La crisis emocional de quienes piensan votar en blanco

La crisis emocional de quienes piensan votar en blanco

Por principio, los electores sienten la necesidad de mantener el país de forma estable y evitar acontecimientos indeseados, lo cual genera conflicto en estos momentos

Por: Miguel Hernando Pacheco García
junio 13, 2018
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La crisis emocional de quienes piensan votar en blanco
Foto: Mauricio León / El Tiempo

¿Qué hay al final del puente?

A estas alturas de la contienda electoral puede afirmarse que ha triunfado el marketing político emocional y que los mensajes lanzados por cada campaña han abrazado el cerebro de los colombianos, llevando a muchos de ellos al borde de un colapso nervioso; esta crisis los tiene a punto de tomar la decisión de votar en blanco.

Pronto terminará esta tortura y el próximo presidente deberá convencer al país que las afirmaciones de sus opositores eran falsas; Gustavo Petro tendrá que mostrarse como un presidente con una mentalidad liberal lejana al fantasma del castrochavismo; mientras que Iván Duque deberá desmontar la maquinaria política corrupta, promover la paz y no ser un títere de Uribe.

Campañas que sacuden emociones

En las campañas modernas los programas de los candidatos ya no son tan importantes; los publicistas saben que el cerebro procesa las emociones muy fácilmente y las recuerda durante un tiempo prolongado; por ello, las campañas exitosas son aquellas que sacuden las emociones de los electores asociándolas con algún candidato.

En este tipo de campañas, el objetivo inicial es producir en el elector un sentimiento de angustia; para lo cual, deben mostrar insistentemente que la estabilidad del país está en riesgo y que el futuro es azaroso; los mensajes deben producir una emoción tan fuerte que le impida al elector tener una visión más amplia de la situación o pueda abordar los temas desde diferentes perspectivas. Los publicistas que utilizan este tipo de campañas se enfocan en crear una angustia o miedo irracional que les sirva de soporte y, para ello, buscan polarizar el país; es allí donde el colombiano asume como real el dicho popular: “O está conmigo, o está contra mí”.

Cuando una persona siente miedo o angustia su nivel de atención llega al punto más alto y de esta manera penetran los mensajes sin ninguna resistencia; en este momento es posible asociar las emociones negativas a uno de los candidato. Los publicistas utilizan el marketing político emocional para que el elector pierda su visión del presente trayéndole a su memoria temas del pasado, relacionados con la vida del candidato que le produzcan angustia; luego utilizan esos elementos para proyectarlos hacia el futuro. Esta es una de las formas para generar posicionamiento negativo del candidato.

Algo de historia

Escribió Jonathan Swift, en 1712, que la mentira política es algo necesario y consiste en "hacer creer al pueblo falsedades saludables con vistas a un buen fin"; él indicaba que esta es la forma natural para convencer a la multitud afirmando que “el pueblo, como aquel personaje de La Fontaine, es "hielo ante las verdades y fuego ante las mentiras"[1].

Los conceptos emocionales sobre los cuales debaten los colombianos son: El castrochavismo con el cual los opositores quieren posicionar negativamente a Petro asociándolo con la situación de Venezuela; un gobierno que destruye la armonía social e instiga al odio de clases; que destruye al agro y hace expropiaciones; por otro lado, a Duque se le está posicionando, asociándolo con la corrupción, mostrándolo como un joven de poca experiencia política que va ser un títere de Álvaro Uribe; que no tiene bancada propia y está respaldado por las maquinarias corruptas tradicionales.

Decía Van Gogh a finales del siglo XIX, “Las pequeñas emociones son los capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin siquiera darnos cuenta"; en ese entonces no se concebía que esas emociones iban a ser inducidas por la tecnología a través de los grandes medios.

Dos siglos después el ser humano vive bombardeado permanentemente con mensajes que son sistemáticamente dirigidos para provocar y estimular emociones; es el auge de una publicidad especializada en influenciar y manipular a los ciudadanos.

La ciencia y la tecnología son utilizadas de forma intensiva y aplicada especialmente, en las cientos de personas aleatoriamente escogidas para los grupos observación conductual; en ellos, se miden las respuestas emocionales ante estímulos de comunicación pre-elaborados; muchos de estos análisis se realizan a través de sofisticados equipos que evalúan la actividad cerebral de las personas.

Influencia o manipulación política

La emoción es la parte más importante de la vida del ser humano y por ello, la más explotable políticamente. La publicidad somete al elector a mensajes continuos para generarle estados de alerta o incertidumbre e influir en su decisión; se insiste, por ejemplo, en la cercanía de un modelo económico no deseado y se le comunica permanentemente al ciudadano que de no tomar la decisión correcta puede conducir el país a una catástrofe.

Por principio, los electores sienten la necesidad de mantener el país de forma estable y evitar acontecimientos indeseados.

La presencia de candidatos cuya imagen ha sido asociada con el temor de convertirse en un mandatario peligroso hace que los electores se llenen de ansiedad; y cuando esta llega a cierto punto los utilizan para que repliquen mensajes y los vuelvan virales con el fin de aterrizarlos en las redes o en el chisme del día; son mensajes redactados estratégicamente; respuestas emocionales donde las fuentes de la información son secundarias; o se suplanta a algún personaje famoso para que emita el criterio que le interesa posicionar al publicista.

El miedo al cambio favorece las maquinarias tradicionales

El mayor obstáculo de un candidato cuando plantea el cambio es la incertidumbre de los electores hacia el nuevo modelo; por ello, los opositores siembran alrededor de sus propuestas un manto de duda; las tildan de populistas y promueven que es necesario mantener un futuro equilibrado; es decir, un estado de cosas inalteradas; por ejemplo, existe información por parte de la ciudadanía del alto nivel de corrupción que existe en el país; sin embargo, por temor al cambio, prefieren seguir votando por los mismos de siempre.

El voto en blanco

En las actuales elecciones, surgió el movimiento Coalición Colombia liderado por Sergio Fajardo; el cual, se posicionó como el equilibrio de las imágenes opuestas de Petro y Duque; para muchos ciudadanos esta posición era ideal porque eliminaba los miedos producto de la radicalización y fue emocionalmente acogida; veían en ella la solución a los problemas del país y con este criterio adoptaron sus banderas; sin embargo, muchos de sus seguidores entraron en crisis cuando su candidato no pasó a la segunda vuelta.

El voto en blanco se convirtió entonces en la alternativa emocional contra la necesidad de escoger alguno de los candidatos.

Pareciera que estos electores esperan que algún día cambie el sistema político corrupto; y que los dirigentes actuales actuando de buena voluntad van a proyectar el país hacia un futuro de bienestar; lo más probable es que el voto en blanco solo permita que el statu quo continúe.

Si considera que Colombia requiere cambios en su sistema político es hora de ponerse manos a la obra.

[1] “The Art of Political Lying”, Madrid, 2009.

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