“Líderes en todo el sentido y extensión de la palabra y en todos los sectores: gobernantes, empresarios, maestros, padres” (Vega Lemus).
El universo nos está llamando para preguntarnos acerca de lo que viene ocurriendo con los líderes a nivel mundial, pues el momento que vivimos es complejo frente a las tareas a desarrollar en pro de la sociedad.
Se presenta una necesidad urgente de identificar a aquellos individuos que se distinguen entre el haber social como sujetos de emprendimiento, de motivación al grupo, pero al mismo tiempo entablar relaciones de productividad que comprometan a todas las personas, en especial, a aquellas que hacen parte del colectivo o las que de la parte externa se requieran para adelantar aquellos trabajos para enfrentar precisamente la crisis.
Se tiene un cambio de hábitos, de paradigmas y en especial de las rutinas que de manera drástica no dejan identificar precisamente esas situaciones que se originan a raíz de los fenómenos sociales o naturales; y es a partir de ahí en donde la verdadera oportunidad se presenta para orientar a los distintos grupos sociales para sacar adelante ese proyecto, que no es otro, que el de generar nuevas ideas y estrategias para aplicar y afrontar la crisis, como una pandemia por ejemplo, pero nos encontramos con que ni los líderes ni los miembros de ese grupo tienen el convencimiento ni la preparación para liderar, por lo que la improvisación hace su aparición con las consecuencias pertinentes.
Es de recordar que la cultura de equipo deviene precisamente de esa presencia muchas veces no física de quienes nos orientan, pero que algunas veces brillan por su ausencia, haciendo nugatoria cualquier actividad dispuesta para afrontar la crisis; se vislumbra entonces la necesidad que haga presencia la capacidad de trabajo y la empatía, como también valores como honestidad, confianza, solidaridad, sensibilidad y cercanía como elementos estructurales de esa relación entre líderes y subordinados, aprendidos del ejemplo a seguir.
Hay que liderar entonces desde el campo de batalla (Divine M.), esto es desde el camino mismo del fenómeno de crisis para entender el origen de este y comprender las diferentes situaciones que no permiten adelantar las tareas que se requieren, pues como dijimos, encontramos líderes capaces y otros inútiles, y algunos que se encuentran en el lugar equivocado, por lo que los participantes se deben encontrar inmersos en toda la información que se maneja y se requiere paras adelantar las actividades que desplieguen la colaboración de la empresa o grupo, con el único fin de garantizar el cumplimiento de las metas y objetivos propuestos.
La condición humana hace que, si se evita el reto, este se planteara de otras formas, trayendo como consecuencia dolorosas y severas lecciones por lo que se debe recurrir es al enfrentamiento, al encuentro de ese desafío, y para entenderlo hay que ganar responsabilidades para tomar el impulso necesario de lo que sugiere por un lado la nueva información obtenida y los resultados de lo que se tiene hasta el momento; no es un secreto que el manejo de la información de manera sesgada y con otros intereses perjudica enormemente no sólo al grupo de trabajo sino a la organización y su conjunto organizacional.
Consecuencia de que no se generen los resultados esperados es la crisis de liderazgo que se tiene en la sociedad actual, basta ver, presidentes guardando silencio frente a la pandemia, otros haciéndose los locos de los problemas sociales como hambre, desigualdad, falta de empleo y algunos otros pretendiendo explotar y expropiar a la clase trabajadora, a los más vulnerables, haciendo que los capitales vayan directamente a los bolsillos de quienes tienen el poder económico, otros utilizando los medios de comunicación para justificar su ineficacia y algunos otros guardando un silencio cómplice frente a lo que ocurre, todo ello, es una falta de liderazgo, generada por los paradigmas sociales y su aceptación en la sociedad actual, dejamos que la frase dejar hacer y dejar pasar nos ganara la carrera existencial, aportando a que la crisis se engrandezca y esta supere la victoria que se debió haber ganado para salir de esta.
Reafirmar entonces la confianza de los equipos, sensibilizarnos frente a las situaciones que se ven desde la familia hasta la sociedad, desde lo económico a lo político, desde la salud hasta el bienestar general, desde el trabajo hasta la educación, desde el interior al exterior de la organización, ayudar precisamente a la toma de control y a reducir la velocidad en que se propaga el fenómeno perjudicante, valga decir, hacer que los líderes tomen conciencia de la importancia de aportar a la solución pero al mismo tiempo de recobrar esa confianza que se ha perdido por la ineficiencia de las políticas desarrolladas y ejercer esa responsabilidad que se tiene frente a la visión estratégica y la misión que inspira y motiva a los demás.