El momento que vive el país, lleno de pocas luces y muchas sombras, exige llamar a las cosas por su nombre, y a estar dispuestos a asumir las consecuencias de nuestras ideas. Por ello sin sombra de timidez, es necesario afirmar que lo que está sucediendo actualmente en el Congreso de la República, frente a las normas referentes a consolidar el proceso de paz en Colombia, es una cobardía de los miembros de esta institución. Así, sin titubeos, esa era la faceta que faltaba que mostraran tan desprestigiados miembros de esta institución, al resto de los colombianos.
Sinceramente, de que otra manera puede calificarse el ausentismo en el Senado y en la Cámara de Representantes cuando se tienen que aprobar leyes como la de Justicia Especial para la Paz, JEP. En vez de llenarse de argumentos serios y contundentes para oponerse a este Proyecto de Ley, se esconden vergonzosamente para no tener que aprobarla. Y eso hasta donde sabemos se llama cobardía, como también podría asociarse este comportamiento con la ignorancia, con falta de preparación para defender su posición si es que la tienen.
La pregunta necesaria ante el gran ausentismo parlamentario que está a punto de hundir propuestas de Ley de gran trascendencia, es a que le temen, ¿a la aprobación de la JEP? Pues les falta información, porque sus financiadores, muchos de ellos con responsabilidad en el acelerado impulso al paramilitarismo, ya no tienen que temer porque le metieron un señor gol al país al lograr que su presentación ante la Ley para explicar sus pecados ya es solo voluntaria. Nada de nada.
La alternativa en términos de explicaciones sobre su actitud, es el no querer asumir la responsabilidad que tienen de discutir seriamente las propuestas presentadas por el gobierno para avanzar en el proceso de paz. Es no querer mostrar su verdadero talante, lo que realmente son: políticos que ejercen como comerciantes donde su verdadero propósito es hacer negocios. Con el gobierno, para obtener recursos para proyectos que les dejan ganancias, y con otros sectores poderosos que se oponen a la paz, para no perder su apoyo porque no les van a perdonar que se salgan de la fila de los opositores. Y en vez de mostrar sus verdaderas cartas se ausentan. Eso se llama cobardía.
Es no querer mostrar su verdadero talante,
lo que realmente son: políticos que ejercen como comerciantes
donde su verdadero propósito es hacer negocios
Además de ser muchos de ellos corruptos, ahora mostraron esa terrible faceta, son descaradamente cobardes. Oportuno descubrimiento, sin embargo, en vísperas de las elecciones parlamentarias. Ojalá el electorado colombiano tan acostumbrado al clientelismo, reaccione y no los reelija y así los saque del Congreso de una vez por todas. Sin embargo, lo grave es que seguramente a estas alturas, ellos mismos y sus patrocinadores, ya han frenado las posibilidades de personas decentes, con vocación de servicio público, que sí le harían un gran servicio al país desde el Congreso dela República.
Nada es inocente entre estos sectores políticos que han sido incapaces de responderle a sus electores y al país en general. Por ello, es necesario que se acepte que hay detrás del ausentismo parlamentario que se ha convertido descaradamente en un freno al proceso de paz. Cobardía en su sentido más amplio o bien por no reconocer su incapacidad de argumentar o bien porque se han vendido a esa parte del país llena de poder y sin el más mínimo compromiso de cambiar la situación nacional.
Desafortunadamente para el proceso de paz, y para millones de colombianos, las excepciones que sí existen entre los parlamentarios, es decir aquellos que, si cumplen su deber, no alcanzan para compensar el costo de esta mayoría que no ha entendido para qué fueron elegidos representantes del pueblo colombiano.
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