Con 143 casos de coronavirus y tres fallecidos, Venezuela afronta su segunda semana de cuarentena social. El gobierno exige cumplirla a rajatabla pero el asunto se complica cuando se estima que la pobreza supera el 60%
No es fácil hacer cuarentena en Venezuela, un país donde la inseguridad alimentaria arropa a un tercio de la población, según el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas.
Se cumplen ya dos semanas de confinamiento obligatorio, pero en los sectores más pobres poco se cumple. En Catia y en Petare, dos zonas de clase baja en Caracas, las calles bullen de gente buscando resolver la compra diaria, pues no hay cómo pagarla para varios días.
Allí vive Valeria Pedicini: “En la mañana sale todo el mundo a comprar, casi como en un día normal, y después del mediodía la gente se mete en su casa”, explica.
Jesús Piñero es vecino de Petare, donde ha hecho mella la narrativa oficial de que la COVID-19 se concentra en zonas aburguesadas, donde la gente viaja al extranjero.
“Los fines de semana, el mercado popular está full de gente, la gente utilizando tapabocas por supuesto, pero tomándose una botella de jugo de penca, fumando o jugando domino en la calle… No sé si es por ignorancia, no sé si es porque no han visto a los primeros afectados de forma muy directa…”, cuenta Jesús.
A los problemas de abastecimiento y de generación de ingresos se suma una fuerte escasez de gasolina pues los inventarios nacionales están en mínimos y las importaciones de capa caída. Sólo vehículos oficiales, con pocas excepciones, está autorizados a surtir 20 litros de combustible.
Mientras, productores del campo denuncian que pierden cosechas pues no tienen cómo llevar la mercancía a las ciudades; personal sanitario reclama que no puede acudir a hospitales, y pacientes no siempre tienen cómo llegar a los centros de salud.