Hoy, cuando ves que el futuro tuyo y de las generaciones venideras se va desmoronando en frente tuyo, es imposible no sentir un profundo dolor y desprecio. Hoy, cuando la Universidad del Magdalena se va perdiendo entre el despilfarro de aquellos con poder y la ignorancia de una comunidad que prefiere no saber nada.
Tal vez hoy, como estudiantes, no debiéramos pensar, escribir ni mucho menos decir nada por temor. Pero sentimos la responsabilidad ética de no callar, de ser las voces de aquellas que ya fueron silenciadas. La necesidad además de cuestionar e investigar los asuntos de la Universidad actualmente dirigida por el Dr. Ruthber Escorcia Caballero, porque también son nuestros asuntos y en este caso ya no queremos que continúe la misma persona definiendo eternamente las medidas que debe tener nuestra alma máter ajustándola a sus intereses. Creemos que la reforma al artículo 32 del estatuto general es completamente nociva para la Universidad, pues permitir la reelección indefinida y ampliar el período de gobierno de 4 a 5 años representaría un mayor estancamiento. La autonomía universitaria de la que tanto se alardea no debe estar por encima de la democracia y en el momento que pretenda serlo debe ser inaceptable.
Dr. Ruthber: en este gobierno y es del que podemos hablar confiadamente porque es el que hemos presenciado, la U es cada vez más un proyecto sin otro norte que no sea el de brindar comodidad a su dirigente. No queremos ponerle precio a nuestra universidad, no queremos venderla para que logre enriquecerlos más y más.
Por favor, señor rector, no busque más la continuidad. Le agradecemos por su plan de gobierno, donde plantea el fortalecimiento de la semana cultural que se le ha dado muy bien. Gracias por las 400 sillas que costaron más de 200 millones de pesos, por la nueva entrada que nos costó más de 2.000 millones, en lugar de iniciar la construcción del edificio Río Magdalena que hoy brindaría mayor comodidad a los 22.000 estudiantes, por la remodelación del bloque 8 “Gorgona” que salió más caro que volverlo a construir. Y ni hablar de la acreditación institucional (ya sabemos en qué quedó).
El pasado 25 de abril se reunió el Consejo Superior para discutir por tercera vez la aprobación de dicha reforma, pero que fue aplazada para el 6 de mayo, pues les ha tomado gran trabajo justificar lo injustificable de esta reforma y lograr el tan aclamado SÍ.
Lo único que nos queda como estudiantes conscientes, es creer en los principios porque el futuro de la Universidad se encuentra en juego y nuestro compromiso por la transformación social es irrevocable.