Argentina, 1985 una película del director Santiago Mitre, estrenada el pasado 3 de septiembre, presenta un testimonio fundamental para entender lo más macabro de la historia de las Juntas Militares que gobernaron la Argentina tras el golpe del 24 de marzo de 1976, que derrocó al gobierno peronista de María Estela Martínez, viuda del general Juan Domingo Perón.
Bajo su bota, el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea sometieron al país durante ocho años, hasta el 10 de diciembre de 1983. Ese día regresó la democracia, un año y medio después de finalizada la Guerra de Las Malvinas, que comenzó el 2 de abril de 1982, cuando por medio de una operación anfibia las tropas argentinas desembarcaron en Puerto Stanley por orden de la Junta Cívico-Militar para disputarle al Reino Unido, que las administra desde 1883, la soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, un archipiélago conformado por dos Islas principales y más de doscientas islas menores, situado en el Atlántico Sur.
La confrontación duró 73 días, hasta el 14 de junio, y la derrota del ejército austral –que fue sometido por la superioridad de la armada británica y expulsado de las Islas– debilitó a la Junta Militar que se disolvió el 22 se ese mismo mes sumida en una fuerte crisis institucional, forzó la caída de la dictadura encabezada por el teniente general Jorge Rafael Videla y trajo, de contragolpe, la restauración del Estado de Derecho.
Además, fortaleció en Inglaterra al gobierno conservador de Margaret Thatcher y fue determinante para su reelección. La revancha del maltrecho orgullo argentino se dio en 1986, cuando “la mano de Dios” de Maradona, en el estadio Azteca, eliminó a los ingleses en los cuartos de final del Campeonato Mundial de Fútbol.
Argentina, 1985, favorita para competir por el Oscar 2023 a Mejor Película Internacional, detalla el juicio sumario que se instauró por decreto del presidente Raúl Alfonsín –un reconocido defensor de los derechos humanos al que varios sectores consideran el padre de la democracia moderna Argentina– contra los integrantes de las Juntas de la dictadura autodenominada Proceso de Reorganización Nacional.
“Fue la primera vez en la historia universal en el que un tribunal civil condenó a una dictadura militar”. El pleito tuvo 530 horas de audiencias y transcurrió entre el 22 de abril y el 9 de diciembre de 1985, cuando se dictó sentencia. Comparecieron nueve militares: Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera, Orlando Ramón Agosti, Omar Graffigna, Leopoldo Fortunato Galtieri, Jorge Anaya, Basilio Lami Dozo, Armando Lambruschini y Roberto Eduardo Viola (léase bien: Viola), acusados por los crímenes de secuestro, tortura, violación y desaparición de más de treinta mil de sus conciudadanos.
La investigación y las pruebas presentadas por el fiscal del caso, Julio César Strassera; la colaboración del novísimo fiscal adjunto, Luis Gabriel Moreno Ocampo, –ambos expuestos y amenazados–; el compromiso del equipo de jóvenes e inexpertos abogados que a riesgo de sus vidas les colaboraron, la mayoría menores de treinta años y reclutados a falta de los juristas curtidos que no se unieron por miedo o por “fachos”; el valor de todos ellos y de los sobrevivientes que muertos de pánico presentaron sus declaraciones, son una muestra de entereza y de verdadero compromiso patriótico.
Una lección para los colombianos y todos los ciudadanos de las naciones que hemos sufrido una violencia sistemática, sangrienta y aniquiladora, que debe ser expuesta y juzgada sin diferenciar si proviene de las fuerzas armadas, de los grupos insurgentes, de los paramilitares o de las organizaciones criminales.
El Juicio que presenta esta película tiene su antecedente en el informe "Nunca más", publicado el 20 de septiembre de 1984 y conocido también como el Informe Sabato porque el escritor Ernesto Sabato fue quien lideró la comisión que presentó dicho documento, en el que se recogen las declaraciones de las víctimas y se exige Memoria y Justicia.
Cabe relacionarlo como precursor del Informe presentado en Colombia por el padre Francisco de Roux, y cabe, también, reconocer que dicho tipo de investigaciones y procesos, bien divulgados y asimilados, son un exorcismo necesario para sanar sociedades como la nuestra, enferma de odios, venganzas, codicias, avaricias y violencias.
"A pesar de las leyes de impunidad que marcaron los años siguientes, el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia no se detuvo". Cita textual del final de la película, muy conveniente para quienes se oponen a la actuación de la Justicia Especial para la Paz (JEP) y a los hechos expuestos en el Informe Final de la Comisión de la Verdad.
Argentina, 1985, hay que verla.
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