Somos muchos los colombianos y colombianas que nos preguntamos a qué está jugando el Comité Nacional de Paro al convocar a una jornada nacional de paro, marchas y movilizaciones el próximo 03 de marzo de 2022, justo 10 días antes de las elecciones al Congreso de la República.
Desde luego, motivos hay para la indignación y la protesta. Según recientes cifras del Dane, el 30 % de los hogares colombianos comen menos de tres veces al día, más de 21 millones de compatriotas viven en la pobreza y 7,4 millones en pobreza extrema, el precio de productos básicos como la papa, carne, yuca, pollo y otros, se ha multiplicado varias veces, en ciudades intermedias el desempleo se acerca al 20 % y el empleo informal al 45 %, y el coeficiente Gini, que mide la desigualdad, coloca a Colombia en el primer puesto de los países de la Ocde y segundo en América Latina después de Brasil. Sin embargo, en medio de esta grave crisis económica y social, el presidente Duque alardea anunciando un crecimiento del PIB del 10,6 % en 2021, el cual sería de felicitar si no fuese porque éste no se traduce en una justa redistribución para la mayoría del pueblo colombiano.
El descontento y el hastío de la gente son aún mayores cuando las noticias dan cuenta del aumento de la violencia en zonas rurales en donde imperan grupos armados, del grave incremento de la inseguridad en las ciudades, de los escándalos de corrupción como el de “Centros Poblados” de MinTic, del fraude electoral mediante la compra de votos en el Caribe y otras regiones, entre otros muchos lamentables hechos.
Y justo cuando los sondeos indican que en las próximas elecciones al Congreso y presidente, las coaliciones políticas de oposición y alternativas como el Pacto Histórico y Centro Esperanza, que proclaman un viraje que permita superar el hambre, el desempleo, la corrupción, el déficit fiscal y otras tantas problemáticas, tienen por primera vez en la historia de Colombia una real posibilidad de triunfar, los integrantes del Comité Nacional de Paro creen que es el momento oportuno para llamar a salir nuevamente a las calles ante “la gravedad de los hechos económicos y sociales de nuestro país entre los cuales se encuentran las amenazas sistemáticas, estigmatización y asesinato de líderes sociales y sindicales. Además de los graves hechos de carestía que son patrocinados y promovidos por el Gobierno Nacional”, dice el presidente de la CUT.
El "uribismo" en su ala más radical debe estar frotándose las manos porque sabe que a pesar de que la convocatoria a la protesta del 3 de marzo es de carácter pacífico y la inmensa mayoría de los manifestantes harán uso pacífico de este derecho democrático, no faltarán los grupos o comandos que desde la llamada “primera línea”, término que de por sí tiene connotación guerrera, aprovecharán la ocasión para salir nuevamente a “tropeliar” con el Esmad (y elementos de este cuerpo antidisturbios para hacer uso provocador y desmesurado de la fuerza) y “de paso” arremeter contra la infraestructura pública y fachadas de bancos y comercios, todo lo cual, además de los bloqueos que posiblemente se presentarán en carreteras, generará rechazo en amplios sectores de la opinión pública y le será a la derecha políticamente muy oportuno y útil en vísperas de las elecciones.
No debe sorprender entonces que a la pregunta“¿Apoyarán el paro del 3 de marzo?, Petro, Saade y Uriana hayan votado negativamente en el reciente debate televisivo entre los precandidatos presidenciales del Pacto Histórico. Y que en el debate entre los precandidatos del Equipo Colombia, éstos hayan hecho énfasis en la falta de autoridad para recuperar la tranquilidad y seguridad en el Portal de las Américas de Bogotá (en donde la Primera línea sigue actuando) y en “el peligroso relato de volver al Esmad los villanos y a los vándalos los nuevos héroes”.
Los problemas de orden público que puedan darse el 3 de marzo, deberían llevar al Comité Nacional de Paro a suspender dicha convocatoria. Este colectivo debe sacar lecciones de los acontecimientos que se iniciaron el año pasado a partir de su convocatoria al paro nacional, cuando no condenó explícitamente la violencia y los actos vandálicos de algunos grupos sino hasta el último momento cuando la situación ya se “había salido de madre”.
La lucha democrática por mejores condiciones de vida para los trabajadores y la población colombiana en general pasa hoy por la elección de un congreso y un presidente que tengan real voluntad de cambio con medidas de unrgencia y reformas de fondo. La labor de los integrantes del Comité Nacional de Paro debería más bien centrarse en este período electoral en lo que hoy es prioritario.