Hoy la fiesta en Sincelejo se vive de manera discreta por culpa de la pandemia. Sin embargo hubo días peores, como ese 20 de agosto de 1980 cuando la plaza de toros Hegémones Cumplido cedió ante el sobrecupo. Había sido construido con madera y se veían a leguas los problemas que podía tener su estructura, la fiesta ya estaba en la arena en donde aficionados usaban improvisados capotes para seguir con la tradición de exhasperar a los toros. La plaza tenía una capacidad para 40 mil personas pero había más del doble.
Según el periódico ABC de Madrid las causas de la tragedia fueron las siguientes: «Si hay que buscar una causa directa, esta no es otra que el débil entramado de los graderíos. La causa indirecta la tendría el tiempo, como tantas otras veces sirve de excusa. En efecto, cuando la fiesta se encontraba en su apogeo, con decenas de personas que intentaban lidiar a su aire y por todos los medios imaginables a unos cuarenta ejemplares de la raza cebú, toros de media casta y muy pesados, comenzó a llover».
La lluvia hizo que la madera se resintiera. Todo se derrumbó como un castillo de naipes. La gente quedó atrapada entre los escombros y aplastada por lagente que quería salir de ahí. Además los toros, esparcidos en la arena, corneaban a la gente que corría buscando escapar, Fue un infierno. Un testigo comentó en su momento lo que vio: "cuerpos de niños, mujeres y hombres moribundos tras haber sido pisoteados por los que huían empavorecidos. Algunos de ellos tenían incluso clavadas estacas de madera en el cuerpo, procedentes de las astillas en las que quedaron convertidos los graderíos"
Nadie pagó por el descuido criminal que desencadenó la peor tragedia en la historia de las corridas de toro.Las corraleras aún se siguen haciendo cuarenta años después de este infierno.