El mar, fuerte, inmenso, casi arrogante, está perdiendo su belleza a causa de la contaminación. Ahora nuestra percepción del mar es que está sucio. Hemos prestado atención a los desagües de los ríos que desembocan en nuestro mar Caribe y conocemos las cantidades de basura que se descargan sin tratamiento previo en las playas. Pero en San Bernardo del Viento, la contaminación está acabando con el paisaje.
San Bernardo del Viento es un municipio del departamento de Córdoba que posee un paisaje encantador. Es un lugar mágico, donde el tiempo parece detenerse. Cuenta una leyenda que en este sitio nació un hombre especial que tenía el don de la palabra, de la denuncia, que cambiaría el destino de todos para siempre. Sin embargo, los grandes hombres olvidan de dónde provienen. Ahora San Bernardo ya no es del viento es del Olvido.
Allí, en este lugar apartado, el cielo se funde con el mar. Los manglares nos recuerdan que es posible recorrer un bosque pantanoso donde el agua dulce y salada se mezclan creando ecosistemas autosuficientes. El recorrido se hace en canoa, en compañía de Vidal el hombre de Brisas del Mar, un ambientalista nativo de la zona, que se preocupa, se esfuerza por su cuidado, pero no es suficiente para crear consciencia en los habitantes. Al llegar al mar, el paisaje se contradice: belleza-suciedad. La basura, que se arroja en cualquier punto del río, del riachuelo, de la quebrada o de la carretera, sin ningún compromiso social- ambiental, va a parar a estas playas donde la tristeza y la rabia afloran por la desidia de los gobernantes.
Las playas están inundadas por el peor visitante: el plástico, el cual las cubre de “basura multicolor”. En este lugar no existe un centro de acopio o vertedero. El carro que recoge la basura no llega a las veredas y los habitantes deben incinerarla luego de estar amontonada por muchos días en los patios de las casas, generando contaminación y alimentando animales escasos de comida, porque la pobreza de la zona los obliga a comer lo que sea.
La basura finalmente se quema, porque la negligencia de los políticos administradores de turno es evidente. No existe alternativa alguna para prevenir, recoger y mitigar el impacto ambiental que se produce por la acumulación de material de desecho.
Es decir, se deberían realizar campañas de prevención que concienticen a los habitantes de la zona, a los visitantes, para que protejan el paisaje. Porque nos ufanamos de tener los paisajes más bellos en el mundo y creo que es cierto, Colombia es realmente un territorio fascinante. Pero el descuido, la falta de consciencia ambiental, la politiquería y corrupción están acabando con los paisajes y la naturaleza. Y esta, poco a poco, se está convirtiendo en la tierra del olvido.