¿Los colombianos se preguntarán dónde queda el Alto Baudó? Y la respuesta precisa es, en el departamento del Chocó. Un territorio golpeado durante décadas por el enfrentamiento entre diferentes grupos armados ilegales que han convertido este territorio, en un campo de batalla y de desplazamiento forzado, donde los únicos afectados son los pobladores de las comunidades indígenas, afrocolombianas y campesinas que les ha tocado vivir con la zozobra y el miedo de no ser asesinadas simplemente por el hecho de permanecer en estas tierras de las que han sido nativos desde tiempos inmemoriales.
Ahora bien, sabemos que ellos no han sido ajenos a los cultivos ilícitos y a los corredores impuestos por los “señores” de las drogas y los grupos paramilitares y subversivos que operan en esta región. Por tanto, eso no justifica el grado de violencia que se está viviendo en esa región. Hace dos semanas en la comunidad de Chachajo asesinaron a tres personas que fueron encontradas con muestras de tortura y mutilación. El alcalde del municipio, el señor Ulises Palacios Palacios, manifestó que los pobladores están llegando desde Pie de Pató, la cabecera municipal de esta localidad, y que se están generando las pesquisas necesarias para esclarecer estos homicidios que han dejado un sin sabor en la comunidad, pues ampliamente se siente el retorno del paramilitarismo y de la muerte en este lugar. EL Alto Baudó es un municipio de Colombia situado en el Valle del río Baudó con una altitud media de 50 metros sobre el nivel mar y a 80 km al sur de la capital del departamento, Quibdó.
La cabecera municipal del Alto Baudó cuenta con una población de 1.569 habitantes. En el sector rural su población es de 15.450 y la mayoría se asienta en la ribera del río, principal medio de transporte y de subsistencia. La zona estaba habitada desde hace 2.300 años por cazadores y pescadores sedentarios que también trabajaban la agricultura. A la llegada de los europeos, la poblaban los indígenas Kunas, Chocoes y Noanamáes; durante la colonia española se explotó la minería del oro y el platino, con esclavos traídos de África por comerciantes portugueses y holandeses, mientras que a los indígenas se les encomendaba la agricultura sedentaria. Su clima es cálido con un promedio de temperatura de 28 grados centígrados.
Es un clima de selva tropical, lo que influye en la aparición de enfermedades como la malaria e infecciones respiratorias, siendo además es una de las zonas más pobres del país y con un índice del 43.5 % de analfabetismo de sus pobladores, sin contar que a pesar de vivir en la cuenca del Baudó no poseen agua potable y las epidemias están a la orden del día. Tampoco hay que olvidar que la primera causa del desplazamiento en este sector del Chocó es la permanencia de las bandas criminales que se han repartido el territorio dependiendo de su interés, drogas, minería ilegal, y explotación de la flora y la fauna por parte de organizaciones al margen de la ley.
Volviendo a los asesinatos y al desplazamiento, lo que sorprende es que nadie sabe nada. La defensoría del pueblo hace sus averiguaciones, la fiscalía lo mismo y las autoridades nacionales están muy ocupadas con la banca mundial y los auxilios a las aerolíneas internacionales para que no quiebren en tiempos de pandemia, más conocida como Coronavirus. Mientras tanto los pobladores del Alto Baudó se ven forzados a desplazarse, son asesinados por bandas criminales y grupos al margen de la ley. Todo esto acompañado del hecho real que es no tener agua potable para lavarse las manos constantemente, previniendo que la pandemia los atrape.
Si a ello le agregamos que el desarrollo de una región se ve reflejado por el número de hospitales y de Unidades de Cuidados Intensivos que posee para combatir y, si es posible, sobrevivir a la pandemia, creo que no necesito expresar mis temores frente a lo que está pasando en este territorio. Lo cierto es que los habitantes del Alto Baudó están abandonados a su suerte, pues el Estado jamás ha llegado y por ahora, solo queda desplazarse y esperar que la pandemia no los vaya a atacar, de lo contrario, será un pueblo, muerto en vida.