Hay una cosa que es innegable, y es que si al Gobierno de Gustavo Petro le va mal, nos va mal a todos los colombianos. Lamentablemente no le está yendo bien... El problema es que es el mismo gobierno el que no se ayuda. Es urgente que se entienda que en el Palacio de Nariño hay un gravísimo problema de comunicaciones.
Nos estamos acostumbrando peligrosamente a ministros que a menudo tienen que salir a desmentir a otros ministros, y peor aún, nos estamos acostumbrando a un presidente que ya no solo tiene salir a desmentir a sus ministros, sino que tiene que salir a desmentirse a sí mismo.
Solo la cuenta de Twitter del señor presidente Petro tiene más de 7.6 millones de seguidores, sin contar Intagram donde lo siguen otros casi 2 millones de personas, además de facebook y los medios de comunicación del Estado, o adeptos al gobierno.
¿Imaginan ustedes a tantas personas, entre ellas miles de periodistas, replicando lo que dice el presidente? ¿pueden dimensionar la responsabilidad que implica, y el impacto que genera cada palabra publicada por el Presidente de la República, sobre todo en un país tan fragmentado social, política e ideológicamente, y donde cada uno persigue nada más que sus propios intereses?
Si el Gobierno no entiende el problema tan grave que tiene en materia de comunicaciones, esta crisis se le puede agudizar de manera peligrosa. No se puede pretender que resulten idóneos para manejar las comunicaciones, los mismos odiadores de oficio que contrató en campaña para adelantar la guerra mediática más sucia que recuerde el país.
Yo estoy totalmente seguro que, en el caso de ayer sobre los niños de la avioneta, alguien indujo al error al Presidente. Pero es claro que el presidente actuó de manera irresponsable.
El daño que hizo con la mentira publicada es irreparable.
Tal vez lo hizo sin querer, pero terminó no solo jugando con el dolor de la familia de los niños y con la ilusión de un país, sino que además laceró de manera grave grave la credibilidad en su gobierno y en la institucionalidad. Porque ahora hasta el Instituto Colombiano de Bienestar queda en entredicho, toda vez que de manera socarrona Petro lo culpa por este error tan absurdo como indignante.
Ojalá los colombianos no nos sigamos dejando arrastrar por el populismo mediático que tanto daño nos está causando. Ojalá el Gobierno reconozca, y recomponga su política de comunicaciones, y por supuesto sus políticas de gobierno tan traídas de los cabellos.
Ya está bueno de publicar solo mentiras y odio clases. Basta de dividir y engañar desde las redes sociales de la presidencia a los colombianos que estamos cada día más enfrentados unos a otros... Es hora de llamar a la unidad, de enderezar la senda y entender la responsabilidad tan grande que asumieron cuando llegaron al poder jurando hacer de este país la "tierra prometida".
Ojalá por el bien de la familia de los menores, Dios nos perdone por tanto odio, por tanta irresponsabilidad, y ojalá que por fin después de tanta incertidumbre, una familia pueda volver a abrazar a estos niños que, al final son las principales víctimas en esta tragedia tan dolorosa.