El próximo 30 de mayo se cumplen 13 años desde que se inauguró, con bombos y platillos, la apertura de una ruta turística que supuestamente iba a volver a unir a Santa Marta con Aracataca por tren. Sin embargo, aquel tren se volvió un fantasma, después de ese día, porque nunca más nadie lo volvió a ver.
Recuerdo la fecha como si fuera hoy: ese día pasó a la historia como uno de los más emocionantes para los pobladores de Aracataca, los cuales vieron regresar en un tren amarillo, que no fue amarillo sino azul con anaranjado y gris, a su hijo más ilustre de todos los tiempos, el Nobel Gabriel García Márquez, tras 25 años de ausencia.
Así como recibieron a un obispo en un episodio que fue contado por el mismo Gabriel García Márquez en una de sus últimas obras literarias titulada, Crónica de una muerte anunciada, así más o menos recibieron a Gabo esa vez para conmemorar ese inolvidable momento que quedaría en la memoria como una parábola de la vida misma del gran autor literario, es decir, fue víctima del mismo realismo mágico que él dio a conocer al mundo a través de sus cuentos y novelas.
Gabriel García Márquez, en varias de sus obras, describió realmente nuestra realidad cotidiana con un toque de asombro y exageración, pero lo hizo con el propósito fiel de llamar la atención del mundo entero y mostrar que en Colombia la realidad se vivía de una forma muy distinta a como se vivía en todo el mundo y que hoy conocemos también como "colombianadas".
Las "colombianadas" de ayer que Gabo reveló al mundo se suscribían a unos eventos o sucesos inverosímiles, pero reales, que acontecieron en ciertos tiempos o momentos de nuestra historia, igualmente repleta de actos increíbles. Son parte de nuestro ADN y de las que nadie escapa o dejará de ser víctima en cualquier día de su vida.
¿Cuándo iba a creer Gabo que lo harían también protagonista del mismo realismo que él dio a conocer al mundo entero y al cual llamaron después "realismo mágico"? ¿Será que él se dio cuenta de lo que le obligaron hacer sus mismos paisanos, coterráneos o amigos, antes de morir?
Cualesquiera que sean las respuestas, lo cierto es que al realismo "mágico" develado por Gabo y a las colombianadas etéreas se les ha unido ahora el realismo virtual mediático, donde esa manera única de convivencia es expuesta a toda hora, como acabó de ocurrir hace unos días, cuando tras ser detenida la excongresista Aída Merlano en Venezuela, el presidente de los colombianos hizo lo que todo el mundo predijo que haría, para pedir su extradición: dirigirse a Juan Guaidó, el presidente de Venezuela que se inventaron internacionalmente, precisamente, para no mantener relaciones diplomáticas con el que está en propiedad, es decir, Nicolás Maduro, quien para ellos es un "presidente fantasma que no existe", como el tren de Macondo que regresó a Gabo aquel 30 de mayo del año 2007 a su pueblo natal Aracataca.