Muchas teorías acerca de la conspiración política no funcionan pero la que voy a exponer sobre el triunfo de Egan Bernal en el Tour de Francia admito que solo es válida para mí y no invito a la solidaridad partidista en las próximas elecciones.
Parto de algo que me parece absolutamente inverosímil, que no le sucedió ni siquiera a genios del ciclismo como Chris Froome y Bernard Hinault, que ya es mucho decir: Egan Bernal a sus veintidós años gana el Tour de Francia, superándolos en palmarés para cuando pasaron por ese momento de sus vidas. El triunfo de Egan Bernal es exótico, sin que esto quiera contradecir nada de sus dotes, más bien las confirma.
Pero lo voy a decir a rajatabla e inmediatamente para salir de la incertidumbre acerca de qué es exactamente lo que estoy tratando de desenredar. Opino que el triunfo de Egan Bernal se debe a la conjunción afortunada de, al menos, tres ingredientes a cual más sofisticado y competente: sus capacidades indiscutibles; la ayuda de su equipo; y la conspiración invisible e inopinada de Nairo Quintana y Rigoberto Urán. Lo de Nairo y Urán no fue una conspiración deliberada aunque, como si lo hubiera sido, pasó igual.
Pero si eran de equipos contrarios y enemigos, se me dirá. Y contesto de manera muy clara y contundente. Sí, eran contrarios; pero el desempeño de ambos, Nairo y Rigoberto, de alguna manera distrajo la atención de los verdaderos enemigos de Egan, el francés Alaphilippe y los subsiguientes de la tabla general que fluctuaban. Alaphilippe y muchos otros pensaron que Bernal era demasiado joven para que le cupiera un triunfo de esos en la cabeza: se equivocaron.
Y mucho más directamente sostengo que al triunfar el equipo de Egan en la primera etapa del Tour, eso inmediatamente sacó de taquito a Nairo y a Urán, que nunca estuvieron por encima de Egan en la general y selló el tour para ellos. Eso pudo hacer parte de la estrategia de entrada contra Nairo principalmente. Lo demás fue cuestión de tiempo y desarrollo de una estrategia minuciosamente calculada. Era clave que se mantuvieran detrás para que se constituyeran como enemigos reales, o postizos de Julian Alaphilippe pero no de Egan quien plácidamente dormía en el pelotón esperando su momento. Eso permitió que Egan hubiera pasado desapercibido. Incluso Bernal pudo haber defendido a Alaphilippe de las acechanzas de Nairo con el solo fin de mantenerse cerca. Egan pelechó también del peligro que suponía nada menos y nada más que Geraint Thomas, campeón del tour 2018. En fin, fue algo parecido a un Game of Thrones en las carreteras de Francia por el trono de hierro. Urán y Nairo, ¿dragones?
No, no se puede decir que las escisiones en el equipo de Nairo favorecieron exprofeso a Egan, pero le vinieron como anillo al dedo porque anestesiaron las posibilidades que pudieran quedarle a aquél. Del equipo de Urán puede decirse que jamás se planteó campeonar pues no daba la talla, igual que el equipo de Alaphilippe que siempre fue con la copa rebozada.
Ahora, aparece como obvio, la estrategia inglesa no podía saber que Alaphilippe fuera a ser el contendor pero, en cuanto apareció, la estrategia consistió en mantenerse lo más cerca de él de manera que la ventaja que obtuviera siempre estuviera a tiro de fusil de las capacidades de Egan...o de Geraint Thomas. Hubiera sido distinto si Nairo queda vivo tras la primera etapa. De allí en adelante, los ataques de Nairo le permitían a Egan mantenerse al pie de Alaphilippe, posar de ingenua paloma, y lo demás fue coser y cantar. Aunque nada fue fácil. Obvio, adicionalmente Geraint Thomas se mantuvo también al pie, cosa que la carta definitiva y sorprendente pudiera jugarse en el momento adecuado. Internamente, el equipo Ineos podía manejar el conflicto, cuya decisión dependería de quién estuviera mejor cuando se desataran los fuegos artificiales en los ascensos estratégicos de final del Tour.
Ahora, también es cierto, todo se precipitó a favor de Egan cuando la etapa aquella, 19, de la avalancha de granizo. No fue suerte. Egan tenía sentenciado el triunfo que hubiera fraguado del todo en la parte de montaña que nunca se corrió. Una prueba irrefutable de ello es que Alaphilippe no respondió en la montaña ni siquiera en la etapa siguiente tras el descanso nocturno. No fue demolición psicológica totalmente: Alaphilippe, lo había dado todo. Su equipo también. Sin embargo, esa parte de la historia siempre será una incógnita.
El único problema de esta teoría es que solo puede establecerse a posteriori cuando ya todo se ha dado y así es muy fácil hacer conjeturas. Ahora, cualquier cosa puede decirse, pero no deja de ser un argumento que bien puede usarse en posteriores oportunidades, si es que no fue craneado, en realidad lo doy por pensado, así por los estrategas del equipo Ineos que, si lo dijeran, cualquiera se los creería a pie juntillas.
Puestos a pensar Nairo y Urán jamás habrían dado un pedalazo que sirviera a los intereses de Egan por simple y puro profesionalismo, pero la lógica interna de la carrera puede suponer que algún dios, o cierto destino les tenía dispensado hacerlo.
Moraleja: Y ahora el gobierno colombiano a aprovecharse como siempre lo hace, oportunistamente. Para mí los ciclistas deberían pasar al gobierno y los otros, los títeres, a sudar la camiseta.
¡Manes del destino de los pueblos! Sus mejores estrategas se parten el pecho en las carreteras del mundo, mientras los otros pelechan en gigantescas montañas, verdaderos picos nevados, mermeladas ingentes de mentiras.