La convivencia urbana y la salud mental
Opinión

La convivencia urbana y la salud mental

Si nos dejamos llevar por la agresividad y naturalizamos ciertas prácticas, la irascibilidad, desconfianza, depresión, miedo y tristeza nos pueden colonizar la vida

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febrero 02, 2024
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Sin duda, después de vivir una pandemia o más bien una sindemia hay factores de estrés urbano que afectan transversalmente la salud mental y la integralidad de la vida de la población en relación con sus entornos cotidianos. En el caso de Santiago de Cali la sindemia aceleró un proceso de conflictividad y protesta que se ha dado por llamar estallido social, asunto que ha dejado huellas en la emocionalidad ciudadana; esta cuestión ha sido poco pensada y más bien se ha sometido en la práctica a las mismas lógicas de segmentación social, fractura institucional y tramitación de las relaciones ciudadanas a partir de estigmas y estereotipos. ¿Cuál es el panorama al respecto?, ¿Cómo afrontar las demandas de orden emocional, relacional?, veamos solo algunos aspectos que saltan a la vista:

Sin duda, después de vivir una pandemia o más bien una sindemia hay factores de estrés urbano que afectan transversalmente la salud mental y la integralidad de la vida de la población en relación con sus entornos cotidianos. En el caso de Santiago de Cali la sindemia aceleró un proceso de conflictividad y protesta que se ha dado por llamar estallido social, asunto que ha dejado huellas en la emocionalidad ciudadana; esta cuestión ha sido poco pensada y más bien se ha sometido en la práctica a las mismas lógicas de segmentación social, fractura institucional y tramitación de las relaciones ciudadanas a partir de estigmas y estereotipos. ¿Cuál es el panorama al respecto?, ¿Cómo afrontar las demandas de orden emocional, relacional?, veamos solo algunos aspectos que saltan a la vista:

Los matoneos en las redes sociales, centrados en el manejo de noticias falsas, estrategias viles de ataque y defensa de personalidades públicas que operan sobre la base de la destrucción de la honra e identidad social entre adversarios, se han elevado al punto de hacer de las redes un gran riesgo de afectación de la salud de las personas muy asiduas a su uso. Si seguimos en la línea virtual otro indicador se puede encontrar en algunas dinámicas comunicativas de los chats vecinales y de copropiedades con mensajes y peleas que van del día a la noche, incitando a la violencia, denigrando de la condición humana de las personas, en ocasiones incluso generando cadenas de maltrato que dañan los vínculos morales entre las familias y las posibilidades de tener entornos de confianza y respeto. Mucho se ha hecho desde los enfoques jurídicos y de restricciones respecto a quienes rompan ciertos límites y, sin embargo, parece que se requiere de otros enfoques, entre ellos uno de promoción de modos saludables y respetuosos de relacionamiento que permitan desinflamar los ánimos que posicionan opiniones agresivas y terminan generando grandes impactos en la vida personal, colectiva e incluso institucional

Ahora, si evaluamos en el suelo puro y duro de la vida urbana, son mayúsculas las tensiones en los espacios públicos y las vías, asociadas a disputas con las autoridades por el cumplimiento de las normas, pero también el enfrentamiento entre ciudadanos en las calles por factores de intolerancia y animosidad; especialmente la noche se ha vuelto un entorno complejo para la movilidad y el encuentro, las mujeres y la población diversa se han vuelto cada vez más blanco de agresiones fatales, que les predisponen en sus interacciones sociales por razón de la vulneración de sus derechos. Por otro lado, ciertos espacios de foros y debate ciudadano se ven recurrentemente inundados de lenguajes y gestos agresivos que están lejos de un criterio civil de comportamiento de liderazgos de diversa índole e incluso de quienes detentan dignidades de representación y autoridad.  

Sin duda, después de vivir una pandemia o más bien una sindemia hay factores de estrés urbano que afectan transversalmente la salud mental y la integralidad de la vida de la población en relación con sus entornos cotidianos. En el caso de Santiago de Cali la sindemia aceleró un proceso de conflictividad y protesta que se ha dado por llamar estallido social, asunto que ha dejado huellas en la emocionalidad ciudadana; esta cuestión ha sido poco pensada y más bien se ha sometido en la práctica a las mismas lógicas de segmentación social, fractura institucional y tramitación de las relaciones ciudadanas a partir de estigmas y estereotipos. ¿Cuál es el panorama al respecto?, ¿Cómo afrontar las demandas de orden emocional, relacional?, veamos solo algunos aspectos que saltan a la vista:

Los matoneos en las redes sociales, centrados en el manejo de noticias falsas, estrategias viles de ataque y defensa de personalidades públicas que operan sobre la base de la destrucción de la honra e identidad social entre adversarios, se han elevado al punto de hacer de las redes un gran riesgo de afectación de la salud de las personas muy asiduas a su uso. Si seguimos en la línea virtual otro indicador se puede encontrar en algunas dinámicas comunicativas de los chats vecinales y de copropiedades con mensajes y peleas que van del día a la noche, incitando a la violencia, denigrando de la condición humana de las personas, en ocasiones incluso generando cadenas de maltrato que dañan los vínculos morales entre las familias y las posibilidades de tener entornos de confianza y respeto. Mucho se ha hecho desde los enfoques jurídicos y de restricciones respecto a quienes rompan ciertos límites y, sin embargo, parece que se requiere de otros enfoques, entre ellos uno de promoción de modos saludables y respetuosos de relacionamiento que permitan desinflamar los ánimos que posicionan opiniones agresivas y terminan generando grandes impactos en la vida personal, colectiva e incluso institucional

Ahora, si evaluamos en el suelo puro y duro de la vida urbana, son mayúsculas las tensiones en los espacios públicos y las vías, asociadas a disputas con las autoridades por el cumplimiento de las normas, pero también el enfrentamiento entre ciudadanos en las calles por factores de intolerancia y animosidad; especialmente la noche se ha vuelto un entorno complejo para la movilidad y el encuentro, las mujeres y la población diversa se han vuelto cada vez más blanco de agresiones fatales, que les predisponen en sus interacciones sociales por razón de la vulneración de sus derechos. Por otro lado, ciertos espacios de foros y debate ciudadano se ven recurrentemente inundados de lenguajes y gestos agresivos que están lejos de un criterio civil de comportamiento de liderazgos de diversa índole e incluso de quienes detentan dignidades de representación y autoridad.  


Foros y debates se ven recurrentemente inundados de lenguajes y gestos agresivos, lejos de un criterio civil de comportamiento de hasta quienes detentan dignidades de representación y autoridad


Este tipo de dinámicas afectan transversalmente la vida en la ciudad, terminan dañando la convivencia y malogrando la calidad de vida de la población; si las ciudadanías nos dejamos llevar por el ambiente de agresividad y naturalizamos ciertas prácticas, entonces los problemas de salud mental, por ejemplo, la irascibilidad, la desconfianza, la depresión, los sentimientos de miedo y tristeza nos pueden colonizar la vida. Es necesario en estas circunstancias, reconocer reflexivamente las emociones y los rasgos de pugnacidad en el medio, para tratarlas de forma más inteligente, para saber llevar las diferencias en los entornos colectivos, asumiendo los conflictos con sentido de diálogo y especialmente identificando cuándo hay situaciones de personas y grupos que requieran alternativas de tratamiento, pues en muchos casos se necesita remitir a procesos de recuperación de la salud mental.  

Este tipo de dinámicas afectan transversalmente la vida en la ciudad, terminan dañando la convivencia y malogrando la calidad de vida de la población; si las ciudadanías nos dejamos llevar por el ambiente de agresividad y naturalizamos ciertas prácticas, entonces los problemas de salud mental, por ejemplo, la irascibilidad, la desconfianza, la depresión, los sentimientos de miedo y tristeza nos pueden colonizar la vida. Es necesario en estas circunstancias, reconocer reflexivamente las emociones y los rasgos de pugnacidad en el medio, para tratarlas de forma más inteligente, para saber llevar las diferencias en los entornos colectivos, asumiendo los conflictos con sentido de diálogo y especialmente identificando cuándo hay situaciones de personas y grupos que requieran alternativas de tratamiento, pues en muchos casos se necesita remitir a procesos de recuperación de la salud mental.  

Los matoneos en las redes sociales, centrados en el manejo de noticias falsas, estrategias viles de ataque y defensa de personalidades públicas que operan sobre la base de la destrucción de la honra e identidad social entre adversarios, se han elevado al punto de hacer de las redes un gran riesgo de afectación de la salud de las personas muy asiduas a su uso. Si seguimos en la línea virtual otro indicador se puede encontrar en algunas dinámicas comunicativas de los chats vecinales y de copropiedades con mensajes y peleas que van del día a la noche, incitando a la violencia, denigrando de la condición humana de las personas, en ocasiones incluso generando cadenas de maltrato que dañan los vínculos morales entre las familias y las posibilidades de tener entornos de confianza y respeto. Mucho se ha hecho desde los enfoques jurídicos y de restricciones respecto a quienes rompan ciertos límites y, sin embargo, parece que se requiere de otros enfoques, entre ellos uno de promoción de modos saludables y respetuosos de relacionamiento que permitan desinflamar los ánimos que posicionan opiniones agresivas y terminan generando grandes impactos en la vida personal, colectiva e incluso institucional

Ahora, si evaluamos en el suelo puro y duro de la vida urbana, son mayúsculas las tensiones en los espacios públicos y las vías, asociadas a disputas con las autoridades por el cumplimiento de las normas, pero también el enfrentamiento entre ciudadanos en las calles por factores de intolerancia y animosidad; especialmente la noche se ha vuelto un entorno complejo para la movilidad y el encuentro, las mujeres y la población diversa se han vuelto cada vez más blanco de agresiones fatales, que les predisponen en sus interacciones sociales por razón de la vulneración de sus derechos. Por otro lado, ciertos espacios de foros y debate ciudadano se ven recurrentemente inundados de lenguajes y gestos agresivos que están lejos de un criterio civil de comportamiento de liderazgos de diversa índole e incluso de quienes detentan dignidades de representación y autoridad.  


Foros y debates se ven recurrentemente inundados de lenguajes y gestos agresivos, lejos de un criterio civil de comportamiento de hasta quienes detentan dignidades de representación y autoridad


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