Realmente creo que ha sido una locura todo lo que ha sucedido en los últimos días en Bogotá con el caso de la trabajadora del SITP de la que ahora se dice que “fue falsa la declaración sobre su violación”. Creo que esta es una historia que tiene de todo, es una perfecta radiografía de la locura en la que se encuentran los colombianos.
Hace mucho tiempo que decidí nunca compartir imágenes de personas presuntamente asesinos, violadores, ladrones, etc, la razón es sencilla: yo, desde mi escritorio, no sé a ciencia cierta si la persona de la foto ha cometido el delito del que se le acusa, o es víctima de una mala pasada de un tercero. Creo que un país que busque darle valor, importancia, honorabilidad y contenido a su Constitución, debe evitar juzgar a cualquier acusado sin un debido proceso; por aquello de la presunción de inocencia. No obstante, lo que se ha visto es un incremento en lo que identifico como una insana manera de actuar: tomar la justicia por cuenta propia.
El caso reciente de la conductora del SITP es realmente notable, y me gustaría que se discutieran en la mesa del comedor con su familia, en los pasillos de su trabajo mientras se sirven café o con la persona de al lado si es que va en este momento leyendo con su teléfono en el bus. Me gustaría que usted, estimado lector, discutiera sobre estos puntos:
1- Sobre el juzgar
En mi opinión, creo que no me corresponde a mí juzgar a una persona por sus actos. Creo que hay actos que puedo interpretar como buenos y otros no; pero las razones que llevan a una persona a realizar cualquiera de ellos son ajenas a mí, por lo que siempre evito al máximo juzgar. Quizá también porque no me creo ubicado en un lugar moral privilegiado desde donde acusar a otros seres humanos.
Me produjo mucho malestar imaginarme el momento amargo que está viviendo la familia del joven acusado de haber violado a la conductora del SITP, pero al mismo tiempo no dejó de parecerme también una buena oportunidad para que el colombiano viera el daño que puede hacer cuando juzga y viraliza información de esta naturaleza. Pero lejos de eso, lo que tuve fue una mayor decepción al ver cómo el colombiano no había aprendido en absoluto a no juzgar, pues ahora, sus odios y acusaciones se dirigieron a la mujer de quien se dice ha dado falso testimonio.
Inmediatamente vio los daños de juzgar apresuradamente, empezó ahora a hacerlo con la misma ligereza y rapidez que la primera vez: maldita, mentirosa, etc.
El ciudadano no aprendió realmente de esta experiencia.
2. Sobre la ética y la reparación
Ya que veo a estos individuos subidos en un peldaño moral desde donde juzgan los actos de otras personas, entonces asumo que harán el acto honorable que corresponde; quiero decir, todos cometemos errores e impertinencias y no estamos exentos de difundir información engañosa pensando que hacemos bien, entonces, el acto responsable y reparador es que cada uno de ustedes (los que compartieron la imagen del joven acusado), expresen también públicamente y por la misma vía, que se equivocaron con esa información y por tanto no solo la rectifican, sino que invitan a hacerlo a otros que hayan también juzgado.
Siempre he pensado que está bien exigirle al director de un noticiero que nos haga saber cuándo dieron una noticia equivocada. Lo veo como un acto honesto, valeroso, ético y responsable ¿Por qué no hacerlo nosotros mismos?
3. Sobre la suspensión del juicio
Existe una escuela de origen griego conocida como los escépticos. Según ellos, ante un mundo tan desconocido para nosotros el cual nos cuesta entender en su totalidad, el ser humano debe suspender el juicio. Por ejemplo, si vamos por la calle y vemos que dos autos chocaron, es habitual decir: “Este tuvo la culpa, o este otro la tuvo” sin realmente haber presenciado el choque. A los seres humanos nos resulta muy tentador y casi inevitable juzgar a los demás. Siguiendo con el ejemplo, podrían justificarse diciendo que “uno de los autos es un taxi, y ellos siempre manejan mal” o “manejaba un adolescente, seguro iba rápido”; juzgamos sin saber. Para los escépticos, en una situación de estas lo mejor sería aceptar que no sabemos qué fue lo que pasó y seguir caminando sin emitir juicio alguno, o simplemente suspenderlo hasta que una evidencia incuestionable permita hacerlo, (lo cual es muy poco habitual).
¿Será acaso una buena actitud de parte nuestra con el caso de la señora del SITP?
Ya la sociedad ha juzgado duramente a un joven. Ahora, parece que está juzgando a la mujer. Por supuesto que desconozco los motivos que impulsarían a una trabajadora a dar falso testimonio, pero por eso mismo, no la juzgo, pudo haber cometido un error, puede no tratarse de eso, estaba en una crisis personal y no encontró mejores recursos para sobreponerse, (a todos nos pasa), desconozco sus motivos, suspendo mi juicio y no lo hago con ninguno, que siga el proceso técnico y legal que corresponde, pero a mí, como ciudadano, me resulta moral y éticamente adecuado y responsable, no emitir juicio a ninguno de los dos. De pronto así me sienta poseedor de menos verdades, pero es probable que me haga más tolerante y cuidadoso con otros seres humanos y sus actos.
Se trata de una posición filosófica ante la vida que podríamos proponer como eje o principio de una mejor y apropiada cultura ciudadana.