Actualmente los guardianes del INPEC viven el pico más alto de hacinamiento en las cárceles de Colombia, lo cual les obligó a crear sindicatos para reclamar sus derechos y los de sus reclusos, aunque arriesguen sus propias vidas.
Como objetivos militares y con amenazas a sus familias se encuentran actualmente los líderes de los 51 sindicatos que hay del INPEC. Óscar uno de los dragoneantes que lidera el sindicato Unión de Trabajadores Penitenciarios (UTP), el cual reúne a 6.000 miembros del INPEC y que es uno de los sindicatos con mayor número de guardias en el país, busca además de luchar por sus derechos, reclamar por un trato más humano por parte del gobierno con los internos que custodian.
Aguantarse los malos olores, los ataques, la inseguridad y las riñas que en ocasiones han dejado muertos durante su jornada laboral, se ha convertido en el pan de cada día para los guardias que dan inicio a su turno desde las 6:00 de la mañana hasta las 9:00 de la mañana del otro día, que termina cuando llega el descanso a través del cambio de jornada con otro dragoneante. Es decir, 27 horas de trabajo.
Óscar se levanta muy temprano para cumplir su turno en la cárcel la Modelo, en donde hará una hazaña, cuidar con otro guardián a 1.200 internos en el pabellón que le asignen para su día laboral. Dos guardias para mil doscientos internos.
Su labor la realiza en una de las cárceles más antiguas de Colombia, que aunque solo esta apta para 2.950 reclusos, alberga actualmente a 5.000. El 70% de sus internos están entre los 18 y 25 años; lo anterior no es excusa para Óscar, al que le toca trabajar bajo estas condiciones. Mientras cumple su jornada laboral, ha visto como se desmayan sus compañeros por el agotamiento, el estrés y el temor por sus vidas que a veces les genera la labor de custodiar a los 1.200 reclusos.
Algunos de sus compañeros dragoneantes han padecido problemas psiquiátricos debido al estrés que deben aguantar dentro de su jornada laboral. Hace dos años, según cuenta Óscar, reclusos agredieron a dos guardias de 22 años con jeringas que estaban infectadas con VIH. Sin embargo, fueron llevados al médico, donde por suerte, no les encontraron ningún síntoma de la letal enfermedad.
Óscar, en ocasiones recibe un arma, en otras le dan un bolillo y con esto se hace respetar y se brinda seguridad dentro del pabellón que le asignen; su ubicación depende del nivel de peligrosidad que tengan los internos, ya que algunos son asesinos en serie y violadores.
Además, al no existir una prevención del delito, muchos de los que cumplen su condena vuelven a cometer sus crímenes para regresar a la cárcel porque, según ellos, dicen que tienen vivienda y comida gratis.
La crisis carcelaria de los 6.000 dragoneantes del INPEC, como la define Óscar, ya cumple cuatro años. A nivel nacional hay 177.000 reclusos; de estos, 140.000 tienen en medida intramural -es decir que los ponen a trabajar en la cárcel-: mientras otros 37.000 tienen medida extramural, que son los que trabajan fuera de sus centros de reclusión por su buena conducta, pero deben regresar a pernotar a las penitenciarias.
En la vida de Óscar, el tiempo con su familia es muy poco debido a su profesión de guardián del INPEC. Óscar cumple 13 años desempeñando esta labor y como si fuese un padre de los guardianes, le toca poner la cara si ocurre algún problema de alimentación, salud o inseguridad con algún recluso.
Él y todos sus compañeros de lucha en el sindicato, presentaron el 18 de mayo de 2014 el plan reglamento, que duró 10 días y con el cual llegaron a un acuerdo con el Gobierno. Un plan reglamento que para ellos es de vital importancia, ya que pidieron las siguientes medidas: que no hubiera investigaciones con quienes estaban haciendo el plan reglamento, que si trabajan 210 horas extras semanales, se les pagara en un sobre sueldo de 450.000 pesos, también que cambien su horario de 27 horas por 22 horas, y que no sacaran a 2.000 funcionarios que habrían participado en la Comisión Nacional del Registro Civil Administrativo, pues todos se podían quedar sin trabajo.
Por otro lado, hay reclusos que tienen detención domiciliaria, ósea casa por cárcel. Estos deben portar una manilla que contiene un sensor, el cual los vigila y evita que se escapen. Pero la problemática se acrecienta porque a pesar de haber pedido 4.500 manillas para el 2014, estas ya se agotaron y el número de presos que resultaron beneficiados con esta medida llegó a las 10.000 personas. En ese sentido hoy 5.500 reclusos no han podido salir porque no hay manillas.
Óscar y el sindicato que lidera, buscará próximamente a través de una asamblea que otros guardianes de 80 cárceles en Colombia se unan a su lucha por conseguir una dignidad en su trabajo y con lo cual buscarán dejar de ser los guardianes del INPEC que luchan porque su trabajo no se les vuelva una condena.