La cocaína –extraída y procesada de la hoja de coca– afecta a quien la consume, pero no, a quien no la consume.
El petróleo y el carbón, por sus efectos invernadero y contaminantes, afecta a todos en el mundo, los consuman o no, como combustibles.
Su uso ha sido fuente de energía y desarrollo, pero el mundo tiene que transitar hacia otras fuentes de energía, y ya es posible esta tecnología.
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Una cosa es la cocaína y otra la planta de la coca
La hoja de coca es ancestral y medicinal. No es culpable la planta, porque, por sí misma, no se convierte en cocaína.
Otra cosa muy diferente es, que la procesen con químicos para elaborar un potente estimulante –porque no es alucinógeno a no ser en altas dosis– con el que se llega a la adicción, y todas sus consecuencias al ser mezclada con otras sustancias, e incluso, a la muerte por sobredosis.
Por tanto, la planta no es culpable, de lo que hagan con ella. Y el petróleo y el carbón, tampoco lo es, de su uso indiscriminado.
Pero, petróleo y cocaína, han sido un factor de lucha indiscriminada y poder generador de guerra y muertes, que no son efecto directo de las dos cosas, sino de la avaricia, y la codicia.
Así o más digerido.