas realizan ejercicios tácticos de fuego real, por todas partes exhiben aviones, tanques, cañones, misiles (arsenales bélicos proporcionados por Rusia y China) Los comandantes de las unidades confiesan que están preparados a rechazar cualquier agresión contra el suelo patrio. “Para defender el derecho a la paz es necesario armarse” Armas por petróleo, armas por oro, por supuesto.

Buena parte de la izquierda ingenuamente todavía piensa que la Revolución Bolivariana es la vanguardia mundial del proletariado. Los periodistas más críticos afirman que la muerte de Chávez se podría considerar el certificado de defunción del socialismo del siglo XXI. Tanto es así que sus asesores más comprometidos con el proyecto bolivariano —como es el caso de la cúpula de Podemos en España— han reconocido “la nefasta situación económica y social de Venezuela”. Ellos mismos hace unos años que la tenían como “referencia fundamental para los pueblos del sur de Europa”.

Los estudiantes de la universidad pública y privada y hasta de los colegios de secundaria que generalmente se inclinan por la ideología izquierdista en Venezuela hacen parte de la oposición al régimen. Todos están convencidos que luchan contra una dictadura y defienden la acción directa al estilo anarquista para derribarla. “el régimen reprime brutalmente las protestas pacíficas y envía escuadrones de la muerte a masacrar al pueblo que solo clama libertad” Muchos se inspiran en el movimiento estudiantil de izquierdas surgido en la Universidad Central durante la dictadura militar del coronel Marcos Pérez Jiménez. Los estudiantes de la protesta anti Maduro, se inclinan por el neoliberalismo, son partidarios de privatizaciones y la economía de mercado. De otro lado se encuentran los estudiantes pobres de las universidades públicas más afines con el chavismo pero igualmente maltratados por la crisis social y que posiblemente también tomen partido por la insurrección. El ultimátum que se le ha dado a Venezuela no solo proviene del exterior sino también de sus propios ciudadanos rendidos y agotados. El cerco al régimen es demoledor: el embargo de las cuentas corrientes y propiedades en los EE. UU. de los más importantes líderes y funcionarios. Y no solo eso sino que se les intervienen y bloquean la telefonía celular, las redes sociales de Twitter, Telegram, WhatsApp o Instagram.

No obstante los dirigentes disfrutan de un tren de vida espectacular donde todos sus deseos se cumplen con tan solo frotar la lámpara maravillosa de Aladino. En sus lujosas residencias las alacenas están muy bien abastecidas con alimentos importados y de las mejores marcas para satisfacer los más exquisitos paladares. No falta, la langosta, la carne o el caviar, los licores de primera categoría el whisky o el champagne. Porque en medio de la miseria y el hambre existe una clase privilegiada de alto poder adquisitivo que se aprovecha de las inmensas prebendas con las que el régimen premia su fidelidad. Entre los que hay que resaltar la nomenclatura, la burocracia y el funcionariado o los altos mandos de las fuerzas armadas que no se priva de los más excéntricos caprichos. La “boliburguesía” chavista ha invertido millones de dólares en EE. UU. o Europa en la compra en apartamentos de lujo, mansiones, carros de alta gama o joyas. Que se haga pública cuál es la fortuna de María Gabriela embajadora alternativa de Venezuela ante las Naciones Unidas en París, hija del extinto Hugo Chávez cuya fortuna se insinúa puede sobrepasar los ¡4.000 millones de dólares!, la otra hija Rosinés le gusta hacerse fotos con las manos llenas de dólares, mientras los hijos de la primera combatiente Cilia Flores Yoswal y Walter se gastaron 45.000 dólares en una estadía de 18 noches en el hotel Ritz de París, a lo que hay que añadir las fiestotas y las compras en las tiendas de lujo, Daniella, la hija de Diosdado Cabello, que se cree una diva, maneja tremenda cuenta corriente que le transfiere su papá para que viva a cuerpo de rey junto a su novio el cantante Omar Acedo en New York. Nicolasito, hijo de Maduro, elegido constituyente por el sector “trabajadores”, tampoco se queda atrás y es famoso por sus travesuras como cuando en una fiesta en el gran hotel Meliá de Caracas se le vio bailando bajo una lluvia de dólares. Igualmente los hijos de la cúpula militar como Mitchell Padrino, el primogénito del ministro de defensa, y su hermana Yarazetd se dedican a la dolce vita en las discotecas más famosas y caras de Madrid. Evidentemente ellos dicen que todo esto es falso, que son las consabidas fake news como parte de un complot para desprestigiar la Revolución Bolivariana.

Para justificar todos los desafueros se insiste en que el imperialismo —al estilo de lo que sucedió en Libia o Siria— quiere destruir Venezuela. Es parte de un discurso victimista y demagógico que intenta demostrar que todos los males que padece el país son producto de agentes externos, de terroristas que pretenden boicotear su economía y derribar un gobierno legítimamente constituido.

Actualmente en Venezuela existen dos parlamentos; una Asamblea Nacional (dominada por los partidos “burgueses y pitiyanquis”) y una Asamblea Nacional Constituyente inventada por el chavismo para boicotear a la oposición al no aceptar su derrota el 6 de diciembre del 2015. Según ellos la violencia de las guarimbas amenazaba la paz ciudadana y no les quedó otra alternativa que convocar al pueblo a las urnas para que aprobara una nueva carta Magna (en reemplazo a la promulgada en 1999). Algo que las facciones más fundamentalistas del chavismo rechazaron por completo.

La Revolución Bolivariana no se comprende sin Cuba pues ya desde el año 1994 Hugo Chávez y Fidel Castro gestaron las bases de un proyecto revolucionario latinoamericano. “Nosotros ya lo decíamos en los cuarteles militares de Venezuela: Cuba es un bastión de la dignidad Latinoamericana y como tal hay que verla y como tal hay que seguirla y como tal hay que alimentarla” Cuba es el país que mayor influencia política tiene en el gobierno de Maduro y por lo tanto directamente implicado en la resolución de este conflicto. Venezuela es el último eslabón del castrismo que ha exportado su revolución por África y América Latina especialmente en la época de la guerra fría. Para la administración Norteamericana tras la caída de Venezuela el próximo objetivo es “liberar y democratizar” Cuba. Tal y como lo expresó Trump en su reciente discurso sobre el Estado de la Unión: “los EE. UU. jamás serán un país socialista. Nacemos libres, y nos mantendremos libres” —en referencia a la dictadura que él llama “castrochavista”—.

El pueblo ha perdido la fe y la confianza en el socialismo del siglo XXI pues es desmoralizador luchar por la supervivencia en un país que posee las reservas de petróleo más grandes del mundo, las reservas de oro más grandes del mundo y ganar 10 o 15 dólares mensuales. Sin petróleo jamás se hubiera desarrollado la Revolución Bolivariana y su expansionismo a nivel regional y continental. Maduro hace un imperioso llamado a su pueblo para que resista y no baje la guardia ante el bloqueo imperialista que amenaza destruir Venezuela y apoderarse de sus riquezas. Pero la lucha diaria del pueblo no es contra los yanquis sino por conseguir un trozo de pan o un vaso de leche. La pobreza y la hambruna son los verdaderos enemigos a batir. Sin un empleo digno y con unos salarios irrisorios solo quien tenga dólares fresquecitos puede adquirir alimentos o medicinas.

El gobierno de Maduro sufre un veto político y económico a nivel internacional (principalmente en la OEA y Mercosur, y apenas se puede refugiar en el Alba y Unasur) sus cuentas están bloqueadas y encima las principales potencias occidentales le han dado la espalda reconociendo al presidente provisional Guaidó. Sin ninguna duda que existe una conspiración internacional para destruir la Revolución bolivariana. Sus enemigos acusan al chavismo de ser un serio peligro para la estabilidad de la región por los apoyos que brinda a la guerrilla colombiana del ELN o las disidencias de las Farc. Además de mantener vínculos con el narcotráfico internacional y relaciones de amistad y cooperación con países ligados al terrorismo como Irán, Siria y el grupo libanés Hezbollah. Que se la censura, cierre de periódicos o televisiones, que se recobre la libertad de expresión y que regresen del exilio los políticos, los intelectuales, profesores, artistas o empresarios.

Los opositores cuentan con el respaldo de EE. UU., la UE, los países del grupo de Lima para consumar sus maquiavélicos planes. Según Donald Trump y sus halcones Bolton, Abrams y Rubio “El castrochavismo debe ser exterminado de la faz de la tierra”. El imperio capitalista ha decidido a demoler la revolución bolivariana. “Ni mediación, ni diálogo, dimisión del usurpador y elecciones generales libres y limpias” reclama con vehemencia la oposición.

Se busca con urgencia un militar chavista en retiro, de la disidencia o activo en las filas de las FANB, que se sacrifique por el bien de la patria. La operación crucificar a Maduro se ha puesto en marcha. Vamos a ver cuál es el Judas que lo vende al mejor postor.

 

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