Han pasado casi veinte años de los encuentros en las selvas del Vichada del famoso capo brasilero Fernandinho y su Comando Vermelho, con el todopoderoso Negro Acacio, el más famoso de los narco-guerrilleros de las Farc. Pero se reunía también con otro comandante guerrillero, Ariel Losada, quien se movía con el Frente José Antonio Paez por los lejanos departamentos de Guainia y Vaupés. El negocio de los colombianos con los brasileros era un intercambio de coca por armas. Se movían en los límites de Brasil y operaban más por esas rutas que por Colombia. Acasio cayó el 1 de septiembre, pero Losada sobrevivió. Se trata de un argentino que no se acogió al proceso de paz con el gobierno Santos, pero su rastro se perdió en las selvas del sur desde hace siete años.
Fernandinho terminó en una cárcel de Río, donde morirá por una acumulación de condenas que suman 300 años, mientras el grupo que creó en los años 80, el Comando Vermelho, sigue siendo considerado el grupo criminal más antiguo del Brasil, fundado por Cándido Mendes. Este resultó de una alianza entre militantes de izquierda, detenidos en la cárcel de Isla Grande por la dictadura militar que encabezó Humberto de Alencar Castelo Branco, y delincuencia común. A principios de los 80 empezaron a ganar notoriedad por sus golpes. Desde la prisión, ubicada a corta distancia de Río, conformaron una red de emisarios distribuidores de cocaína en las calles de la ciudad, llamada Falange Vermelho. Pronto cualquier vestigio de ideología quedaría borrada y lo único que importaba eran los robos, las extorsiones y, sobre todo, el narcotráfico.
La red se expandió hasta dos cárceles de Sao Paulo, creando en 1986 el Primer Comando Capital, el PCC, que pronto encontró en el Cartel de Medellín el principal proveedor de coca con lo cual su expansión estaba garantizada. Cuando Fernandinho, el capo mayor del Comando Vermelho, cayó en las selvas del Vichada ya estaba en camino la posibilidad de que las Farc entrenaran militarmente a los cerca de 3.000 integrantes del Comando Capital, pero quedó interrumpida por la abrupta detención del jefe brasilero por parte del Ejército colombiano, que siguió con su extradición inmediata al Brasil.
Pero una nueva circunstancia, reactivó los vínculos adormecidos entre los dos grupos.
El mismo día en que Rodrigo Londoño, Timochenko, firmaba la paz con el Presidente Juan Manuel Santos, el 26 de noviembre del 2016, salían expulsados de sus filas de las Farc Giovanny Chuspas, Julian Cholló, Euclides Mora, Gentil Duarte y John 40, quienes ya habían decidido continuar con el tráfico de coca. Tomaba forma la primera disidencia armada y su opción estaba clara: la combinación de narcotráfico y armas en el corredor del sur que comunica a Manaos con Tumaco, una extensión de más de 3.000 kilómetros desde la selva al mar.
Sin nunca tener que someterse a la disciplina guerrillera, John 40 sobrevivió durante los 35 años años que permaneció en las Farc por su eficacia en el negocio de la coca. Suministraba dólares por montones al Bloque Oriental del Mono Jojoy. El propio Jojoy trajo a John 40 desde el Vichada, donde había aprendido del negocio al lado del Negro Acacio y lo nombró comandante del Frente 43, en reemplazo de Martín Sombra. Encargado de las relaciones con los ilegales en los países vecinos fue John 40, quien estableció los contactos con el Comando Vermelho, que se ha encargado nuevamente de revivir.
Fue John 40 quien convenció a Gentil Duarte de entrenar en el Amazonas a integrantes del PCC guerrillero para acceder de nuevo a las rutas y, de paso, a las armas para reorganizar la nueva guerrilla. Pero también a las minas de coltán y oro. La conexión brasilera les ha permitido multiplicarse con dinero en la mano.
En los tres años de existencia como nueva organización, cuentan con más de 300 hombres armados en tres departamentos: Guaviare, Meta y Vaupés, con un proceso de expansión al Amazonas, Caquetá y Arauca, donde habrían convencido a Iván Mordisco para que hiciera una alianza con ellos. Y últimamente se ha detectado, además, un nuevo aliado: la Familia del Norte de Amazonas, también de origen brasilero, con lo cual el emporio del sur crece sin, por el momento, verse amenazado ni por las autoridades brasileras ni colombianas.