La contundencia del Bayern Múnich contra el Barcelona lo reafirma como el gran candidato al título de esta atípica Liga de Campeones. Además, finiquitó el capítulo de un equipo catalán que debe restructurar la defensa, el medio campo y el cuerpo técnico. En Lisboa los alemanes demostraron que la colectividad en el fútbol opaca la individualidad del rival.
Lo hecho el por el Bayern responde a los planteamientos perfectos y estilo de juego aplicado en el partido indicado. Los dirigidos por Hans-Dieter Flick elaboran un pressing que ahoga la salida con la pelota pegada al piso, obligando al pase largo por los extremos; demostrado esto en las pocas y casi nulas opciones que tuvo el Barcelona.
La categoría de los bávaros radica en la reacción ágil en el momento de la recuperación de balón y la habilidad de sus jugadores; eso sí, siempre bajo el mismo libreto de la flexibilidad en los movimientos Entre líneas, lo de Perisic y Davies contra Sergi Roberto y Semedo fue demoledor, por su banda en el segundo tiempo llegaron los goles que sentenciaron la debacle.
Mientras en los teutones mantenía el equilibrio en la cancha, desde el banco cule las respuestas no fueron pensadas desde una táctica lógica de revertir el marcador, sino que evidenciaron el desespero y incompetencia de un técnico como Quique Setién. El primero en ingresar fue Griezmann por Sergi Roberto, con esto el DT entregó a Semedo a los leones, la recuperación de balón se hizo aún más difícil y la pintada se cara se vio venir. Luego, Fati por Busquets, lo que lapidó la escuadra blaugrana.
Por el contrario, los de Múnich, con un marcador holgado y la victoria en el bolsillo, entraron con un impulso que acabó con lo poco que ya quedaba del equipo de Messi. Coutinho entró y se anotó con dos goles. Por su parte, el francés Tolisso refrescó la línea de contención y Coman hizo lo propio con Jordi Alba.
La humillación pone contra la lona a Bartomeu, presidente del club español, y a Gerard Piqué; se rumora de una posible salida de este último, aunque conociendo la injerencia del jugador en la junta del club es casi un imposible. Por su parte, Messi, que fue más sobra que luz en la capital portuguesa, seguirá sonando para el fútbol italiano.
Por último, el Bayern pisó fuerte, siendo fiel al estilo que venía demostrando; ahora sus ojos se ponen en el Lyon que eliminó a la Juventus o en el equipo ciudadano de Manchester de Pep Guardiola que tiene la obligación de por fin ganar un título europeo después de nueve años de vivir en un desierto de copas e inflación mediática.
