Doña Blanca estaba muy brava, pero se me acercó con amabilidad, me dijo que la ruta que ella estaba esperando pasaba cada hora y que no se explicaba cómo pasaban tantos buses vacíos hacia otros destinos y el de ella no aparecía.
Le dije, pidiéndole permiso, que la acompañaría todo el tiempo que fuera necesario hasta que llegara la ruta y que adicionalmente tomaría el bus con ella hasta que se bajara. Dichosa, aceptó mi compañía.
Pero Blanca no era la única que estaba sufriendo este flagelo, cientos de ciudadanos sienten todos los días impotencia y desespero al ver que los buses del SITP se están varando en pleno viaje, se ven involucrados en accidentes de tránsito (11.000 entre el 2012 y el 2016), están en pésimas condiciones y adicionalmente, sienten que los conductores están siendo imprudentes en muchos viajes.
“Yo no sé por qué esa ruta se demora tanto” me dijo Blanca cuando ya llevábamos 5 minutos de esperar el bus. Seguramente, eso mismo pensarán cientos de ciudadanos que cogen otras rutas en otras zonas de Bogotá, agregándole que deben armarse de una paciencia infinita al ver que llegando el bus, que llevan esperando desde hace 20 minutos, va repleto de gente.
Llevábamos 15 minutos y nada que pasaba el bus, Blanca tenía en su rostro un tapabocas, estaba cansada y solo quería sentarse cuando llegara el SITP. En esas, pasa uno de los azules dejando un rastro de humo de exosto en su camino, yo me tapé la nariz con parte de mi chaqueta y ella remató diciendo: “No vaya a pensar que estoy enferma, precisamente por eso llevo tapabocas, esta ciudad está muy contaminada y hasta los buses hacen ese daño”.
Las sorpresas entorno al SITP se conocen día a día en la calle o en las cifras. Todo bogotano debió quedar expectante cuando la Superintendencia de Sociedades anunció que las 9 empresas consorcio de los azules acumulaban perdidas por 559.935 millones de pesos entre el 2014 y el 2016. Más horrorizados debieron quedar los habitantes de Ciudad Bolívar cuando el martes TransMilenio decidió suspender a la empresa SUMA, afectando a 160.00 usuarios.
Con todos estos problemas el sentir de la gente en la calle también es preocupante. Blanca y yo cogimos el bus media hora después, afortunadamente pudo irse sentada, contándome su vida, cuántos hijos tenía, la cantidad de amor que le tenía a sus nietos y su estado de salud envidiable, pues con 88 años todavía tiene fuerzas de subirse en un bus con todos los problemas y riesgos mencionados anteriormente.
Para Blanca el viaje fue muy grato, no tuvo problemas con el recorrido y agradeció al señor luego de que se bajó, porque para ella es muy importante ser amable con ellos, es consciente de que el trabajo de los conductores es muy duro y la mayoría hace lo mejor que puede. Tiene toda la razón.
Algunos de ellos conducen buses en mal estado y denuncian las condiciones en las que trabajan, pues otra sorpresa es cuando uno hace presencia en los patios y registra el estado de los buses como hice en este reportaje de Testigo Directo , donde además de acompañar a Blanca, hice presencia en puntos críticos para registrar las fallas del sistema.
Blanca prometió que vería el reportaje y me pidió el favor de que sacara el testimonio de ella así sea por poquito tiempo. Le dije que contara con eso y en agradecimiento me gastó un helado, que por más que le dije que pagaría, no quiso aceptar. “Su pago es que yo pueda dar mi testimonio” me dijo y se fue lentamente hacia su casa.
Muchas gracias por la compañía Doña Blanca y así no logre leer este artículo porque sé que no usa internet, quiero que esté segura de que le pagué el helado.