El 8 de abril de 2022 en el aeropuerto San Felipe, del corregimiento de San Felipe, Guainía, una de las dos únicas aeronaves DC-3T (Turbo) que existen en nuestro país, sufrió uno de los más extraños accidentes que podrían vivirse en la aviación colombiana.
Inexplicablemente, el accidente se causó cuando el avión estaba desacelerando en la carrera tras haber aterrizado. Transitaba a más de doscientos cincuenta kilómetros sobre la pista cuando de repente, intempestivamente, brotó del suelo una vieja varilla de construcción que se incrustó como una lanza en la llanta izquierda del tren de aterrizaje.
Ese extraño elemento de construcción en una pista de aviación, hizo que la aeronave se inclinara bruscamente hacia la izquierda y de inmediato, por la inercia, fue lanzada fuera de la pista, sin que los expertos pilotos pudieran hacer algo para contener el accidente.
Ese accidente del 2022, fue solo otro ataque más a la aviación regional por cuenta de la desidia que reina en las pistas, que valga decirlo, solo son importantes para los habitantes olvidados de la Colombia profunda. Pistas en tierra y barro, sin señalización, sin torre de control, sin infraestructura ni personal aeroportuario, me permiten afirmar que aquel accidente del 2022 no fue el primero y al paso que vamos, tampoco será el último.
Toda la flota de Douglas DC - 3 que ayudaban al país a mantenerse conectado con los territorios están por fuera del corazón político y económico, hoy solo hay uno en operación
No quiero sonar fatalista, pero esa desafortunada premonición que hago es algo de lo que son testigos los ciudadanos que han visto cómo de toda la flota de aviones americanos Douglas DC - 3 que ayudaban al país a mantenerse conectado con los territorios que están por fuera del hear land corazón o epicentro político y económico del país, hoy tan solo hay uno en operación.
El ataque a la aviación regional al que me refiero no solo se da por las maltrechas pistas de la aviación regional o la corrupción burocrática en la Aerocivil que la mantiene maniatada, el ataque es sistémico pues es un conjunto de circunstancias y políticas que tiene en jaque a las empresas regionales de aviación y a las poblaciones de la Colombia profunda, algo que mezclado con la indolencia, hace por ejemplo, que los aeropuertos, aeródromos y pistas de Villavicencio (Meta); Araracuara (Caquetá) Taraira (Vaupés); La Pedrera (Amazonas); Barrancominas (Guainía); Puerto Inírida (Guainía) y San Felipe (Guainía) entre muchos otros, se encuentren en condiciones que solo reflejan el nivel de indiferencia histórica de la Aerocivil, Institución que solo tiene ojos y recursos para los aeropuertos visibles y la aviación comercial, ¡y eso…!
Las imágenes de lo que parecen ser las pistas para unirnos cómo una nación, reflejan una verdad de a puño que demuestra una realidad dolorosa en la que, entre más lejana está la pista y la población, peores serán las condiciones técnicas y las oportunidades de desarrollo para el territorio. Hay que aclararlo, el actual gobierno no es el responsable del fracaso histórico al que se han enfrentado los territorios de la Colombia profunda y la aviación regional, pero sí será responsable de lo que el tímido director Paris no ha hecho; como, por ejemplo, garantizar la aviación regional y combatir la corrupción.
El daño por el abandono en décadas ha costado vidas y costará miles de millones por los daños sufridos en las aeronaves, además del subdesarrollo en los territorios. No obstante, la aviación regional recibirá uno de los peores golpes dado que la Aerocivil, con base en la globalización y en las reglas aeroportuarias internacionalmente aceptadas, debe exigir unos estándares mínimos que lamentablemente las pistas de barro y tierra de nuestros territorios no lograrán cumplir para el año 2025, razón por la cual, seguramente, presenciaremos en poco tiempo el último vuelo que podrá hacer el legendario DC3, el avión que ha conectado la Colombia profunda con el país.
Aún hay tiempo; el actual Gobierno todavía tiene chance de apoyar la aviación regional y cambiar para siempre la historia de esas pistas macondianas.
@HombreJurista
