A finales de julio pasado Jessica Cifuentes, una estudiante de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, empezó a fortalecer su entrenamiento en mandarín luego de imponerse en una competencia nacional de la lengua y la cultura chinas. Se trata del Concurso Puente Chino, que se desarrolla hace varios años como parte de los proyectos culturales de la embajada de China en Colombia, en el que compiten estudiantes de mandarín. Si bien el concurso no está condicionado a los Institutos Confucio del país, sus estudiantes son los que tienen las participaciones más destacadas, aunque otras organizaciones civiles como la Alianza Colombo China y los colegios Vermont, Nueva Granada y Gimnasio Campestre Reino Británico se han anotado éxitos en los formatos de secundaria y primaria. El elemento común de todos ellos es que han integrado la enseñanza del chino mandarín y la cultura china a sus currículos.
Una vez ganó el concurso nacional, la tarea que tenía al frente Jessica Cifuentes no era menor. El verdadero premio mayor era la representación de Colombia en el Concurso Puente Chino Universitario mundial que tuvo lugar en octubre, en forma mixta, aunque fundamentalmente virtual. La competencia en esos concursos es feroz, pues se enfrentan decenas de seleccionados de más de 120 países del mundo, varios de ellos con muchísimas horas de práctica de mandarín, pues en sus países el chino se ha incorporado como lengua extranjera desde la primaria.
A Jessica Cifuentes le llamaban la atención China y todo lo chino desde los 4 años, por el sello “Made in China” en sus juguetes y su hermano le explicó que es un sitio “al otro lado del mundo”, cosa que le pareció “lo más increíble que había escuchado”. Pero Jessica sólo tuvo oportunidad de estudiar mandarín a los 18 años cuando se inscribió en los cursos del Instituto Confucio de su universidad. Llegar a la competencia mundial a medirse con estudiantes norteamericanos, asiáticos, africanos y europeos que podían llegar a tener hasta 10 años de estudios de mandarín era todo un desafío. Con el apoyo de las profesoras chinas de su Instituto Confucio fue superando los distintos niveles y desafíos de la competencia y poco a poco se fue perfilando en un grupo de seleccionados con muy pocos otros de América Latina.
El 1 de noviembre se recibió la noticia: la concursante colombiana había ganado el segundo lugar y el premio a la presentación más elegante. Toda una proeza, fruto de horas de dedicación y esfuerzo. El segundo lugar se otorgó a cinco concursantes, Jessica quedó con un Tayiko, una vietnamita, una búlgara y una malgache. Ningún otro latinoamericano quedó en esa posición ni en las primeras.
La experiencia de esta compatriota deja muchos mensajes. El primero es que Colombia debe diversificar su currículo de idiomas extranjeros en el sistema educativo. La razón es sencilla, China es el país con la oferta de becas universitarias más grande del mundo, con cerca de 500 mil al año. En la medida en que el sistema chino se ha ido calificando, los requisitos de idioma han subido y cada vez es más difícil acceder a la oferta de becas con el chino aprendido en los últimos años como idioma opcional. No todos tienen esa mezcla virtuosa de interés, estudio y talento que le permitió a Jessica Cifuentes quedar de segunda en un concurso mundial de chino. El ejemplo de los colegios que lo tienen incorporado desde primaria debe generalizarse.
Otra razón es que la creciente inversión china en la infraestructura de Colombia y la llegada de empresas de tecnología y comercio ya genera una demanda de colombianos sinoparlantes fluidos que no está siendo satisfecha precisamente porque el estudio sigue siendo tardío, en los Institutos Confucio de las universidades y como segundo idioma opcional.
El mundo en cambio se mueve en otro sentido. En London College of Fashion, por ejemplo, es una materia obligatoria. Algo que tiene mucho sentido teniendo en cuenta el papel de China en toda la cadena de la industria de la moda, desde la producción de telas, materiales y tinturas, el diseño, la pasarela y el marcado. Los casos de un mundo que cada vez enseña más chino cunden.
Lo mismo vale para la vanguardia tecnológica de China. Las empresas privadas de ese país que han ido desplazando en el mercado mundial a las marcas americanas, europeas, coreanas y japonesas tienen planes enromes de contratación de extranjeros que bien podrían desenvolverse con inglés, pero mejoran sus posibilidades si hablan chino.
En fin, Jessica Cifuentes, estudiante de mandarín de un Instituto Confucio en Colombia dio un paso muy significativo en la competencia mundial Puente Chino para estudiantes universitarios al quedar de segunda. En el mundo actual aprender inglés viene ya por añadidura y en el caso de China no aporta en términos de oportunidades tanto como tener bases de mandarín. En los últimos 15 años la utilidad del chino como idioma mundial pasó de hacer parte del crecimiento cultural de las personas, a ser una verdadera herramienta para tener un mejor desempeño en las oportunidades educativas y comerciales que se abren en la medida que China progresa y el ritmo de su globalización se acelera.