Nuestra CC, que otrora brilló por la sabiduría de sus sentencias, en las que incluía en ocasiones las oraciones del pájaro macuá, en el caso del Estado de cosas inconstitucional declarado en 2017 por ella para La Guajira, ha devenido en un tribunal miope que pierde de vista el contexto.
Inexplicable que no haya percibido que el estado calamitoso y de crisis humanitaria de ese departamento esté estrechamente vinculado con su vecina, la miserable Venezuela y que por mucho que nuestras entidades encargadas de velar por el bienestar de las mayorías guajiras colombianas dispongan los recursos abundantes, estos nunca serán suficientes pues los acaparan los necesitados y ruinosos hermanos bolivarianos. Eso ocurre desde que el mundo es mundo.
No se sabe por qué la CC ignora que, además de las potísimas razones expuestas, nuestro gobierno ha situado en primera fila, es la noble tradición de la institucionalidad nacional, la defensa de la democracia y la libertad de los pueblos y más si son nuestros hermanos menores. Que por eso no se atendió con la diligencia acostumbrada su mandato de 2017, ocurrido durante la agonía del gobierno Santos. Y que ese afán democrático y libertario obligó al sucesor Duque a privilegiar el concierto de Cúcuta con toda la parafernalia que un certamen como ese traía consigo.
Que en ese orden de prioridades, también respetando nuestra bonhomía bicentenaria, se asignaron recursos de tal suerte que el gran Guaidó flotara en situación boyante en sus desplazamientos latinoamericanos por la salvación de su sufrido país.
Ahora, es muy seguro que la CC, al momento de reiterar su mandato de 2017 y de expresar su malestar porque ha sido desoído y la situación agravada, ignorara que Oneida la olímpica ha comenzado a disfrutar de libertad gracias a las bondades de nuestro sin par sistema penal nacional.
Con ella en las calles, que se agarre la crisis.