Día a día los medios de comunicación más influyentes del país relucen encuesta tras encuesta sobre el veintenar de presidenciables que hay en Colombia. En casi todas, quien encabeza las mismas es nadie menos que el exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro, un hombre de izquierda al que le sabotearon su gobierno como mandatario. Desde periodistas, excompañeros del Polo Democrático, la mayoría de concejales del Distrito, hasta el Procurador General de la Nación le hicieron lobby con el fin de ajar su nombre y su vida misma. Ante esto, Petro salía al balcón del Palacio Liévano, y, apoyado de miles de seguidores, pregonando los discursos insaciables e improvisadores que solo un buen orador, como él, pueden lograr, desmentía a sus opositores y le hacía frente a los problemas que le endilgaban.
Por supuesto que Petro no es el mismo, ya se le mira desgastado, su virtud de orador y declamador se agota, el cansancio es notable. Sin embargo, continúa en la lucha. Ahora quiere ir por una Colombia Humana. Bueno, ese es otro punto.
Lo central de este artículo es la desazón con el que se cuece la tal coalición de ‘izquierda’, donde, paradójicamente, se une la derecha (Sergio Fajardo, Humberto de la Calle y Claudia López, sí, Claudia López es de derecha, que deje de mentir con su centralismo) con la izquierda (Antonio Navarro Wolf y Jorge Enrique Robledo), dividiendo a la misma derecha y a la misma izquierda, con el fin de ganarle a la ultraderecha. Ese es el fin último. Ni siquiera es vencer a la corrupción, acabar con el mal sistema de salud, darle un vuelco positivo a la educación, generar empleo o combatir a los grupos armados ilegales que tenemos en el país, sino lograr otra conclusión: sepultar políticamente a Álvaro Uribe Vélez y desesperanzar a sus adeptos. Con premisas como buscar un gobierno de transición, jugándosela por la paz o luchando contra la corrupción, esperan ir a segunda vuelta donde, probablemente, les toque enfrentarse ‘al que diga Uribe’ o terminen, de no lograr los sufragios necesarios para pasar a segunda vuelta, apoyando a Vargas Lleras con el mismo objetivo.
A contrario sensu, despreciando a Petro y temiéndole al susodicho, esta coalición desde ya es fallida, sumando los actores mencionados, unidos, lograrán un poco más de 3 millones, los suficientes para quemarse en primera vuelta. Petro solo suma dos millones de votos, algo que ningún candidato de izquierda, ni Clara López que sí los alcanzó, obtendrá en los comicios de 2018, donde serán protagonistas ‘el que diga Uribe’ y Germán Vargas Lleras.
Ahora bien, esta coalición usufructuará su amalgama acogiendo a Gustavo Petro. No diciéndole al líder progresista que encabece una lista cerrada al Senado como Claudia López propone, sino, en comunión, realizando una consulta popular de candidatos indignados, de izquierda o como se le quiere llamar, donde el que más votos tenga sea el que los demás apoyen, que es, claramente, a lo que temen los de esta unión desunida: que Petro les gane y sea el que tengan que apoyar.
Y es que, gústenos o no, Petro es el único candidato que puede vencer a las putrefactas y enmermeladas maquinarias de la oligarquía colombiana. Y si la ‘izquierda’ o esta coalición enarbolada contra la corrupción, le teme a Petro, imagínense la derecha.
Lo resumo en una analogía: en esta carrera de caballos, no hay jinete que cabalgue mejor.