Desde finales de la década de los 80, Córdoba empezó a mojar titulares en los medios de comunicación nacionales y no precisamente por la playa de Moñitos, por la ganadería ni por los cultivos de plátano, ñame, yuca y arroz.
Zona de concentración paramilitar en los 90, Córdoba se convirtió en un fortín de guerra que empezaron a disputarse diferentes grupos delincuenciales que generaron una de las peores crisis humanitarias y de desplazamientos que ha vivido el país y que aún hoy está enquistada en el corazón de los cordobeses, pues sus estragos se han sentido de nuevo con más fuerza desde hace unos meses.
En abril de este año las autoridades locales hicieron un llamado preocupante al gobierno nacional para que volcaran su mirada a esa situación. Para esa fecha, 732 familias, que equivalen a más de 2.100 personas, fueron desplazadas por enfrentamiento en el sur de Córdoba. Pasaron de tener una vida tranquila a sentarse para esperar ayuda en albergues improvisados en el corregimiento de Juan José, en el municipio de Puerto Libertador. La noticia empezó a sonar en los medios regionales, sin un pronunciamiento oficial desde Bogotá.
Tanto así que desde el Congreso de la República se anunció un debate de control político al gobierno por la misma situación. “El gobierno ha perdido legitimidad a causa de su inoperancia. Las bandas delincuenciales están usurpando el Estado en sus funciones y el tema no se trata con mercados ni consejos de seguridad, sino con presencia y la exigimos", dijo el representante cordobés por el Partido de la U, Erasmo Zuleta.
Días después, el ministro de Defensa, Guillermo Botero, fue a la zona y terminó siendo criticado, pues dijo que desconocía los combates a pesar de que la crisis llevaba, para ese momento, varias semanas y el alcalde del municipio de Puerto Libertador, Espedito Duque, con la ayuda del Ejército, tenía días entregando víveres y agua potable a las familias en los albergues. Tanta fue la indignación por las palabras de Botero que de nuevo las personas empezaron a criticarlos diciendo que era una nueva salida en falso de él.
El drama de los líderes sociales
Pero quizás el drama de violencia tuvo su punto más alto hace casi un mes, cuando Colombia y el mundo se conmovieron por los gritos de dolor de un niño que lloraba y gritaba al lado del cadáver de su madre, María del Pilar Hurtado, que segundos antes había sido asesinada. Mucho se especuló en el fervor de la noticia es si ella era o no una líder social, pero lo que muy pocos lograron ver es que esas lágrimas son justo el diario vivir de corregimientos cordobeses abandonados por el estado.
Inmediatamente, el gobierno anunció medidas, pero estas no han llegado. Y no hay que ir muy lejos: en la actualidad son cerca de 70 líderes sociales que le han puesto su cara al vandalismo y que justo por esa razón hoy su vida corre peligro, según denunció el representante Zuleta. Asimismo, el sur de Córdoba presenta con más fuerza desplazamientos de familias debido a las acciones bélicas de las bandas criminales y las disidencias de las Farc.
“Esta semana, la situación con los líderes sociales ha empeorado, y ya son más de 70 los que han denunciado amenazas, y han tenido que desplazarse de sus poblaciones y dejar el liderazgo de estos territorios”, dijo el congresista.
Eso ni hablar de la inseguridad que está cada vez peor. Los robos y crímenes con armas blancas han aumentado en residencias y zonas comerciales de Córdoba, principalmente en su capital Montería.
Han sido muchos los llamados que líderes, políticos y autoridades le han hecho al gobierno nacional para que ponga su mirada en este departamento, que muchas veces parece olvidado y dejado a la deriva. Ojalá no sea tarde cuando la violencia esté tan enquistada que los únicos titulares que salgan de acá sean los mismo de hace 20 años, época que, con seguridad, nadie quiere volver a vivir.