Ellos conversan. Aunque muchas veces parezcan que son el único interlocutor válido, ante sus crisis mediáticas y de percepción se recuestan en un concepto ganador legado por los abuelos ante la demora de la llegada de la imprenta a América Latina en el tercer mundo. Se trata de la conversación.
En el marco de la cuarta revolución industrial y la sistematización del servicio al cliente, el big data, y el nuevo orden global interpuesto por la pandemia, la conversación surge como el elemento comunicante más importante del momento.
Axiomas del ejercicio de comunicar adscritos a la comunicación gubernamental, política y empresarial, tales como: se gobierna bien, pero se comunica mal… surgen porque no se construye conversación alrededor de los metalenguajes, canales y productos informativos.
No basta gobernar para comunicar ni comunicar para gobernar, sino conversar para involucrar a la sociedad, construir participación ciudadana, consolidar políticas públicas y construir una reputación digital positiva del líder y del gobierno.
Concebir el ciudadano como un ser actuante, que conversa, aporta y se vuelve constructor del legado digital y reputación del gobierno, desde el relato conversacional.
Un gobierno se acaba con cada periodo constitucional, la imagen se desmonta, entonces es momento de pensar en garantizar permanencia mediante la conversación con la ciudadanía. Por ello, debemos volcar la comunicación a la interacción, construcción e intervención de las audiencias, hasta lograr surgir de la misma audiencia. Persuadiendo al ciudadano de manera directa a través de su BIOS digital…
“Aunque estamos en la era de la sistematización… de los bots, de la inteligencia artificial… del 5G, la gente quiere interactuar con la gente… las máquinas dan respuestas, pero no conversan”.
Si ingresamos a la conversación del colectivo social, empezamos a construir el mito de Gobierno… a partir del relato conversacional, con menos anuncios y más conversación…pasamos del boletín o comunicado oficial al post y al hashtag (#), y con estos elementos, fundamentamos la construcción del relato conversacional.
Desde hace décadas el usuario, el cliente, el elector, son el mismo prosumidor siendo parte de una audiencia actuante, que crea, conmina, comparte y también genera contenidos para su propio consumo y el de sus audiencias nativas o círculos de amistad, en una autopista de información de doble vía.
La conversación del ahora, está asistida por la tecnología, una tecnología que requiere la mano, el corazón y la mente del hombre, en un escenario global, donde la conversación es la comunicación del momento.
Nos recuerda Zanoni, autor de El imperio digital, cómo en la web 2.0 el usuario abandona su rol pasivo frente a los contenidos y se lanza a la red para aportar y compartir lo propio.
El nuevo orden mundial, planteado por la COVID- 19, demanda de la comunicación gubernamental un proceso efectivo de la interacción conversacional, la palabra emocionada siempre podrá más que el texto planificado.
El estratega en comunicación Juan Izasa, en una de sus más recientes columnas publicada en el diario económico La República, cita un artículo sobre los cambios que traerá la pandemia en la sociedad. Este fue publicado hace unos días en The Economist, donde se cita al sociólogo Nicholas Christakis, quien habla de tres grandes cambios y es justamente uno de ellos “el giro en nuestra vida diaria hacia una búsqueda de sentido”.
Hoy vivimos un cuestionamiento sobre el valor de las cosas materiales, las prioridades, el rol del trabajo o la importancia del contacto físico con las personas que queremos, a todo esto expresado con tal contundencia por el especialista en comunicación le sumaría el poder de la conversación, justo ahora que vivimos el aislamiento y se nos suprimió la interacción humana en niveles tan distópicos y apocalípticos como los recientemente vividos.