El 2020 inició con una disputa sobre el arancel a las confecciones. A finales de enero, la Corte Constitucional derogó los artículos 274 y 275 del plan de desarrollo, que aumentaba en un 15% el impuesto a las importaciones textiles con valor igual o inferior a 20 dólares el kilo. El motivo de la decisión fue que determinar los aranceles es una potestad del ejecutivo y no del legislativo. La sentencia fue celebrada por los comerciantes y rechazada por los confeccionistas. En respuesta, el Ministerio de Comercio ya se encuentra preparando un decreto para revivir los artículos derogados.
Pero la imposición de aranceles no es la única forma de restringir el intercambio internacional. Otros mecanismos conocidos como Medidas No Arancelarias (MNA) tales como licencias de importación, normas de origen, normas fitosanitarias, entre otras, las cuales se justifican en la necesidad de garantizar un mínimo de calidad para los consumidores. En el caso de las confecciones, un reciente trabajo del Banco de la República (Comercio exterior en Colombia, Banco de la República, 2019, Pág. 196) muestra que aunque las restricciones aduaneras son bajas (16%) el valor de las MNA es mucho mayor (51%).
Desde la apertura económica de los 90, Colombia tomó la decisión de abrir los mercados, sin embargo, treinta años y nueve tratados de libre comercio después, el resultado no es el esperado. Si bien los aranceles se redujeron y se han mantenido bajos, las MNA aumentaron rápidamente para compensar el efecto de la apertura económica. De hecho, la publicación del Banco de la República encuentra que los sectores con mayor número de importaciones, como el de las confecciones, son aquellos en donde se pide mayor número de MNA, lo que sugiere que estas medidas buscan proteger a los productores locales y no a los consumidores.
A pesar de todas estas restricciones, los resultados de la Balanza Comercial no son buenos. Según cifras del DANE, en 2019 se importaron 706 millones de dólares en prendas de vestir y se exportaron solo 451 millones de dólares. Cifras que preocupan aún más si se observa que el volumen de exportaciones bajo, mientras que el de importaciones subió respecto del 2018.
Con este panorama el aumento de los aranceles parecería necesario, pero si tenemos en cuenta que las MNA ya representan una barrera importante a la importación de prendas solo queda preguntarnos ¿Por qué las confecciones Colombianas necesitan tanta protección? ¿Qué estamos haciendo mal para que sea más barato transportar ropa desde el otro lado del mundo que fabricarla localmente?
Quizás quiera leer:
Por cuenta de Duque, agonizan los productores de ropa colombiana