Era el 2014 y Marlon Moreno estaba en el pináculo de su carrera. Acababa de terminar la tercera parte de El Capo, la última gran serie de RCN que le daba la pelea en el rating a Caracol y el rodaje de Corazón de León, el remake de la película argentina en donde él interpretaba a un hombre de 1.36. Sorpresivamente lo llamaron de Fox Telecolombia. El actor tenía, desde el 2007, un contrato de exclusividad con la productora. De un momento a otro este no sería renovado. A finales de la década pasada habían actores, como Manolo Cardona y hasta el propio Marlon, podían ganarse 100 millones de pesos. Esa época de vacas gordas era parte de la historia.
Al principio Marlon Moreno se tomó las cosas con calma. Era, con Robinson Díaz, el actor más cotizado de Colombia. Algún trabajo saldría, solo era cuestión de tiempo, no en vano era uno de los pocos que había trabajado imparablemente durant 18 años consecutivos. Desparchado, se dedicó a pintar las paredes de su apartamento. Cuando se dio cuenta habían pasado tres meses y nadie lo llamaba a ofrecerle nada. Empezó a tener episodios de angustia, de ansiedad. El ego, cultivado por los elogios recibidos en su época de gloria, dejaban un bajón de mala energía ahora que se había convertido en mercancía dañada. Una tarde, por fin apareció la esperada llamada. Le ofrecían un protagónico pero por la mitad del sueldo que se ganaba. Desesperado le contó su angustia a su actual esposa, la actriz cubana Laura Pujol quien le dio el consejo que le cambiaría su vida: irse a trabajar a Los Ángeles. En Colombia la crisis económica afectaba directamente a los actores. La gran mayoría de sus amigos estaban sin empleo.
La idea era quedarse una semana pero ya lleva cuatro años allá. Nada ha sido fácil. Todo lo que ganó lo invirtió en los insumos necesarios para triunfar en Hollywood. Tenía que volver a empezar de cero o mejor aún, de menos cero. A sus 51 años reinventarse era una tarea titánica, sobre todo en un idioma que no manejaba. Por eso estudia inglés durante 16 horas diarias. En los Ángeles lo invirtió todo en armar el equipo necesario para coronar su sueño americano: un agente, manager, un publicista, un asistente y hasta un abogado. Y ni así fue fácil. Ni así lograba conseguir una audición. Para conseguir una audición había que dominar perfectamente el inglés y él, hasta ahora, lo está consiguiendo.
En el 2016 estalló en felicidad al conseguir su primer protagónico en el cortometraje Butterflies, una historia de amor completamente rodada en inglés dirigida por el colombiano Juan Zapata. Dos años después de su llegada a Estados Unidos empezaba a tener algún tipo de continuidad: aparición en una película noruega y un protagónico –por fin- en una serie brasilera de Fox. Sin embargo Marlon está lejos de disfrutar las mieles del éxito.
Aún en Los Angeles los latinos lo paran cuando lo ven y le piden una foto. El Capo fue un éxito continental y él tuvo la valentía de intentar borrar ese recuerdo y quedar encasillado para siempre en él. Hace cuatro años mantiene su relación a distancia con su esposa y, a veces, llega a pensar lo peor. Cuando los ahorros se terminen tienen pesadillas con terminar convertido en un habitante de la calle. Igual se despierta y sabe que eso no va a pasar. A veces, cuando siente que las fuerzas y la esperanza lo abandonan y entra en episodios de llanto y tristeza sus hijos, Brian, Gabriela, Samuel y Luna, lo vuelven a llenar de vida.
Marlon está tranquilo. Ahora rueda una película en Los Angeles y ha hecho de esa ciudad su casa. De Colombia extraña todo, desde una hamburguesa de El Corral hasta los sueldos que recibía cuando el país soñaba con crear una industria televisiva. Hoy, como Miguel Varoni o Manolo Cardona, eligió trabajar afuera porque el destino de los actores en Colombia, por más estrellas que sean, es incierto.
