Para nadie es un secreto la ola de repudio e indignación que se vive en Colombia producto del diluvio de casos de corrupción, que ha permeando todos los estamentos sociales y los partidos políticos entronizados en el poder, por ello es urgente que desde la sociedad civil se establezcan mecanismos para prevenir, castigar y sancionar ejemplarmente este delito que enriquece a unos pocos (los más vivos), pero que perjudica todos (los más bobos).
En realidad el problema sobrepasa el reduccionismo maniqueo, siendo por supuesto un problema ético, hoy por hoy la corrupción es el principal problema real de sociedad colombiana, los sobrecostos, sobornos y coimas que genera, se las recargan a las obras y estas se pagan vía impuestos. Los platos rotos de la corrupción las pagamos todos, las victimas no son solo los contratistas o grupos políticos, las victimas somos todos.
Este país no resiste más Santos, Uribes, Gavirias, López, Pastranas, Lleras o cualquier otro apellido exclusivo de los clanes oligárquicos que han abusado de modo sempiterno del poder en nuestro adolorido país, porque siempre lo han ejercido para su beneficio personal, ruín, mezquino, confabulados siempre con el gran capital transnacional, preocupándose en lo más mínimo por los intereses de las mayorías nacionales, que dicen defender o reivindicar.
Por eso, en una jugada de ajedrez politiquero y moralismo falso, el “coscorronero” Vargas lleras realizó un acto de rendición de cuentas pagado por todos, que nadie le pidió, para auto eximirse por anticipado, guardando silencio cómplice frente al robo de la Guajira, los avales radicales a personales de dudosa reputación o su oportunismo frente al proceso de paz.
Colombia tiene que marchar y denunciar toda forma de corrupción venga de donde venga, sí se invita a marchar, señalar y denunciar un sector social probadamente corrupto (Santismo), por otro sector que se ha enquistado y consolidado gracias a sus corruptela (Uribismo: ChuzaDAS, agroingreso seguro, reelección, falsos positivos, paramilitarismo, reficar, etc.); Pero que muestra a este último sector convocante de la marcha como limpio de toda culpa, es un cinismo.
Qué Uribe y Ordóñez (que no vio nada en caso Odebrecht y se reeligió corruptamente en la procuraduría) convoquen a algo, da ganas de vomitar. Lo que hacen es invitar a una procesión por la corrupción, no contra la corrupción. Uribe, Ordóñez y demás promotores de la marcha tienen intereses políticos claros y utilizan al pueblo y su mala memoria para sus fines mezquinos. Utilizan el sentimiento de indignación y frustración colectiva, llevando al pueblo a una marcha como recua de mulas, liderados por un prominente jinete o mesías que se auto exonera culpable de la corrupción que tantos réditos le brinda, de la cual los convocantes también son culpables. Por eso no danzare con lobos este 1° de Abril.