Por estos días, como bien expresa el Argot colombiano, "se levantó el tierrero" entorno a las investigaciones realizadas por la red de periodismo independiente Vorágine y publicado por el portal Cuestión Pública, en la cuales detallan la existencia de una poderosa y oscura conexión criminal de tráfico de cocaína desde el Urabá Antioqueño hasta la bota italiana.
Empero, lo que para unos es considerado como una posible chiva del momento, para otros solo es la confirmación de lo que siempre se supo en un momento: La obvia relación entre las mega industrias paisas y las multinacionales con el crimen organizado.
Hace 15 años, no muchos pudimos conocer la espeluznante verdad entorno a las turbias relaciones transaccionales entre los grupos paramilitares y las empresas bananeras en cabeza de dos gigantes industriales: Chiquita Brand (La heredera de la infame United Fruit Company) y Banacol, esta última, siendo la protagonista de tan turbio escándalo en mención.
Infortunadamente, este caso nunca pudo tener mayor alcance, dada el sesgo parcializado y perjudicial de los medios masivos de comunicación como los ya conocidos (RCN, Caracol y, hoy en día, Semana). De no ser por la buena labor de un profesional del periodismo investigativo de buen proceder y de convicción como Holman Morris o de influencers como el hacker de la Fiscalía, y hoy por hoy portales como Vorágine, muchos nunca hubiéramos dimensionado el carácter turbio de este caso.
En aquella época, Gloria Cuartas, hoy directora de la Unidad para la Implementación del Acuerdo de Paz de Colombia, la primera persona en denunciar este caso, sorprendió a muchos con una frase que hoy por hoy tiene bastante relevancia: "Chiquita Brand es el responsable estructural del crimen organizado en Urabá". Por estos días, esta frase cobra mucha fuerza, dado la relevancia del caso, más aún siendo que la empresa en mención fue la financiadora de la campaña de Federico Gutiérrez a la Alcaldía de Medellín.
Para entender la importancia de la investigación aportada por Vorágine, es menester situarse en dos épocas de la historia reciente para explicar el caso de lo que podríamos denominar "La Conexión Bananera".
Histórica y contextualmente, la región del Urabá ha sido catalogada como una posición de interés geoestratégica, sumado a la diversidad ecológica, mineral y cultural, compuesto por dos departamentos, cuyo corredor conecta entre cinco regiones estratégicas (Bajo Cauca, Nudo de Paramillo, Alto Sinú, Atrato y Magdalena Medio) e incluso establece una conexión con los océanos Atlántico y Pacifico y regiones del continente, siendo este el equivalente del Canal de Panamá.
Para finales de los 80, ya era de público conocimiento las oscuras conexiones relacionadas con el comercio de drogas y armas, en las cuales los carteles de la droga se coludieron con organizaciones como la CIA y/o el Pentágono, por cuenta de escandalos mediaticos como el Irán-Contra y el Banco Ambrosiano. Pero nunca se ha hablado de la participación de las multinacionales con el crimen organizado, como se reveló hace menos de dos semanas.
El escándalo surgió en torno a la revelación de los contenidos de los Narco-files: una serie de archivos digitales y correos electrónicos publicados hace poco, en las cuales detallan información delicada relacionada con conexiones oscuras del crimen organizado a nivel global.
Este episodio, digna de un guion de Oliver Stone, manchado de misterio, corrupción y sangre, se remonta desde mitad de los años 80, en el marco del desarrollo de los Acuerdos firmados en el Hobo y La Uribe entre el gobierno Betancourt, las FARC, el M 19 y el EPL, las cuales marcaron el inicio de la importancia del enfoque territorial, en la cual la región de Urabá se había convertido en un laboratorio de paz y configuración regional, con el cual se buscaba la implementación del modelo de descentralización en las regiones del país, en favor de las comunidades en lo que refiere a temas de reforma agraria, alternativas de uso de suelo y estructuración de políticas económicas y sociales. En este contexto, movimientos como la Unión Patriótica, el Partido Comunista Colombiano, A Luchar y Frente Popular fueron co protagonistas en esta parte de la historia llamada Esperanza, en la cual ecologistas, defensores de Derechos Humanos y cooperativas obreros campesinas tuvieron un epicentro común: la búsqueda de la paz.
No obstante, en contraste de episodio de Euforia de paz, el auge de la expansión industrial masiva junto con la bonanza cocalera de la mano del antiguo Cartel de Medellín y el aumento paralelo de los hechos de secuestros y abigeato por cuenta de los grupos guerrilleros, hubo quienes opusieron férreamente a los cambios colectivos ya mencionado. Desde su fortín en zonas como Magdalena Medio y el Valle de Aburrá, Las fuerzas político económicas dominantes (industrias locales, terratenientes, miembros de la fuerza pública y barones del crimen organizado) inician la conformación de escuadrones de hombres armados y de justicia privada no solamente para hacer frente a las hostilidades de la guerrilla, sino también para acabar de manera progresiva el proyecto de paz ya mencionado. Los informes aportados por la Comisión Colombiana de Juristas en la demanda interpuesta contra el Estado en 1993 por el genocidio contra la UP, resalta la región del Uraba como una de las regiones donde se presentó el mayor número de asesinatos y desapariciones de militantes de dicho partido, así como el asesinato masivo de trabajadores y líderes sindicales en la región.
No obstante, lo que nunca se imaginó es que el exterminio físico y progresivo contra la UP y el PCC, fue solamente el campo de cultivo de una crónica de una muerte anunciada y de reconfiguración territorial, cual implicó no solamente el exterminio masivo contra el pueblo mismo, sino también la reconfiguración misma del crimen organizado. Primero la dinámica política se fue configurando mediante la coerción ilegal de sus habitantes, para posteriormente reformar la dinámica económica y ecológica en la región. Por tanto, se puede establecer que de la cohesión social se pasó al control por el uso del suelo.
Justamente, a mediados de los 90, se da un punto de ignición en la historia de la "conexión Bananera". Durante 1991 y 1992, en medio del proyecto de la Apertura Económica durante la administración de Cesar Gaviria, por medio de Documento CONPES, Urabá fue declarado un sitio de interés para el desarrollo económico del país. Con la Apertura Económica, vino la llegada de las multinacionales como Chiquita Brand y la instalación de proyectos de agroindustria bananera y palmera posteriormente por parte de DelMonte, Banadex y la Banacol (la protagonista de esta crónica oscura), con la bendición del Sindicato de Antioquia.
Para aquel entonces la vía aérea para el tráfico de cocaína, aunque en constante uso, se había visto limitada, al igual que las embarcaciones por las operaciones de la DEA y las autoridades locales, al punto de que se aumentan los decomisos masivos desde los puertos de la costa. Por consiguiente, el aumento del poder militar del Bloque José María Córdova de las FARC, sumada la guerra sucia que el grupo armado le declaró a los Esperanzados (antiguos combatientes del EPL), la expansión paramilitar en cabeza del Clan Castaño en su afán por destruir a las guerrillas, el auge del tráfico global de armas y la sucesión de poder y control del crimen organizado luego de la muerte de Pablo Escobar y la disolución o más bien reestructuración del cartel de Medellín, eran hechos precisos que empiezan a escribir esta historia que lleva consigo la Conexión Bananera.
Posteriormente, la llegada de Álvaro Uribe Vélez al mandato de la gobernación de Antioquia con la colaboración de su entonces compadre Pedro Juan Moreno, dio el paso fundamental en la legalización de las estructuras criminales bajo la figura de las CONVIVIR, las cuales fueron un obvio frente legal para dar un financiamiento directo a los grupos paramilitares y/o grupos sicariales al servicio de los intereses de los poderosos.
Precisamente, la conjunción de cada uno de estos actores de esta trama oscura dio origen no solamente al aumento de las ganancias y del control de territorio, sino también dio inicio a la trazabilidad y bonanza comercial no solo para las industrias bananeras y de Alimentos quienes ya tenían asegurado el control de la población y de los recursos naturales, sino para el mismo mercado negro, que vieron en el Uraba un próspero "Mercado Negro Persa". Esta denominación se me vino a la mente, luego de acordarme de una seria entrevista hecha por la Revista Semana (antes de que se convirtiera en ejemplo del amarillismo, que es hoy en día) al jefe paramilitar Ever Velosa "HH", en la cual dió cuenta de los acuerdos comerciales de importación de fertilizantes para cultivos de banano desde Bélgica y Bulgaria, en cuyos buques de carga llegaba material bélico para las Autodefensas (armas, municiones y lanzagranadas), versión que es constatada por otros jefes paramilitares , los cuales han afirmado que desde los puertos cargueros ubicados en el Golfo de Urabá se ha importado material bélico para suministrar sus bloques paramilitares en el país.
Seguidamente, las explosivas declaraciones de los mismos jefes paramilitares sobre su financiación por parte de las empresas bananeras en la región, si bien fue un escándalo mediático e incluso un alcance histórico dentro de la comunidad internacional, el mismo no fue profundizado por tanto que no se había hecho un detallado análisis sobre esta oscura ruta en la cual no habría solamente importación de armas, sino también tráfico de drogas desde los mismos puertos de carga, obviamente propiedad de las empresas bananeras. Y cómo ignorar este hecho, siendo que los puertos privados, han sido bastante estratégicos en lo que refiere a la exención de controles por parte de autoridades, sumado a la importación masiva de uno de los productos de mayor demanda en el mundo
Del mismo modo, tampoco se ha dado un análisis relevante en torno a los destinos comerciales de estas rutas del tráfico de cocaína, por tanto que se ha sabido que Estados Unidos no es el único mercado global de estupefacientes. Países como Italia, Alemania, España, Francia, Bélgica y Reino Unido son parte de la demanda macroeconómica para el crimen organizado, por lo cual esta conexión lleva a los nexos del crimen organizado colombiano con la mafia italiana, principalmente con organizaciones como la conocida Ndrangheta, el otro protagonista de esta conexión, conocida por tener estrechas relaciones con organizaciones criminales en Colombia. Inclusive, el mismo Salvatore Mancuso ha asegurado tener estrechas relaciones de dicha organización criminal, así como con la Camorra y la Cosa Nostra Siciliana.
En este punto, valdría la pena preguntarse lo siguiente. En primer lugar, sería bueno saber hasta donde llegaron los tentáculos de la Conexión Bananera, teniendo en cuenta que todo el tema de la exportación de las denominados "contenedores contaminados", se hizo bajo las barbas de la directiva misma de la empresa Banacol y de las mismas autoridades policiales y militares, saber quiénes más son los demás partícipes de esta oscura conexión. Esto, no solo incluye a organizaciones criminales, sino los contactos dentro de los conglomerados industriales en Antioquia, los contactos de la fuerza pública y hasta dentro de la Fiscalía, ya que también resulta imposible creer que el mejor "mejor fiscal de la historia" haya pasado por agache las alertas que autoridades internacionales dieron sobre la existencia de la Conexión Bananera, tal como lo reflejó los Narco Files.
En segundo lugar, preguntarse igualmente hace cuanto que los puertos de Urabá (y posiblemente los de la Zona Bananera del Magdalena) se convirtieron en puntos clave para el mercado negro en América Latina, como desafortunadamente les pasó a los puertos de Buenaventura, Santa Marta, Cozumel, Puerto Vallarta y Lázaro Cárdenas en México. Resulta imposible creer que desde 2014, la Conexión Bananera viene operando tan estructuralmente, siendo que ya se conoce la historia del Urabá, en el marco del Conflicto Armado.
En tercer lugar, y retomando la frase de Gloria Cuartas "Chiquita Brand es el responsable estructural del crimen organizado en Urabá", la JEP podría a futuro establecer que alguna otra empresa nacional o incluso Transnacional también fueron las responsables de la estructuración del crimen organizado no solo en Urabá sino en otras partes del mundo.
En ese sentido, esperemos que la JEP haga un estudio profundizado sobre la participación misma del crimen organizado y de la casta empresarial como un actor más del conflicto armado, más después de la oficialización del sometimiento de Salvatore Mancuso al tribunal.
Adenda 1: La vergüenza y el contraataque de los medios masivos de comunicación frente al escándalo de Banacol no se hizo esperar. Al día siguiente, se encargaron de promulgar una chiva en cabeza de Blu radio (la otra fábrica de mentiras) en la cual acusaron sin prueba documental, a otro de los hermanos del presidente de tener vínculos con una empresa X acusada de tener vínculos con el narcotráfico. Casi dos semanas después, este tema quedó en congelador, esperando a que salga nuevamente a la par de que se destape otra olla podrida en torno a la Oposición Inteligente y sus aliados.
Adenda 2: Por otra casualidad de la vida, el mismo día de la publicación de Vorágine, el excapitán del Ejercito Francisco Luis Correa, procesado por el asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, reveló ante las autoridades judiciales haber sido contactado por un ex mandatario paraguayo y un narcotraficante para cometer el crimen. Aunque la revelación es relevante en el caso del crimen del fiscal paraguayo, aún no se ha establecido quienes han sido los posibles intermediarios dentro del crimen organizado colombiano e incluso los posibles autores intelectuales colombianos que facilitaron la información y los insumos con los que cometieron el magnicidio, siendo que se ha sabido que uno de los autores intelectuales es un narcotraficante paraguayo, el cual se encuentra protegido en La Guajira. Uno ya supone quien puede estar protegiendo a este personaje.
Por cierto, y a riesgo de dar una hipótesis apresurada en el caso Pecci, muchos de quienes debatimos en casos relacionados con el crimen organizado creemos que el asesinato del fiscal paraguayo tuvo casi el mismo modus operandi que el asesinato del Doctor Jorge Daza Barriga, otro de los "buenos muertos “del temible Kiko Gómez, en el cual también tuvo la participación de una banda liderada también por oficiales del Ejército. Al parecer, como lo expresa los NarcoFiles, existe un nuevo orden criminal, que ha configurado el crimen organizado para ser una sombra que traspasa y penetra a todos los estamentos y la sociedad en el mundo. No sería raro saber que la Conexión Bananera, la muerte del Fiscal Pecci e incluso el Golpe de Estado en Bolivia y el magnicidio del presidente haitiano Jovenel Moise, estén profundamente relacionados. Todos los caminos pueden llevar a Roma.