Los perros salían de su castillo con pedazos de brazo de sus doncellas. En el bosque de Cachtise en Hungría, cerca a su fortaleza, no llegó a quedar ninguna virgen viva. La única manera de ganarse el pan era ser sirvienta de la condesa Erzsébet Bathory pero las muchachas no duraban mucho en ese lugar. La condesa, de juventud infinita, las iba seduciendo, se les metía en la cabeza y en sus cuartos. Nadie podría resistirse. Cuando la mucama menos pensaba Bathory les rajaba la garganta. La sangre era un artículo de primera necesidad en Cesj. No se desperdiciaba una sola gota. Ella misma se ingenió máquinas de tortura que aseguraban exprimir a las mujeres como si fueran naranjas. Mató a más de 650. La sangre se vertía en una bañera y ella se metía en ella y se sentía enérgica, imbatible, eternamente joven.
Aunque todo el mundo sabía de la extraña vanidad de la condesa, nadie se atrevía a denunciarla. Su esposo, Ferenc Nadasdy, era un terrible guerrero que acostumbraba a empalar a sus enemigos en el campo de batalla, por algo lo llamaban El caballero negro de Hungría. Cuando murió Ferenc quedó a merced de la justicia que la condenó a vivir emparedada en la torre más alta de su castillo. Los valientes que aún se adentran a ese bosque, quinientos años después de su muerte, afirman verla en las noches de luna llena convertirse en águila arpía y sobrevolar las villas en busca de sangre joven.
El maestro Sandro Romero Rey adaptó la historia de la Condesa Sangrienta en un poderoso monólogo interpretado por la actriz Myra Patiño. Sandro trae al universo del Gótico tropical una historia que ha sido abordado por Alexandra Pizarnik y Valentine Penrose desde la literatura, un vampiro descendiente de Vlad Tepes, el empalador que Bram Stoker retomaría para hacer su Drácula, y que, en este homenaje a Mayolo, a Luis Ospina, a Carne de tu carne, a Pura Sangre, la sitúa en la desierta noche de San Victorino donde nuestra Condesa se solaza con sangre de doncella bogotana. El maquilla, la atmósfera que crea Romero Rey hacen de esta puesta en escena una experiencia inquietante.
La obra, que cumplió casi dos meses en Casa Ensamble, regresará en cualquier momento debido a la impresionante afluencia de público.