La Constitución Política que vio la luz hace 25 años, fue el resultado de varios factores: el movimiento juvenil de la Séptima Papeleta; los procesos de paz adelantados con guerrillas, como la nacionalista del M19, la indigenista del Quintín Lame o la izquierdista del EPL; el momento histórico en el que se encontraba el país, casi desintegrado y sumergido en una guerra entre Estado, narcotráfico, carteles de la droga, paramilitares y guerrilla, así como otros dos factores internacionales determinantes: uno de ellos el Consenso de Washington de 1989 --el cual fue la punta de lanza de la expansión del neoliberal en América Latina-- y el otro, la desaparición del mal llamado “socialismo real” en Europa Oriental.
Ese deseo de crear un país nuevo, diferente al que impuso en 1886 Rafael Núñez y sus aliados conservadores por la vía armada después de su triunfo en la batalla de la Humareda, llevó a que se promulgara una nueva “Carta Magna”, donde ese equilibrio de fuerzas entre sectores tan dispares como los conservadores, los liberales o los nacionalistas del M19 midieran su pulso en la constituyente al redactar el nuevo texto. En ese nuevo “consenso nacional” la batalla semántica la ganó la izquierda, pues en teoría se ampliaron los derechos sociales, económicos y culturales, se constitucionalizaron los derechos colectivos y del medio ambiente, se estableció la figura del “bloque de constitucionalidad” ampliando el catálogo de los derechos humanos, se limitó la figura del estado de sitio, se creó un tribunal constitucional independiente y unos mecanismos para proteger los derechos como la tutela etc. Aun así, la materialización de muchos esos aparentes logros sociales, un cuarto de siglo después sigue pendiente, lo que se explica por una razón: La batalla real, la que gira en torno a la economía, esa que condiciona el actuar político y por lo tanto el jurídico, lo ganó en la constituyente el neoliberalismo.
La primera característica neoliberal de la Constitución de 1991 consistió en el diseño que se le dio a la Banca Central. En la nueva Carta se estableció la figura de las “entidades autónomas independientes” entre las cuales se puso al Banco de la República, al cual además se le dio una función expresa: Mantener el poder adquisitivo de la moneda. Como lo demostró William Philips en 1958, el control de la inflación implica sacrificar posibilidades de aumentar la tasa de empleo. Además, con el diseño establecido se imposibilita que el ejecutivo elegido directamente por el pueblo pueda tener algún papel en la política monetaria, y entre otras cosas, se niega cualquier posibilidad de que se puedan ordenar emisiones para programas sociales o de inversión pública, el sueño de Friedman se empezaba a constitucionalizar. Resultado: Neoliberales 1, defensores de lo social 0.
El segundo gol del neoliberalismo en la Carta de 1991 consistió en definir algunos derechos fundamentales como la educación, la salud o las pensiones con el calificativo de “servicio público”. Al tener ese calificativo, esos derechos pueden ser “mercantilizados”, lo que implica que su acceso depende como en cualquier mercado, de la ley de la oferta y de la demanda, siendo prestados por particulares, quienes pueden lucrarse de los mismo. Al convertirse esos derechos en “servicios públicos” leyes como la 100 de seguridad social o la 30 y 115 de educación, pudieron ser declaradas “constitucionales” sin ninguna objeción, pues de adaptaban plenamente a lo establecido en la Carta de 1991, dándose vía libre a las EPS, el pésimo servicio de salud existente, la educación de garaje etc. Neoliberales 2, defensores de lo social 0.
El tercer gol del neoliberalismo se dio al establecer como “derecho fundamental” la institución de la “libre competencia económica”. Mientras la educación y la salud fueron consideradas “servicio”, el pilar del neoliberalismo fue considerado “derecho fundamental”. Esto lleva a que el Estado no pueda tener empresas como único propietario ni siquiera en sectores estratégicos. En virtud de esta norma, fue posible desde la privatización de los servicios públicos domiciliarios con la Ley 142/1994 pasando por la privatización de todo el sistema eléctrico nacional a partir de lo dispuesto en la Ley 143/1994, hasta la destitución del alcalde Petro por quitarle el negocio de las basuras a los privados. Neoliberales 3, defensores de lo social 0.
El cuarto gol del neoliberalismo se dio con el fortalecimiento de la descentralización administrativa territorial. Al asumir los municipios por mandato constitucional asuntos como la prestación de servicios públicos, se limita la capacidad de que se creen empresas nacionales fuertes en ese sector, a la par que el municipio ante su debilidad técnica, administrativa y financiera, tampoco puede prestarlos, por lo que vienen figuras como la concesión y la contratación en general, para realizar cosas que antes el estado podía ofrecer directamente. Esto haría posible años después desde escándalos como el de los Nule (actividades que antes realizaba el Ministerio de Obras Públicas) hasta los robos de las regalías petroleras en gran parte del país. Neoliberales 4, defensores de lo social 0.
El quinto gol de los neoliberales en la Constitución de 1991 se hizo en la arquitectura dada a los asuntos internacionales. Se estableció la integración económica como mandato constitucional, lo que implicó una vía libre para formar todo tipo de tratados de libre comercio, a la par que se estableció que estos podrían entrar a regir de forma provisional sin haber sido aprobados por el Congreso, una prerrogativa que ni siquiera los tratados de derechos humanos obtuvieron. Ese diseño dado en 1991 es el que permitió que tratados como el TLC con Estados Unidos fueran declarados exequibles por la Corte Constitucional. Neoliberales 5, defensores de lo social 0.
Por esas 5 razones la Constitución Política de 1991 ha sido el mayor logro que ha alcanzado el neoliberalismo en la historia de Colombia. A pesar de todo, esta ideología aquí obtuvo su boleto de entrada en una asamblea constituyente, y no a través de terribles dictaduras como pasó en Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia etc., donde llegó a través de sangrientos golpes de estado y se impuso a costa de miles de desaparecidos, torturados y fusilados.