La consulta popular es un mecanismo de participación ciudadana contemplado en la Constitución de Colombia. De hecho, está respaldada por el Artículo 103 de la Constitución de 1991, que reconoce diversos instrumentos de participación democrática, como el plebiscito, el referendo y la consulta popular, entre otros.
El Artículo 1 de la Constitución también establece que Colombia es un Estado social de derecho, democrático y participativo, lo que significa que el poder emana del pueblo, y este puede ejercerlo de manera directa o a través de sus representantes.
Así que, independientemente de quién esté en el gobierno, la consulta popular no es una invención del Presidente Gustavo Petro, sino un derecho constitucional al que cualquier ciudadano o autoridad puede recurrir dentro del marco legal.
Cuando el sistema se vuelca en contra de un plan de gobierno, por el que el pueblo escogió en las urnas, una consulta popular es el paso a seguir.
Lo que sucede es que, en Colombia, presidentes, gobernadores y alcaldes se han burlado por décadas del pueblo que los eligió por sus propuestas, y una vez sentados en la silla del poder solo "gobiernan" para sus intereses y los intereses de la bandola de turno, lo que claramente no está pasando con este gobierno que a pesar de todas las talanqueras, y escándalos, quiere cumplirle al pueblo, que votó por sus propuestas.
El sistema político y económico sigue alineado en contra del pueblo, especialmente cuando no responden a sus necesidades o priorizan intereses de élites. En Colombia, la desigualdad, la corrupción y la falta de representación real es lo que hace que los ciudadanos sientan que las instituciones no funcionan en su favor.
Sin embargo, como ya lo mencioné, el sistema también ofrece herramientas de participación, como la consulta popular, el referendo y la movilización social, que permiten que la ciudadanía exija cambios. El desafío está en lograr que estos mecanismos sean efectivos y que realmente reflejen la voluntad del pueblo, sin ser obstaculizados por quienes tienen poder desde el mismo sistema, como lo son las altas cortes, y el congreso que han dado clara muestra que lo de ellos no son los intereses ni necesidades del pueblo, desconocido a propósito, el hecho que por décadas, los derechos fundamentales de los menos favorecidos han sido socavados.
La clave está en la organización, la educación política y la exigencia constante de transparencia y justicia. Cuando la gente se une y ejerce presión, puede lograr transformaciones significativas.
En resumen:
¡El poder emana del pueblo y un pueblo unido no puede ser vencido!
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