Con todo el descontento social acumulado durante el tiempo en que el uribismo ha estado en el poder, hay un mensaje claro que gran parte de la sociedad envía en esta ola de indignación que ha producido otra reforma tributaria que el gobierno de Duque presentó al Congreso: ¡no más uribismo!
El uribismo ya hizo lo que quiso con el país, con las instituciones y con la economía; persiguió y sigue persiguiendo a sus opositores políticos; los militares hicieron fiesta con la vida de miles de colombianos inocentes y asesinaron a más de seis mil personas; golpeó y sigue golpeando a la clase trabajadora, quitó horas extras, eliminó la mesada catorce y el “aumento” del salario mínimo ha sido miserable; se tomó las instituciones de poder y de control para navegar a sus anchas en su mar de impunidad y lograr, incluso, que su máximo jefe no sea condenado por ese rosario de abusos y de entorno mafioso en el cual ha sido el centro; pusieron el aparato estatal y la dinámica económica al servicio de la plutocracia de este país, a los verdaderos ricos como Sarmiento Angulo, Ardila Lulle, Los Gilinsky, los Char, la familia Echavarría, el Grupo Empresarial Antioqueño y todos esos terratenientes que adquirieron sus tierras robándoselas a los campesinos.
Todo eso ha hecho que se mantenga la concentración de la riqueza a costa de que haya más desigualdad, que haya millones de colombianos deambulando entre la miseria y la pobreza, con una clase media que les venden el cuento que son ricos y viven es realmente amarrados a deudas e impuestos persiguiendo un estilo de vida de lujo que como ilusión también les han vendido y crean que están “más cerca de la clase alta”. Por si fuera poco, los hijos de Uribe, aprovechando la “marca de Uribe”, se enriquecieron en par patadas.
El moño es la reforma tributaria que se presentó y está claro que es una reforma entre pobres: dejan las fortunas de los verdaderos ricos, las billonarias utilidades de los bancos, la estructura de corrupción, de evasión de impuestos quietica, y lo que intenta es sacarle más plata a los más jodidos, a los pobres asalariados, para entregársela a otros pobres con el denominado “subsidio solidario”. Con esas monedas del “subsidio solidario” pretenden darle contentillo al pueblo para que no proteste sin solucionar de fondo las causas de esa pobreza. En este país en donde hay gente que literalmente no tiene dónde caerse muerta, con esa reforma tienen que pagar más hasta para morirse.
¡No más uribismo! es la consigna.